La segunda mitad

Diego Bernardini

Fragmento

Corporativa

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Penguin Random House

A la vida, un viaje único

al que hay que ponerle color.

A Tuuli y Runo,

el color de mi viaje.

Prólogo

Es inevitable leer un libro como este sin pensar en la propia experiencia. Todavía recuerdo aquella primera vez que fui a un museo y me ofrecieron la entrada senior. Fue tan impactante como la primera vez que fui a una clase de tap y me preguntaron mi edad para hacerme un descuento para personas mayores. Cuando la sociedad nos empieza a llamar “señor”, “señora”… ¿comienza nuestra “vejez”? ¿La llegada del medio siglo es un momento bisagra? ¿Ser “mayores” es una cuestión cronológica? ¿Sigue vigente la clásica categoría de la “tercera edad”?

Estos y muchos otros interrogantes que propone Diego Bernardini en su obra me parecieron doblemente interesantes: desde lo profesional, por la visión integral que solo un experto médico de familia como lo es este autor puede dar al tema; desde lo personal, por los muchos tópicos, las vivencias propias y la identificación clara con lo que él llama la “nueva longevidad”. La combinación que logra al tratar cada eje hace que la lectura sea instructiva y, a la vez, apasionante. Tanto es así que el lector encontrará en estas páginas su amplia mirada médica y, además, el tratamiento coloquial de temas de interés científico relatados a través de testimonios, anécdotas, viajes, investigaciones y estadísticas.

Así, en “Nueva longevidad, nueva vida”, el autor revela las complejidades de este fenómeno global: “Hoy en día, una persona que cumple 50 años tiene el 50% de probabilidades de llegar a los 95 años”, afirma. Esto, que a simple vista puede entenderse como un logro de la medicina y de la ciencia, representa un verdadero desafío social e institucional que también plantea al señalar que “a la nueva longevidad se la puede vivir desde la plenitud o desde la dependencia”, dejando en claro que, lejos de ser el resultado de la suerte o del destino, la calidad de vida con el paso de los años depende tanto de acciones políticas como individuales.

El capítulo “Salud, bienestar y longevidad” repasa conceptos indispensables para repensar nuestro stock de salud, capital con que cada uno nace y que se relaciona tanto con nuestra carga genética como con el ecosistema en que crecemos: familia, educación y medioambiente incluidos. Sin embargo, lo más valioso es todo lo que podemos hacer para aumentar ese “capital”, invirtiendo en acciones y conductas positivas que beneficien tanto nuestra salud presente como futura.

Los telómeros (extremos de los cromosomas cuyo acortamiento se asocia al envejecimiento molecular), el estrés y la risa forman parte de esta sección en la que Bernardini da un espacio, además, a las famosas “zonas azules”: lugares del mundo en que los centenarios son moneda corriente. El autor recorrió la península de Nicoya, en Costa Rica, y relata su experiencia en estas páginas. Yo hice lo propio en Vilcabamba, Ecuador. Al igual que él, tuve la oportunidad de comprobar que, más allá de las condiciones excepcionales de vida, el mayor secreto de los centenarios de allí es claro: ellos respetan la vida, la cuidan, la veneran. Esta característica, que muchos investigadores han llamado “personalidad pro-longeva”, hace que ellos elijan, casi naturalmente, cuáles son los hábitos más convenientes para vivir muchos, muchos años. Nosotros no tenemos su agua sagrada ni su valle, difícilmente podamos comer lo que cultivamos —al menos en las grandes ciudades— y nuestro entorno urbano es tóxico, contaminado con ruidos, esmog, sedentarismo y comida rápida. Sin embargo, para ellos es habitual… tener varios proyectos/planes que no compiten entre sí sino que se complementan; resolver los problemas en el momento y no martirizarse con lo que deberán afrontar mañana; medir la eficiencia del trabajo por la calidad y no por la cantidad; afrontar positivamente el estrés; gozar de relaciones sociales y personales, del cuidado de su familia y del respeto de la comunidad. Estas raíces que prolongan la vida están bien reflejadas en las “Cinco claves para una nueva longevidad”, y se completan en “Las segundas partes pueden ser aún mejores: la salud”, donde el autor aborda la importancia de la adherencia terapéutica y las decisiones compartidas entre el médico y su paciente, sin olvidar temas como la felicidad, la construcción del bienestar, la importancia de la actitud, el temido trío “decrepitud/soledad/Alzheimer” y el alfabetismo en salud, otro de los factores que impactan en la comprensión de las prescripciones y recomendaciones médicas y, por lo tanto, en nuestro cuidado efectivo.

En “¡El movimiento es salud!”, desarrolla otro pilar de la prevención y anima al lector a ponerse en marcha bajo el lema “¡Nunca es tarde!”; porque la actividad física, bastión indiscutible contra la fragilidad y la dependencia, combate a otro enemigo de una longevidad saludable: el sedentarismo.

En “La segunda mitad, la segunda mordida”, encontrará una recorrida por los alimentos más convenientes, las dietas nutricionalmente equilibradas (la mediterránea, la nórdica), los gustos y el placer de

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