La mejor manera de invertir

Alejandro Daniel Romero Maidana

Fragmento

La mejor manera de invertir

Prólogo

Es un honor para mí acompañar a Alejandro en este nuevo proyecto de educación financiera. Como siempre, él se dedica a brindar herramientas para la toma de decisiones de los inversores, más allá de su clase social, edad o género. Esta manera de enseñar lo convierte en uno de los grandes referentes del mundo bursátil.

Con este libro podrán aprender diferentes formas de encarar una estrategia inversora, incluso el autor nos cuenta cómo fue modificando su punto de vista en la medida en que cambiaron las circunstancias, la tecnología y la psicología de los inversores.

Aprovecho el espacio para derribar algunos mitos bursátiles, para que pierdan el miedo al invertir y para dejar algunos tópicos de por qué es interesante para el lector aceptar la propuesta de Alejandro Romero Maidana y repasar distintas herramientas de análisis.

ENTRE CERTEZAS Y MITOS

“Históricamente, la bolsa ha sido la más rentable de todas las alternativas de inversión disponibles. De un siglo a esta parte, en el mercado bursátil global se ha podido duplicar el capital invertido cada ocho años (no es por ahora el caso de nuestro mercado)”.

La bolsa cumple un rol fundamental en la sociedad. Como tal, es una de las instituciones más antiguas del mundo. De hecho, en su forma actual existe desde antes del descubrimiento de América. Su función es reunir a quienes tienen dinero ocioso con aquellos que lo necesitan. Así, a cambio de una renta, los inversores aportan sus ahorros para que las empresas crezcan. De esta manera, los inversores participan en la economía real, y las empresas se financian al más bajo costo del mercado.

Si uno revisa las inversiones en procesos históricos largos, no hay como la inversión bursátil. Por cierto, los países cambian, los gobiernos cambian, los políticos cambian, las empresas cambian, pero los índices bursátiles quedan.

AHORA, DERRIBEMOS ALGUNOS MITOS

“La bolsa es una timba”. A diferencia de lo que muchos creen, esto no es cierto, y el de la bolsa no es un ámbito donde solo exista la especulación. En primer lugar, están allí los inversores mayoritarios que, en su calidad de dueños de las empresas, no arriesgarían sin más su paquete accionario en el mercado. Luego se debe mencionar a las instituciones financieras, que cumplen un rol fundamental: los fondos comunes de inversión y los fondos de retiro y pensiones, cuyo objetivo de inversión es el muy largo plazo. Después, sí, estamos nosotros, los individuos, con horizontes de más corto plazo, pero no por ello los inversores minoritarios afectamos los fundamentos de las empresas. La compañía que haga bien las cosas valdrá cada vez más, y la que haga lo contrario valdrá cada vez menos.

“La manejan muy pocos”. El mercado de capitales tiene como principal arma la transparencia, ya que uno sabe segundo a segundo los precios de los activos que posee. Si le pregunto cuánto vale su casa, usted me dirá un valor determinado, pero si debe venderla mañana sí o sí, ¿cuál sería ese valor? ¡Quién sabe! En la bolsa, “el precio siempre es precio”; baja o sube, pero refleja la realidad al momento. De hecho, en la última crisis, todos los activos que colapsaron fueron los que no tenían oferta pública listada. Las famosas subprime no cotizaban en bolsa, por eso no se sabía bien su precio ni la dimensión del derrame que podían provocar. La bolsa podrá bajar, pero uno sabe día a día, de manera transparente, lo que tiene.

“No hay liquidez”. No es cierto. Todos los productos tienen mercado secundario; por lo tanto, lo que compro hoy puedo venderlo a los cinco minutos si me arrepiento. Eso me da liquidez inmediata de mis activos. Puede suceder que los precios sufran correcciones importantes en búsqueda de esa liquidez; por ello, el riesgo radica en la caída de precios y no en la disponibilidad de los activos.

La bolsa pone un marco de seguridad y transparencia a nuestras inversiones. Queda en nosotros saber cuándo invertir, cuánto dinero y en qué instrumento.

CLAUDIO ZUCHOVICKI

Gerente de Desarrollo de Mercado de Capitales de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires

Introducción
LA BÚSQUEDA DE LA VERDAD BURSÁTIL

Con el paso del tiempo fui cambiando la manera de encarar esta actividad, principalmente en cuanto a la forma operativa. Sin embargo, siempre, todo mi trabajo bursátil se ha basado en una filosofía primaria de búsqueda de la verdad, tanto a través de los hechos como de los datos.

Como buen autodidacta, tengo mi propia metodología. Primero, observo para establecer un proceso de información sensorial. Segundo, establezco un filtro, tomando como base lo que estimo que goza de funcionalidad comprobable en el mercado, pero de un modo general y abarcativo; por ejemplo, si creo que la value investing (inversión de valor) funciona en el largo plazo y encuentro hechos que así lo corroboran, las referencias que provengan de ese lugar resultan prioritarias. Tercero, someto todo esto a un proceso pensante, ahí es cuando aparecen las ideas que, sumadas al entendimiento teórico y la experiencia, me brindan diferentes alternativas de resolución.

Como nunca tuve una memoria privilegiada, me veo forzado, a la vieja usanza, a tomar notas para recordar el detalle del proceso y ordenar la aplicación de la ideología. A mi criterio vale mencionar que, para que las referencias y conclusiones pertinentes tengan algún sentido y contenido, debe existir —como mencioné antes— un conocimiento previo teórico del funcionamiento del mercado y la actividad bursátil, que se logra simplemente estudiando. Si existe algún secreto a la hora de invertir, creo que es ese.

Volviendo a la búsqueda de la verdad, algunos dirán, con justa razón, que este proceso puede resultar válido en las diferentes ramas de la filosofía y no tanto en el mercado, y desde ya de una manera absolutista, eso es muy cierto. Sin embargo, la evidencia empírica, propia y ajena, obtenida a lo largo de los años me ha demostrado hasta hoy que la búsqueda y el posible acercamiento a dicha verdad alcanzan para obtener ganancias considerables y estables, y eso la transforma en La mejor manera de invertir.

Capítulo I
ANÁLISIS FUNDAMENTAL VERSUS ANÁLISIS TÉCNICO.
EL OBSERVADOR TUERTO

INTRODUCCIÓN

Desde hace algunos años, en el mundo entero y también en nuestro país, existen divisiones y bandos para casi todo. Lo vemos en diferentes ámbitos, principalmente en política. Esto ya forma parte de un fenómeno global y social, y las redes sociales facilitan esta tarea, ya que actúan como verdaderos diagramas de flujo de opiniones, un mundo virtual y contiguo dentro de presuntos límites, donde las personas pueden manifestarse, comentar diferentes situaciones, personales, propias o ajenas, y sobre temas diversos. Asimismo, en política —disculpen mi insistencia— se originan muchísimas controversias, debates y discusiones a veces interminables que mayormente no llevan a ningún lado, excepto a la división de nuestra sociedad.

En el mundo bursátil, aunque con menor intensidad y de manera diferente, también existe este tipo de confrontaciones. La principal es la que se da entre invertir utilizando el análisis fundamental o el análisis técnico. En este libro haremos eso a un lado, no tomaremos partido ni por uno ni por otro. Es más, trabajaremos de manera conjunta las dos formas de encarar este negocio. Las divisiones y las tan célebres grietas se las dejaremos al gobierno de turno, a la oposición y a su grupo de incondicionales fanes.

Somos conscientes de que, incluso utilizando las dos escuelas más importantes que enseñan cómo proyectar una inversión bursátil, pregonamos solo una certidumbre relativa o parcial de cómo actuar eficientemente. A suerte y verdad, lo ideal y absoluto en el mercado de valores no existe, y si así sucediese, jamás funcionaría y no sería tal cual lo conocemos hoy y desde siempre.

A la fecha y por fortuna ha ido mermando la guerra de guerrillas —la llamo así por lo extensa— entre analistas fundamentales y analistas técnicos. La subjetividad que concierne al análisis técnico, cuando no se le anexa estadística comprobatoria, y la ausencia de materialización o concreción de resultados en tiempo y forma, cuando se utiliza el análisis fundamental, alimentan disputas interminables. Por ello, no nos ocuparemos de establecer los argumentos válidos y falsos para cada uno, porque ciertamente transitaríamos en un camino circular. Inocuo resulta erigir un parangón entre ambas formas de invertir.

Ahora bien, fijar comparaciones para aprender y visualizar con mayor perspectiva el asunto a la hora de colocar nuestro dinero es otra cuestión. En definitiva, siempre creí que observar el mercado y las empresas, partiendo exclusivamente de los fundamentos o de lo técnico, es como mirarlos con un solo ojo.

En este libro acabaremos con el observador tuerto. Examinaremos ambas ideas a la vez, en un estilo amplio y abarcativo; fusionaremos su utilización en un método que nos diga directamente cuándo comprar y vender los activos, y simplemente seleccionaremos las compañías, los sectores y los activos por el análisis fundamental, para luego operarlos por el análisis técnico. En lo que a mí respecta, no encuentro conjugación mejor en cuanto a lo emocional, la lógica, el manejo de riesgo y los resultados comprobables satisfactorios a largo plazo.

EL CONOCIMIENTO TEÓRICO Y EL PROFESOR QUE NO FUE

En el colegio secundario tuve la suerte y la desgracia de tener a quien podría haber sido uno de los mejores profesores de Contabilidad, y sostengo que “podría haber sido” porque tenía una enorme virtud para enseñar pero, a la vez, un gran defecto; como sabía demasiado y amaba tanto su materia, el contador Gómez se pasaba interminables minutos explicando temas que resultaban interesantes y que nosotros seguíamos atentamente, para después decirnos: “Bueno, pero todo esto no va, no se aplica más o es algo inútil para ustedes”.

Hablando de inutilidad y de lo que a veces uno equivocadamente piensa, todavía recuerdo cuando en la Universidad del Nordeste cursé la materia Contabilidad II, que en ese momento se ocupaba de actualizar los estados contables por inflación, y yo me preguntaba: “¿Para qué nos hacen estudiar esto? Si la inflación va camino a desaparecer en la Argentina”, ja, ja, ja, qué ingenuidad total, convengamos que era la década de 1990.

Volviendo a mi colegio secundario (década de 1980), imaginen la frustración que s

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