Dinosaurios del fin del mundo

Federico Kukso

Fragmento

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Desde hace miles de años, hombres y mujeres han encontrado en todo el mundo extraños huesos
ocultos bajo la tierra. Se pensó alguna vez que se trataba
de esqueletos de dragones o incluso de gigantes.

No fue hasta 1820 ―¡hace menos de doscientos años! ¡casi nada!― cuando los científicos comprendieron al fin de lo que se trataba: restos de antiguos y diversos animales. Ellos habitaron el planeta hace tanto tiempo que nos cuesta imaginar cuánto. Los llamaron dinosaurios. Desde entonces y hasta hoy se han llegado a conocer más de mil especies.

Hace alrededor de cien millones de años, nuestro planeta lucía muy diferente de lo que es en la actualidad. Sudamérica, por ejemplo, era una gran isla separada del resto de los demás continentes. Eso permitió que sucediera algo especial: la fauna local de dinosaurios evolucionó independientemente a la del resto del mundo, adoptando formas y rasgos únicos. Por ejemplo, alcanzaron tamaños descomunales, gracias a un ambiente por entonces cálido, húmedo y lleno de bosques.

Hoy, la Patagonia argentina es un enorme desierto. Gracias a ciertas condiciones únicas de preservación, también es una de las cuatro regiones del mundo más ricas en fósiles (junto con Estados Unidos, Mongolia y China). Un extenso cementerio de tesoros. Los paleontólogos no se cansan de descubrir allí las especies más diversas y fascinantes, como el Patagotitan mayorum (el animal más grande que caminó sobre la tierra), el Eoraptor lunensis (uno de los dinosaurios más antiguos hasta ahora encontrados), el temible carnívoro Tyrannotitan chubutensis (que cazaba en grupos) o el Unenlagia comahuensis (el dinosaurio más parecido a un pájaro que se haya descubierto). Todos ellos están aquí, presentados en este libro como nunca antes.

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Reptil de

Argentina

Hasta el descubrimiento de Patagotitan mayorum, este dinosaurio era el más grande del mundo. A pesar de haber sido destronado, continúa siendo imponente: llegó a medir 33 metros de largo y a pesar más de 70 toneladas.

COLOSO

El Argentinosaurus era un verdadero gigante. ¡Y pesado! Su cuerpo equivalía a catorce elefantes africanos. Aún así se las ingeniaba para viajar largas distancias en busca de alimento.

CABECITA

METER LA PATA

Lo único pequeño que tenía este gran dinosaurio era la cabeza. Era ancha y alargada. Sus dientes eran delgados y con forma de tubos. ¡Su cerebro solo pesaba 113 gramos!

Sus patas medían alrededor de
2 metros de alto. Eran parecidas a las de los elefantes actuales: debían ser muy fuertes para soportar su impresionante peso. También tenía pezuñas con las que cavaba agujeros donde ponía sus huevos.

¡Y pensar que el cerebro de un bebé humano

          recién nacido pesa 350 gramos!

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TRUCO

Su cuello llegaba a medir unos 8 metros de largo. Le servía para comer las hojas de las zonas más altas de los árboles y helechos ubicados a gran distancia sin tener que moverse mucho.

HÁBITAT

Era un titanosaurio herbívoro
   y vivió hace noventa y
       cinco millones de años,
        cuando lo que hoy es
          un desierto era un
             lugar caluroso y con
              mucha vegetación.

Los restos de Argentinosaurus fueron descubiertos en 1989 por Guillermo Heredia, de la estancia Las Overas, cercana a la localidad de Plaza Huincul, en la provincia del Neuquén, en el oeste de Argentina.

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EL GRAN TRUCO

Este dinosaurio debía comer tanto por día, que no podía perder tiempo masticando las hojas. Cortaba las ramas con los dientes e inmediatamente las tragaba. Luego, el alimento recorría su largo cuello hasta el estómago, donde era triturado por unas piedritas lisas que tenía adentro (llamadas gastrolitos) y que de tanto en tanto tenía que volver a comer para que lo ayudarán a digerir. Esto le permitía alimentarse bien en poco tiempo.

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