Gente nutritiva

Bernardo Stamateas

Fragmento

CAPÍTULO 1
El vínculo lo es todo

Vínculos conflictivos

En la época posmoderna que estamos transitando, el tema de los vínculos conflictivos está en auge: problemas en las relaciones de pareja, de amigos, laborales, familiares; situaciones que ocasionan dificultades y luchas. Sin embargo, debemos mencionar que tener conflictos es normal; estos son la expresión de la tensión. Cuando hay tensión acumulada, el conflicto permite el drenaje, la expresividad y la exteriorización de dicha tensión. Por eso, podemos decir que “es normal discutir”. Lo importante es no hacer de esto un problema.

¿Por qué se originan tantos conflictos en los vínculos?

a) Porque, para poder llevarnos bien y discutir sanamente, hace falta tiempo

¿Qué hacen parejas, amigos, jefes y empleados? En cinco minutos buscan ponerse de acuerdo sobre muchos temas. La mujer le comenta a su esposo: “Los chicos están mal en el colegio”, y él responde: “Vives para ellos, ya no me miras”. “Sí, pero tu madre siempre interviene en todos nuestros problemas”, agrega ella… En cinco o diez minutos, pretendemos solucionar todos los temas. ¿Por qué? Porque hay que hablarlo ya, no hay capacidad de procesamiento. Pareciera que no hay más tiempo, la sensación de urgencia es permanente. Vivir en el “ahora”, en el “ya mismo”, en el “disfrutar ahora” hace que vivamos corriendo. Esto explica por qué hay tantos trastornos de ansiedad, ataques de pánico y conflictos vinculares. No hay tiempo; el futuro no importa.

En la época posmoderna, el tiempo no existe; se murió. No hay pasado ni futuro, solo existe el hoy, pasarlo bien ahora. Ese “ahora” borró el futuro y el pasado, por eso, muchas personas no son capaces de planificar; no se detienen a mirar hacia adelante; no imaginan trazar un plan laboral o de estudio. El mañana no existe para ellos. El discurso de nuestra era es: “Lo importante es que seas feliz hoy”; sin embargo, se trata de un discurso falso porque existe un hoy, pero también hay un mañana.

En la época moderna (proceso de transformación cultural de la modernidad a partir de la década de 1970, y especialmente 1980) había pasado, presente y futuro. Esto es muy importante, ya que nosotros teníamos que trabajar, estudiar y armar proyectos; mirábamos hacia adelante porque había que construir. “¿Qué quieres ser cuando seas grande?”, nos preguntaban a menudo. “Quiero estudiar o quiero trabajar”. Hoy ya no es así. Entonces, necesitamos desacelerar y recuperar el futuro, disfrutando el ahora y tendiendo un puente con el mañana. Para ello necesitamos “tiempo”. Para tratar un tema a la vez, necesitamos “tiempo”. No podemos resolver todo junto. No tratemos los problemas a solucionar en pocos minutos mientras tomamos el café o abrimos la puerta de casa para ir a la oficina. Si vamos a plantear una cuestión, asegurémonos de contar con tiempo suficiente.

Los momentos más felices que mi corazón conoce son aquellos en que derrama su afecto sobre unas cuantas personas estimadas.

Thomas Jefferson

b) Porque no somos autorreferenciales

Cuando yo hablo de lo que me sucede a mí, esta capacidad de autorreferencia produce un mejoramiento de los vínculos: “Me pasa esto; yo necesito; yo quiero”.

c) Porque buscamos el poder

Muchas discusiones son el resultado de “luchas de poder”. Las peleas constantes, en el fondo, no son una manifestación de los temas que se discuten, sino de quién tiene el poder y decide la escena. Cada uno trata de imponerle al otro su manera de ver las situaciones. Más importante que “sobre qué” discutimos es “cómo” lo hacemos; si lo hacemos desde la crítica, la descalificación y la agresión, con el tiempo traerá un gran deterioro en la relación. ¿Qué sucede cuando no se alcanza el consenso? Pueden suceder dos cosas: que uno se someta al otro con una gran acumulación de enojo o que el conflicto se prolongue en el tiempo. Si surgen rencillas en el vínculo por cualquier motivo, ya sea grande o pequeño, la consecuencia será un desgaste lento y seguro en la relación.

Cuando alguien expresa: “estoy en contra”, “no estoy de acuerdo”, seguramente, su intención no sea dialogar y llegar a un acuerdo, sino imponer su decisión u opinión. Cuando a mí me formulan una pregunta, respondo: “¿Me lo preguntas porque quieres aprender o tú ya lo sabes y solo quieres discutir conmigo?”. Si la respuesta es “Yo ya lo sé”, diré: “Entonces, si ya lo sabes, quédate con tu opinión, ¿para qué necesitas saber la mía?”. Distinto es cuando yo tengo una opinión, pero me interesa escuchar al otro, ya que el conocimiento se construye en equipo. Las diferentes perspectivas siempre nos enriquecen.

William L. Ury cita en su libro Supere el No la frase “subir al balcón”, como una metáfora que significa “dar un paso atrás para ver las cosas con cierta perspectiva”, y agrega: “Todos conocemos ejemplos de personas que aceptan un empleo o establecen unas relaciones personales, y al no entenderse con el jefe o con su pareja, deciden abandonar el campo de juego sin buscar una segunda oportunidad. Lo que sucede casi siempre es que interpretan mal el comportamiento de la otra persona y no tratan de buscar una solución. La persona que prefiere romper una y otra vez sus relaciones no llega a ninguna parte, porque siempre está comenzando de cero”.1

Comparto a continuación tres ideas para pensar juntos la cuestión de las discusiones constantes por el poder:

  • 1. Tomar distancia para ver el conflicto muchas veces resulta inútil. ¿Por qué? Porque la discusión no es válida, ya que no es por el tema que creemos que es. La verdadera razón no la vemos y esa situación infructuosa se puede prolongar en el tiempo. En cambio, cuando nos flexibilizamos y logramos ver el verdadero problema, ya tenemos la mitad de la solución.
  • 2. Pensar que lo que está en juego aquí no es el tema en cuestión. Es el poder que, claramente, niegan las personas en ese vínculo, por creer que se trata de algo más. Lo aconsejable es repensar cuál es el modelo de poder en esa relación. ¿Es democrático? ¿Es de consenso? ¿Es de distribución de roles? ¿O es de supremacía del uno sobre el otro? El sometimiento siempre genera resentimiento.

    No estoy interesado en el poder por el bien del poder, pero estoy interesado en el poder que es moral, que es correcto y que es bueno.

    Martin Luther King Jr.

  • 3. Necesitamos recordar que en todo vínculo existe un dinamismo. Hay acuerdos permanentes porque los que forman parte de este crecen y cambian con el transcurso del tiempo. En consecuencia, nunca es un argumento válido decir que “siempre lo hicimos así”.

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