Odio las cartas literarias, cuidadosamente preparadas, copiadas y vueltas a copiar; yo me siento a la máquina y dejo correr el va
sto río de los pensamientos y los afectos, escribió Julio Cortázar en 1942: una declaración de principios que mantuvo siempre. En
estas cartas, que pueden leerse como diario personal, autobiografía y cuaderno de bitácora de sus libros, se asist...
Odio las cartas literarias, cuidadosamente preparadas, copiadas y vueltas a copiar; yo me siento a la máquina y dejo correr el va
sto río de los pensamientos y los afectos, escribió Julio Cortázar en 1942: una declaración de principios que mantuvo siempre. En
estas cartas, que pueden leerse como diario personal, autobiografía y cuaderno de bitácora de sus libros, se asiste a la creación
de un estilo inconfundible.
Con curiosidad permanente, Cortázar da cuenta de todos los aspectos de su actividad como escritor, de
sus desvelos políticos y sus vaivenes personales, hace el balance del día, opina sobre lo que lee, lo que escucha y lo que ve, re
lata sus andanzas como traductor, como militante revolucionario o como defensor de los derechos humanos. Nada queda afuera: la Arg
entina de provincias, Buenos Aires, París, Cuba, Nicaragua, el boom de la literatura latinoamericana, la amistad, el amor, la muer
te. El autor de Rayuela no cesa de asombrarnos con su humor, su lucidez y una inusual coherencia entre vida y obra.
Organizada en
cinco volúmenes que abarcan un período comprendido entre 1937 y 1984, la presente edición de la correspondencia cortazariana es un
a versión corre-gida y muy aumentada respecto de la publicada en el año 2000: presenta más de mil cartas nuevas, recupera los frag
mentos suprimidos en la primera edición e incluye índices de obras del autor y de personas citadas. Una colección que parece estar
escribiendo ahora, a nuestro lado, un hombre que jamás se aburrió un solo segundo a lo largo de toda su vida.