
Algunos lucían realmente aburridos, como Historia de la brujería moderna, Hábitos y creencias de la hechicería oriental o Química básica para la preparación de pociones nivel 1, mientras que otros tenían nombres un poco más interesantes, como Criaturas mágicas que querrás tener como mascota, ¿Pociones del amor? Mito o realidad y Secretos que solo las brujas comprenderán.
Mientras ellas seguían trabajando, la abuela intentaba con dificultad leer el título de uno que había encontrado en un rincón y era más grande que ella.
—Conocimientos bási… —susurró la anciana mientras entrecerraba sus pequeños ojos para poder ver bien las letras a través de sus anteojos.

Las horas pasaron y todos comenzaban a preguntarse si realmente podrían encontrar algo, cuando Meli los llamó entusiasmada.
—¡¡Vengan, creo que encontré algo!!
Todos se acercaron para averiguar cuál era el hallazgo.
—Me llamó la atención este libro: Manual de todo lo que una bruja debe hacer si no quiere terminar en la hoguera
d—explicó Melina—,
y al principio pensé
que no iba servir,
pero escuchen
esto, está en la
página 265.

Sobre ritos y rituales: la fuente sagrada
Una vez alcanzada la edad adulta, las hechiceras deben hallar una fuente cercana a su hogar. Deben vincularse con ella mediante un pacto, arrojando una gota de su sangre en el agua. A partir de ese momento será una fuente sagrada y deberán bañarse en ella diariamente para renovar la vida eterna que obtienen mediante la captura de almas de inocentes.

Hay dos cuestiones fundamentales a tener en cuenta:
Si no han capturado la suficiente cantidad de almas o no cumplen con el ritual, su salud se deteriorará hasta alcanzar la muerte.
Si el cuerpo de una de las víctimas toma contacto con el agua de la fuente antes de morir, el hechizo se revertirá, todas las almas serán liberadas
y la hechicera morirá.

—¡Hay que buscar la fuente! —susurró Lyna, entusiasmada.
La abuela se llenó de alegría al oír esas palabras e intentó ponerse de pie, pero no pudo y cayó sobre una de las patas del Señor Pato, que lanzó un fuerte graznido.
—¡Ay, perdón, patito! —se disculpó Rita.
—¡Cállense! —ordenó Lyna—. Escuché algo.
Todos hicieron silencio, hasta que oyeron unos maullidos que se acercaban lentamente.
—Solo son unos gatitos —dijo Melina.

—No estamos solos y no me gusta para nada. ¿Y si los gatos están acompañados? —reflexionó Lyna.
Rápidamente se acercaron a la ventana por la que habían entrado y, de repente, cuatro gatos aparecieron en la sala. Los felinos las observaron con cautela, como si estuvieran estudiándolas. Hasta que largaron unos maullidos terroríficos y se lanzaron hacia ellas.
—¡Vamos! ¡Rápido! ¡Corran! —gritó Lyna, y todos saltaron por la ventana.

Ya del otro lado, Lyna y Meli arrojaron a la abuela, al pato y al viejo libro en la carretilla y corrieron a toda velocidad. Los gatos los seguían de cerca.
Avanzaban sin parar, sus corazones latían descontrolados. ¿Y si no lo lograban? Pero de un momento a otro, los felinos desaparecieron.
—Los perdimos —dijo Melina, sin respiración.
—Y nos perdimos —le respondió su hermana, mirando alrededor.

Lyna estaba confundida… “¿Cómo pudieron escapar esos gatos, si corrían casi más rápido que nosotras?”. La pregunta volvía una y otra vez a su cabeza, pero decidió que no era momento para pensar en eso.
—No nos alejamos tanto, estamos cerca de la casa todavía. Deberíamos ver si encontramos la fuen