El viaje del barbon

Checo Hernández "El Barbón"

Fragmento

Título

prologo

Tuve el gusto de conocer al Barbón y a su energía electrizante en mi taller de “Comedia Honesta”.

—Mucho gusto, Pelón, soy Checo, pero últimamente todos (hasta yo) me dicen: “Barbón”. No quiero ser standupero, quiero dar conferencias, escribir un libro, conectar con la gente, tener un podcast y ayudar a despertar a todo aquel que esté cansado de vivir dormido.

El taller que doy desde hace cinco años está lleno de trampas, y antes de empezar a reír, lo que más me importa es que todos los que asisten aprendan a conectar o reconectar con ellos mismos. ¿Cómo vas a conectar con los demás si todavía no has conectado contigo?

El camino para empezar a sanar inicia cuando practicas la honestidad con la persona más importante que tienes en este mundo: ¡Tú!

Los standuperos y la gente que se dedica a hablar públicamente, ya sea en un salón de clases o dando conferencias, forzosamente tiene que conectar con los que lo están escuchando.

Hay una diferencia colosal entre compartir la información que habita en tu cabeza y conectar al compartir esa información.

¿Por qué es necesario conectar?

Para provocar que sientan, piensen, se cuestionen y se confronten con lo que estás diciendo.

El stand up (¿cómo lo van a manejar?) y dar una conferencia tienen mucho en común, y el primer error en el que cae la mayoría de standuperos y conferencistas es que creen que están monologando, cuando en realidad están dialogando.

Hablar públicamente siempre será un diálogo, no un monólogo.

¿De qué manera responden los que te están oyendo? Con sus risas, comentando entre ellos lo que están oyendo, acomodándose de diferente manera en su butaca, no quitándote la mirada de encima y moviendo la cabeza en señal de aprobación. Todas esas actitudes son formas de responder y de reaccionar ante lo que estás comunicando.

Hablar y comunicar no son lo mismo.

Durante ocho semanas vi al Barbón comprometerse con mi técnica, con sus compañeros y con él mismo. Lo vi reír, lo vi llorar, lo vi crecer y, sobre todo, lo vi decidido a trascender.

Ambos pertenecemos a esa generación de idealistas que soñaban viajar en el tiempo, pero no en una máquina “común y corriente” como la de la novela de H. G. Wells, sino manejando un DeLorean a 88 millas por hora.

¿De qué sirve viajar al pasado o al futuro si no se hace con clase?

Nuestra generación vio por televisión cómo derribaron el Muro de Berlín, vivió la desaparición del bloque soviético y sobrevivió la moda de los 80. (Sobrevivir la moda de los 80 nos hizo indestructibles.)

Para no romper la tradición, los miembros de la generación X recibimos el mismo manual de instrucciones que las generaciones pasadas. En él se nos explicaba de muchas formas cómo teníamos que vivir nuestra vida. (A nuestra generación todo nos lo tuvieron que explicar de muchas formas porque nunca entendíamos nada.) Cuestionar y romper reglas estaba prohibido y a los que pensábamos fuera de la caja nos etiquetaban como “ovejas negras”.

En mi taller me reservo el derecho de admisión y afortunadamente sólo acepto ovejas negras, de las cuales existe un concepto equivocado. En las familias y en las escuelas se utiliza para señalar a los mal portados y a los que no obedecen. ¡Mentira! Una auténtica oveja negra es la que piensa por sí misma, es la que no sigue al rebaño por el simple hecho de ser guiado por un pastor.

Una oveja negra no tiene miedo de explorar, de experimentar y de caminar en sentido contrario. Las ovejas negras no transitan: ¡trascienden! Y para poder trascender, hay que dejar de vivir a la segura. Hay que tomar riesgos. Hay que vivir la vida peligrosamente. Hay que vivir conscientemente.

La seguridad, la zona de confort y el miedo te llevan a un lugar de no-vida, y la magia de vivir es no saber qué va a suceder.

Gran parte de los problemas, miedos, ataduras y poca evolución mental-espiritual de los seres humanos es que hemos olvidado vivir conscientemente.

El viaje del Barbón es un viaje al interior.

El viaje del Barbón es un viaje que debemos hacer para reconectar con nosotros mismos.

El viaje del Barbón, más que una serie de experiencias, es un reconocimiento de nuestro pasado, una celebración de nuestro presente y una visualización de nuestro futuro.

Buen camino para ti, querido Barbón... y tú, que me estás leyendo, sí tú: ponte cómodo, desabróchate el cinturón, suéltate el pelo (si aún lo conservas) y, sin miedo, atrévete a seguir conquistando tus temores, tus debilidades, tus limitaciones y tu ego. ¡Ese es el reto más importante en la vida!

Buen viaje.

Héctor Suárez Gomís

Título

introduccion

Todavía recuerdo ese día, el día cero, el día del arranque, el día del despertar. Abrí los ojos, una extraña emoción llenaba mi cuerpo y movía mi mente; sin saber por qué salté de la cama y comencé a escribir, las palabras caían como cascadas, dando sentido a meses de oscuridad, liberando años de pensamientos y destruyendo la armadura del amor.

¿Cuántas veces en los últimos 42 años soñé con ese momento? ¿Cuántas noches en vela buscando respuestas? Cuántos días viviendo, ¿solo viviendo? Ahora venía el momento de saltar al vacío, con miedo, prejuicios y una carga pesada. Lo hice, mis alas se abrieron, el viento me impulsó y el sol me abrazó. Volé alto, sin miedo a caer y con el propósito como guía: el momento de inspirar a muchos había llegado.

EL VIAJE DEL BARBÓN, más que una jornada, es un recuento de las memorias de un camino de develación, apertura y búsqueda. Es el grito de libertad de una generación que ya no está dispuesta a seguir con el guion de vida asignado, que ha descubierto sus dones, pasiones y desde ahí busca su propósito, por qué vino a este mundo.

En su muy particular estilo, Checo Hernández el Barbón te llevará a tocar temas como “Empoderamiento Masculino”, “Relaciones de pareja”, “Paternidad” y “Estilo de Vida”, todo en el contexto del quiebre de

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