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A ustedes, que creen en mí.
Y a mi familia, siempre.

Bienvenidos a la fiesta

Es preciso tener un caos dentro de sí
para poder dar luz a una estrella.
Friedrich Nietzsche
Estoy viviendo en una casa que pago con el sueldo que gano haciendo lo que me gusta. La casa no me gusta ni un poco. Se lo digo todos los días, sutilmente, tirando cosas al suelo, incluso yo estoy en el suelo, en el colchón que puse acá, en el living, para escapar de la habitación. Odio esa habitación, no entra la luz. Antes la luz no era problema, brotaba de mí. Ahora estoy apagada como el cigarrillo que dejé abandonado en un plato sobre la mesa de la cocina. No es el único plato, hay un montón, y están todos sucios. También hay botellas de vino de fiestas a las que me invité solo a mí. De eso sí no me puedo quejar, en esta casa hubo fiestas en cantidad. Fiestas para llorar toda la noche como una imbécil, y fiestas para reír de haber llorado toda la noche como una imbécil. Fiestas de abrazar a la almohada mucho más de lo que a mí me abrazaron de chiquita, y de preguntarle, de curiosa nomás, si me iba a ayudar a limpiar el desastre que dejaban esas fiestas, o por lo menos a dormir, para no pensar en el desastre. En esta casa duermo mucho y muy mal. La gente no se da cuenta del daño que me hace este lugar, porque a pesar de las ojeras oscuras, sonrío. Soy la chica de los ojos más tristes del mundo con la sonrisa más alegre de la ciudad. La casa me hace daño y yo le hago daño a la casa. Somos ambas lo mismo y por eso nos necesitamos.
Cuando me mude de esta casa voy a hacer una fiesta, pero esta vez no va a ser solo para mí, los voy a invitar a todos ustedes. La fiesta va a ser un libro. Este libro. Bienvenida, bienvenido. Pasen, dejen sus cosas, salúdense. De banda sonora voy a poner la realidad, y también la ficción. Va a ser una linda fiesta, quiero que sea inolvidable. Espero que hayas venido con la ropa que más cómoda te quede, y que después de la fiesta te la saques y nunca más la vuelvas a usar. Porque no hay ropa cómoda que te haga realmente feliz.

VAMOS A DIVERTIRNOS.
TOMATE EN SERIO LA DIVERSIÓN.
(Y TAMBIÉN EN BROMA).
¿QUERÉS ALGO DE TOMAR?
TOMÁ, SERVITE, ASÍ EMPEZAMOS.

MÚSICA
La música del desamor suena fuerte. Soy adicta a escucharla. No importa cuántas veces haya cantado esa canción, la busco y pongo play de nuevo. El fracaso tiene un rico sabor, un rico saber, se aprende del fracaso. De los triunfos también se aprende pero nos aburren más fácil. Soy la chica que escucha siempre la misma canción de la misma banda infinitas veces hasta que la agota. Yo también agoto. Me dicen: Vos tenés un problema, a vos nada te conforma. Yo digo: ¿Por qué a vos sí?
GENTE
La gente es un montón de gente, cada vez más. Me siento un poco asfixiada con los abrazos, con el amor, con los “salvame”. Las personas no se dan cuenta de que el amor también puede lastimar y me lo regalan entero, algunos me lo tiran encima. Y yo sonrío, y me falta el aire. Y yo sonrío, van seiscientas cincuenta y dos fotos con flash en la semana. Y yo sonrío, porque aprendí a sonreír sin que sea del todo verdad.

Soy la chica de la alegría en piloto automático. La tristeza quiere asomarse, pero estamos en un momento de conmoción, y un fan la empuja.
ALCOHOL
Que no falten cervezas que cicatricen el pasado, y algunas copas de vino para soñar un futuro. La resaca de lo perdido duele mucho. Pero volvemos a perder, por suerte.

En esta danza caótica no sirve la vergüenza. El desorden emocional que me habita me grita a diario que es ¡INÚTIL! buscarme en los ojos de los demás. Los demás no pueden decirme cómo moverme, ellos tienen su propio ritmo, y yo otro, y vos otro. Quedás tan out cuando morís por estar in. No copies los pasos ajenos, tenés otros pies. ¿Querés tropiezos repetidos u originales? Te vibra el cuerpo distinto. Yo sé que te dijeron que no, pero es bueno ser DISTINTX.
Estar distinto/a suena mejor. “Ser” es algo que no se anima a mutar. “Estar” es una condición mucho más peligrosa, pero también mucho más honesta. Me escriben: No cambies nunca. Respondo: Cualquier persona que te diga que no va a cambiar, te está mintiendo.

Soy la chica que un día se fue de ella misma, y vuelve, de vez en cuando, para asegurarse de que es otra cada vez.

¿Qué te preocupa? Ya sé, pará, me vas a decir que la facultad o el trabajo, que no sabés si en un futuro vas a querer seguir dedicándote a esas cosas. Pero eso esconde una razón muy simple: No sos tu “yo” del futuro. Y cuando lo seas, no te vas a parecer en nada a lo que creíste que ibas a ser. Mirá:
La Magalí de seis años: Quiere ser veterinaria.
La Magalí de ocho años: Le dijeron que en la carrera de veterinaria practican con sapos. Los sapos le dan mucho asco. Ahora quiere ser astronauta.
La Magalí de doce años: Se da cuenta de que nació en Argentina y que tiene muy difícil el acceso a la NASA. Está leyendo libros de la biblioteca de su mamá sobre abogados. Le gustan mucho esos libros, sobre todo porque los protagonistas siempre ganan, y la Maga de doce años odia perder.
La Magalí de diecisiete años: Lleva varias primaveras escuchando los problemas de sus amigas del colegio. No habla de los suyos. No puede, tiene la boca cosida. No se anima a arrancar esos hilos, no quiere sangrar. No hay tanque de guerra que derribe el muro de Berlín sentimental de la Maga adolescente. Habla tan poco que aprende a escuchar. Y aprende, también, que escuchar puede hacerse una profesión y decide estudiar psicología.
Te habla la Magalí de veintiocho años. No soy veterinaria, ni astronauta, ni abogada, ni psicóloga. Estoy escribiendo y haciendo comedia.
¿QUÉ TE PREOCUPA?
DE VERDAD, ¿QUÉ?
En el caos hay mucho ruido, todos gritan al mismo tiempo:
¡HAY QUE SER ALGUIEN!
Ay… ¿no somos alguien ya?

Algunas voces dicen que la fiesta está poniéndose rara.
Pero esto recién empieza. Nos vemos en un rato…