Cómo ganar amigos e influir sobre las personas en la era digital

Dale Carnegie

Fragmento

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POR QUÉ EL CONSEJO DE CARNEGIE SIGUE IMPORTANDO

En 1936, Dale Carnegie hizo una declaración impactante a sus lectores: “Tratar con la gente es probablemente el mayor problema que enfrentan”. Ése es el fundamento de Cómo ganar amigos e influir sobre las personas, y sigue aplicándose hoy en día. No obstante, desarrollar estrategias para tratar con personas es más complejo.

La velocidad de envío de mensajes de texto es instantánea. Los medios de comunicación se han multiplicado. Las redes se han extendido a través de fronteras, industrias e ideologías. Sin embargo, estos grandes cambios no han vuelto obsoletos los principios de este libro, sino más pertinentes que nunca. Representan la base de cualquier estrategia efectiva, ya sea la inserción de una marca en el mercado, una disculpa a su cónyuge o un tiro de pelota a los inversores. Si no se parte de fundamentos correctos, es fácil transmitir un mensaje equivocado, ofender o quedar a una distancia vergonzosa de su objetivo. “La precisión en la comunicación —insistía el escritor estadounidense James Thurber— importa más que nunca en nuestra era de balances inmediatos, cuando una palabra en falso o malentendida puede generar un desastre comparable a un repentino acto irreflexivo.”1

Considere la era de balances inmediatos en que vivimos hoy en día, más de cincuenta años después de que Thurber compusiera esa frase. Es más lo que está en juego. En la amalgama de medios, es más difícil diferenciarse. Cada palabra, cada señal no verbal, cada mirada en silencio es escrutada como nunca antes. Una mala jugada puede tener consecuencias mucho mayores. Aun así, cada interacción, desde el primer “buen día” hasta el último “buenas noches”, representa una oportunidad de ganar amigos e influir sobre los otros en forma positiva. Las personas que triunfan a diario viven vidas bastante exitosas. Pero esta clase de éxito tiene un precio filantrópico que algunos no están dispuestos a pagar. No basta con saber de publicidad o entender de medios sociales.

“El arte de la comunicación es el lenguaje del liderazgo”, dijo el escritor de discursos presidenciales James Humes.2 En otras palabras, las habilidades que conducen a la influencia tienen que ver tanto con los medios como con el emisor, que es un líder con cierto derecho propio. Este libro le enseñará cómo y por qué esta aseveración es verdadera, así como se lo ha enseñado a más de cincuenta millones de lectores en todo el mundo, incluidos líderes mundiales, luminarias mediáticas, íconos empresariales y escritores que son éxito de ventas. Al cabo, todos llegan a entender que no existe tal cosa como un intercambio neutral. Usted puede dejar a una persona un poco mejor o un poco peor.3 Los mejores de nosotros dejan a los otros un poco mejor con cada asentimiento de la cabeza, cada inflexión, cada punto de contacto. Cuando esta sola idea se encarna todos los días, los resultados son significativos.

Sí, mejorará sus relaciones y ampliará su influencia en los otros. Pero sólo porque el ejercicio diario de esta idea suscitará mejor carácter y compasión en usted. ¿No nos mueve a todos el altruismo?

“Puede hacer más amigos en dos meses interesándose más en los otros que en dos años intentando que las personas se interesen en usted.” La aseveración de Carnegie conserva su pertinencia, aunque contradiga la intuición, porque nos recuerda que el secreto para lograr avances con las personas es una medida de altruismo subyacente a la corriente de la era digital.

Vivimos en una era de autoayuda y autopromoción sin precedentes. Vemos la forma en que videos de YouTube se extienden como un virus en cuestión de semanas y cosechan el tipo de atención global que antes requería deslomarse durante años, incluso décadas. Somos testigos de la forma en que videos sexuales supuestamente divulgados sin autorización crean celebridades de la noche a la mañana. Observamos cómo presentadores y expertos políticos derriban a sus competidores y elevan, así, sus índices de popularidad. Diariamente nos tienta pensar que la mejor estrategia de publicidad es una combinación de trucos y parodias ejecutadas a través de los medios virales más competentes para eso. La tentación es muy fuerte para muchos. Pero para quienes entienden el “abecé” de las relaciones humanas, existe una forma mucho mejor, mucho más reconocida, mucho más sustentable de operar.

Si bien la autoayuda y la autopromoción no son actividades intrínsecamente deficientes, el problema surge cuando la corriente de realización personal forma una represa en nuestro interior. Usted es uno en 7 mil millones: su progreso no está destinado a usted solo.

Cuanto antes permita que esta verdad dé forma a sus decisiones comunicacionales, más pronto verá que el camino más rápido al crecimiento personal o profesional no es magnificarse ante los otros, sino compartir su ser con ellos. Ningún autor ha enseñado este camino con tanta claridad como Dale Carnegie. Con todo, quizá ni siquiera él pudo haber imaginado cómo el camino hacia la colaboración significativa se convertiría en una autopista de influencia duradera y lucrativa hoy en día.

MÁS QUE COMUNICACIÓN INTELIGENTE

Aunque la hiperfrecuencia de nuestras interacciones ha hecho del eficaz don de gentes una habilidad más ventajosa que nunca, las personas influyentes deben ser algo más que comunicadores entendidos.

La comunicación es simplemente una manifestación externa de nuestros pensamientos, nuestras intenciones y nuestras conclusiones acerca de las personas que nos rodean. “La boca habla de la abundancia del corazón.”4 Estas pulsiones internas son el primordial diferenciador entre los líderes y las sanguijuelas de hoy.

Los dos niveles supremos de influencia se alcanzan

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