El 24 de enero de 1984, Steve Jobs anunció en Cupertino -en medio de fanfarrias y florituras- el lanzamiento de un nuevo producto llamado a convertirse en un hito trascendental en la historia universal: el Macintosh 128K, el primer «Mac», el ordenador personal con el que Apple iniciaría el desarrollo y venta de una línea de «gadgets» que hoy son objeto de culto. Lo hizo, como después convertiría en un acto marca de la casa, frente a un público de fieles entregados a quienes había llamado la atención gracias a una estrategia publicitaria de lo más orwelliana: semanas antes del evento, y llevando la contraria a los mandamases de Apple, Jobs encargó un anuncio inspirado en «1984» para que fuese emitido la noche del 22 de enero durante la XVIII edición de la Super Bowl: el «spot» fue visto por más de 96 millones de personas y generó una expectación publicitaria desconocida en una época en la que no existía YouTube. En las siguientes líneas, un extracto de «Steve Jobs» (Debate), la biografía definitiva del fundador de Apple, la cual fue escrita con su colaboración, Walter Isaacson narra el origen del «mejor anuncio de todos los tiempos».