Caminos de sabiduría

Wayne W. Dyer

Fragmento

Caminos de sabiduría

Todos nosotros vamos por

nuestro propio camino y en cada

momento hacemos exactamente

lo que sabemos hacer, según

las condiciones de

nuestra vida.

La dimensión de tu vida no

estará en lo que acumules,

sino en lo que des.

El secreto de la abundancia

reside en dejar de concentrarte en

lo que no tienes y proyectar tu

atención consciente sobre el

reconocimiento de todo lo que

eres y todo lo que tienes.

Acostúmbrate a estar en el

mundo, pero no ser del mundo:

aprende a no hacer caso de cómo

marchan las cosas ajenas a ti y a

comprender que el conocimiento

más profundo es verdaderamente

un acto que acaba desvaneciéndose.

Difunde amor y armonía, sitúa

tu alma y tu cuerpo en un lugar

apacible y luego deja que el

universo obre del modo perfecto

con que sabe hacerlo.

Nada ajeno a mí ha de

dirigirme. Dios está dentro de mí y

el poder infinito y divino que

concede me sustenta como un ser

humano que siempre está presente.

Nunca puedes conseguir lo

suficiente de lo que no deseas.

No puedes ser feliz y disfrutar

de paz interior si vas por ahí siendo

lo que todos los demás esperan que

seas y viviendo tu vida conforme a

las reglas de los demás.

El único antídoto contra la

cólera estriba en eliminar las frases

interiores «Si te parecieses más a

mí» y «Si el mundo no

fuera como es».

Todo en tu vida es un milagro

adorable. Un grano de arena, una

abeja posada en una flor, un velero,

una taza de café, un paño húmedo,

una oruga, todo eso son milagros...

Cuando aprendas a considerar tu

vida y cuanto hay en ella como el

milagro que es, comprenderás en

seguida que quejarse es

desperdiciar el milagro que eres.

El que una persona sea joven o

insignificante no la convierte en

incompleta... La verdad es que

somos completos en todos los

instantes de nuestra vida.

Cuando te paralizas por lo que

cualquier otra persona piense de ti,

lo que estás diciendo es: «La

opinión que tiene de mí es más

importante que la opinión que

tengo de mí mismo».

Cuando Tracy, la hija de Wayne

que estaba en segundo de primaria,

volvió a casa y dijo: «A Billy no le

caigo bien. A Billy no le caigo

simpática», Wayne respondió: «¿Te

caes bien a ti?». Tracy dijo: «Sí», y

Wayne repuso: «Bueno, pues eso es

todo lo que tienes». Ya veis, ni

siquiera a la edad de siete años

debe nadie aceptar que las

reacciones de otra persona le

influyan negativamente.

¿Habéis observado lo difícil

que resulta discutir con alguien

que no está obsesionado

con tener razón?

Tu sufrimiento procede

de la necesidad de que las cosas

sean diferentes. Cuando uno

abandona eso, el sufrimiento cesa.

Puedes desear cosas, pero es

la necesidad lo que tiene

que desaparecer.

La vida es una actitud.

Es lo que decides creer, siempre.

Puedes entrar en un hermoso

templo todos los domingos, puedes

llevar a la práctica toda clase de

proverbios de la Biblia y puedes

aplicarte las etiquetas más

fantásticas con las que puedas

tropezar, pero no encontrarás tu

corazón en un templo si no tienes

un templo en tu corazón.

¿Por qué no piensas en algunas

cosas que no hayas hecho nunca

y las haces simplemente porque

jamás las hiciste y no por

ninguna otra razón?

El sentido de la iniciat

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