¡Lidera!

Dale Carnegie Training

Fragmento

¡Lidera!

Queremos agradecer a los siguientes miembros del equipo de Dale Carnegie, quienes contribuyeron con este libro:

* Joe Hart, presidente y director ejecutivo

* Christine Buscarino, gerenta de Marketing

* Dr. Greg Story, presidente, DC Tokio

* Mariah Suddarth, instructora y gerenta de Marketing

* Mark Marone, director de Liderazgo Intelectual

* Clark Merrill, instructor calificado, Carnegie

* Herb Escher, presidente, DC New York occidental

* Elizabeth Haberberger, presidenta, DC St. Louis

* Joe Caridiello, instructor calificado y director de Capacitaciones, sudeste de Florida

* Gaweed El Nakeeb, instructor calificado, Carnegie

* Vimi Appadoo, instructora calificada y gerenta general, Carnegie, isla Mauricio

* Anita Zinsmeister, instructora y presidenta, DC centro y sur de New Jersey

* Pallavi Jha, presidenta y gerenta general, DC India

* Doug Stewart, instructor y líder de ventas, DC Gran North Carolina

* Jonathan Vehar, Innovación y Operaciones, DC Gran North Carolina

PRÓLOGO
Sé R.E.A.L.

por Joe Hart, director ejecutivo de Capacitaciones de Dale Carnegie

Como muchos líderes emergentes, cuando me inicié en el mundo de los negocios leí Cómo ganar amigos e influir sobre las personas, y el famoso mensaje de poner a las personas en primer lugar hizo eco en mi vida personal y profesional. Pero fue cuando me uní a la organización Dale Carnegie, de la cual ahora soy director ejecutivo, que comprendí realmente su sentido. No son solo palabras: son la base de un liderazgo eficaz.

Dale Carnegie sabía que todas las personas se destacan en algo y que nuestro desafío como líderes es ayudarlas a descubrir y a desarrollar esa habilidad. Según mi experiencia, las personas tienen muchas más habilidades de las que imaginan. Todos tenemos cualidades y talentos ocultos, y lo que hace un buen líder es ponerlos de manifiesto.

¿Cómo se logra eso? La clave está en la forma en que interactuamos con los demás. Eso es lo que define todo. Define cuánto logremos, si somos felices o no y si estimulamos a otros a descubrir más sobre ellos mismos.

En el área de Capacitaciones de Dale Carnegie, la misión de liderazgo es simple. Nos esforzamos para que las personas analicen las cosas desde una perspectiva diferente —desde el punto de vista del otro—, lo que les permite alcanzar logros que no hubieran podido conseguir por sí solos.

Queríamos descubrir qué es lo que impulsa a los líderes más eficaces. ¿Qué hace que motiven a otros a lograr su mejor versión? Para conocer la respuesta, realizamos una encuesta a miles de participantes en trece países. El resultado nos llamó la atención.

Descubrimos que hay cuatro características que definen a los mejores líderes. Con sus iniciales, se forma el acrónimo R.E.A.L.

R: respetuoso

E: estimulante

A: aplicado

L: leal

En otras palabras, se considera que los mejores líderes son respetuosos de los sentimientos de los demás, los estimulan a ser como ellos, nunca dejan de aprender y son confiables. Por eso, estamos tan contentos de haber escrito este libro. ¡Lidera! impulsa a los líderes emergentes a que abran la puerta a su propio potencial y al de las personas que los rodean.

Existe otro componente para ser un buen líder; sobre ese componente se apoya todo lo demás: la confianza.

Pensemos en esto por un momento. Si un líder exhibe comportamientos generalmente asociados con la empatía —nos pregunta cómo nos fue durante el fin de semana o si ese proyecto ambicioso en el que estamos trabajando avanza o no—, pero no nos genera confianza, no lo vamos a considerar empático, sino que tenderemos a creer que lo hace por conveniencia. Un líder en el que no confiamos no nos motiva a aprender. Ni querremos ser como él, eso seguro.

La confianza es la piedra basal del resto; eso es lo que distingue a Dale Carnegie entre las demás marcas. Dale Carnegie fue un hombre íntegro y confiable. Esas dos cualidades —la integridad y la coherencia en lo que decimos, hacemos y en cómo lo comunicamos— son las que generan confianza.

Ser quien ocupa el cargo que Dale Carnegie ejerció en esta organización es un gran honor y una gran responsabilidad. No me lo tomo a la ligera. Por eso es que estoy tan entusiasmado de poder compartir con ustedes el mensaje de Dale Carnegie acerca del liderazgo. ¡Lidera! los ayudará a ver las cosas desde una perspectiva diferente: desde el punto de vista del otro, y eso les permitirá alcanzar logros que no hubieran podido conseguir por sí solos.

¡Que estén muy bien!

JOE HART, director ejecutivo

CÓMO LEER ESTE LIBRO

En todo el mundo, en cada continente, en salones de clase y de conferencias, los instructores de Dale Carnegie invierten horas y horas en compartir los mensajes inmortales de nuestro fundador, Dale Carnegie. Ya sea que se trate de programas diseñados a medida para empresas incluidas en la lista de Fortune 500 o de los clásicos encuentros abiertos a todo público, las lecciones de Dale Carnegie perduran en el tiempo.

Generación tras generación van descubriendo su mensaje, y las ideas se adaptan para satisfacer las necesidades de un mundo siempre cambiante. Sin embargo, comunicarse eficazmente con los demás, motivar a las personas a que alcancen sus logros, ayudarlos para que hallen su líder interior, esos conceptos de las relaciones humanas son tan relevantes hoy en día como lo fueron la primera vez que se formularon.

Para aplicar esos conceptos en este mundo tumultuoso, debemos ser humildes y estar dispuestos a aprender para adaptarlos a la actualidad. Liderar es, sobre todo, un ejercicio de relaciones humanas. Los principios de Dale Carnegie resisten la prueba del tiempo en la tarea de ayudar a las personas a “ganar amigos e influir en los demás”, la verdadera esencia de lo que implica ser un líder.

Por ejemplo, durante un seminario inmersivo en Arizona, la instructora Kim Ewers se cruzó con un participante que se sentía muy incómodo con el material que se brindaba en el curso. Matt, un genio de la informática que prefería la tecnología en lugar de a las personas, no entendía por qué el foco estaba tan centrado en la interrelación con los demás.

Kim le dedicó un tiempo extra a Matt, lo instruyó sobre los beneficios de construir relaciones fuertes y sobre cómo esto promovería la comunicación con sus compañeros. Después de reflexionar, Matt entendió que, aunque se sintiera más a gusto con la tecnología, no podía realizar su trabajo si no interactuaba con los demás. Reconoció que tener relaciones positivas y productivas con otros era crucial para su éxito personal y para la felicidad en general.

Al día siguiente, Matt regresó con una actitud distinta y una mente más abierta. Sus compañeros lo felicitaron, y sus instructores lo premiaron por su progreso.

Como cualquier verdad simple e ingeniosa, las ideas de este libro son fáciles de entender. No necesitamos tener un título universitario ni haber ejercido el liderazgo durante toda nuestra carrera profesional. Son ideas sencillas, que requieren trabajo y esfuerzo para integrarlas en nuestra vida cotidiana. Si estamos dispuestos a aprender y a practicar los conceptos expresados en este libro, podremos ser mejores líderes.

INTRODUCCIÓN
Combinar las necesidades de desempeño con las necesidades humanas

La oscuridad era total, y el ruido de las piedras que caían continuaba oyéndose. La pesadilla de cualquier minero. En cuestión de minutos, ese ruido convirtió la pesadilla en realidad para los treinta y tres hombres atrapados debajo de la superficie de la Tierra en 2010, en Chile. El capataz Luis Urzúa sabía que la única manera de resistir, y ayudar a los demás a seguir con vida, era desarrollar de inmediato un plan que los mantuviera a salvo hasta que llegara la ayuda y también transmitir la esperanza de que sobrevivirían a pesar de la espantosa situación.

A los pocos instantes del colapso, Luis reunió a los hombres y comenzaron a planificar. Desarrollaron una estrategia basada en tres objetivos: mantener al grupo con vida y a salvo, implementar un orden mientras esperaban y cooperar con los rescatistas dándoles la información que necesitaran. Luis sabía que tendría que vigilar, proteger y equilibrar las necesidades físicas, emocionales y humanas de treinta y tres hombres, quizá, durante meses.

Para lograr el objetivo físico de mantenerse con vida, Luis implementó un sistema estricto de racionamiento: todos recibirían dos cucharadas de atún y medio vaso de leche día por medio. Esto evitó que murieran hasta que los rescatistas lograron bajarles alimentos por un orificio taladrado en la tierra.

Para implementar un orden, Luis les indicó cómo organizar diferentes espacios de vivienda subterráneos. Aprovechando sus conocimientos como topógrafo, dividió el espacio en un área para trabajar, otra para dormir y otras más con fines específicos. Creó una división artificial entre el “día” y la “noche”, simulando la luz solar con los faros de los vehículos.

Con el objetivo de mantenerse a salvo, los hombres socavaron “el cielo raso” para evitar que las piedras cayeran sobre ellos cuando dormían. Y para cooperar con los rescatistas, dibujaron mapas sofisticados del espacio subterráneo y se los hicieron llegar.

Además de atender las necesidades físicas del grupo, Luis creó un “equipo de liderazgo” y designó a distintos hombres para que cumplieran los roles de médicos, capellanes y encargados de llevar a cabo los tests que enviaban desde la superficie para monitorear su salud mental y emocional.

Durante dos meses, los hombres vivieron, trabajaron y celebraron las pequeñas victorias diarias.

Después de setenta días, los rescataron; Luis fue el último en salir. Todos sobrevivieron y se lo atribuyeron a las destrezas de liderazgo emergente de Luis.

Si bien este es un caso extremo entre la vida y la muerte, las lecciones de liderazgo que derivan de este ejemplo pueden aplicarse a muchas circunstancias diferentes.

Nosotros no estuvimos atrapados en una mina oscura durante más de dos meses. Pero muchos hemos pasado por la experiencia de recibir rumores de fusiones, reestructuraciones, despidos o cierres que ningún superior niega o confirma. ¿Qué se hace cuando un grupo de personas espera que las guíes, pero tú también estás “en la oscuridad”?

O cuando nuestro jefe renuncia de repente y produce un vacío enorme en la estructura de la organización. Ahora nos toca a nosotros liderar, aunque no ocupemos formalmente ese puesto. Ser un líder empático y confiable es relativamente sencillo cuando todo marcha bien… ¿y cuando eso no ocurre? En el caos y la incertidumbre, las mejores intenciones de los líderes pueden desaparecer. Esto es válido tanto para los líderes que nos rodean y para nosotros mismos.

Esencialmente, liderar es una manera de obtener resultados mediante otras personas interactuando con ellas. Los resultados pueden variar según la organización, así como las personas y los métodos, pero los requisitos fundamentales para ser líder son siempre los mismos. Un líder debe preocuparse por comprometer a las personas o a los equipos, por equilibrar las prioridades competitivas y por definir y comunicar el camino que se debe seguir de manera tal que inspire e impulse a los demás y se aprovechen al máximo los recursos disponibles.

Un líder no siempre es la persona que va al frente agitando la bandera, con toda la banda musical marchando detrás. Liderar no es recibir el crédito por un trabajo, ni hacerse cargo solo de toda una tarea, ni quedar bien con los clientes o con los accionistas. El verdadero liderazgo implica obtener la cooperación voluntaria para decidir adónde ir y cómo llegar allí, y aplicar la paciencia y la habilidad necesarias para impulsar y guiar a todos hacia ese punto.

El liderazgo puede otorgarse (“¡Felicitaciones! ¡Has recibido un ascenso!”) o puede emerger naturalmente dentro de un grupo (“Valoramos mucho tu experiencia y tus opiniones”). Puede depender de una situación (“Eres el único que conoce este sistema nuevo”) o estar relacionado con el puesto (“Liderar el equipo es parte de tu tarea”). Pero, en todos los casos, el líder debe estar atento para poder manejar las variables de cambio. Las personas no son iguales ni congruentes, los recursos van y vienen, y la cantidad de información que recibimos varía constantemente.

El día anterior al colapso, cuando Luis Urzúa fue a trabajar, no tenía idea de lo rápido que cambiaría todo. Por suerte, contaba con ciertos principios, valores y destrezas innatas de liderazgo, que le permitieron reaccionar con rapidez ante la emergencia. Y aceptó ponerse al frente y asumir la responsabilidad (en este caso, tomar conciencia de que el grupo dependía de su liderazgo para sobrevivir), en vez de quebrarse y esperar a que otro actuara.

Por el área de Capacitaciones de Dale Carnegie han desfilado líderes de todo tipo, que han demostrado destrezas increíbles, como las de Luis, en situaciones muy diversas. Eso se hizo particularmente evidente durante la última pandemia. Los líderes tuvieron que amoldarse a la incertidumbre reinante, mientras hacían malabares para proteger a los demás y cumplir con sus obligaciones básicas. En muchos casos debimos aprender a estar al frente, en forma remota, de un equipo de personas que no tenían la mínima idea de lo que era el trabajo remoto. Liderar ya era difícil antes de que los métodos de interacción cambiaran de la noche a la mañana.

¿Por qué aceptaríamos semejante tarea? Porque los líderes influyen en las vidas de quienes los siguen y en la cultura en la que estas personas se desempeñan. No importa si se trata de pequeñas empresas familiares o de corporaciones internacionales: la relación que un líder tiene con su equipo marca la diferencia entre el éxito y el fracaso.

¿Qué es el liderazgo?

En el área de Capacitaciones de Dale Carnegie creemos que el liderazgo es trabajar mediante otras personas y con ellas para construir relaciones dinámicas y de confianza, que alienten, comprometan y alineen esfuerzos con el fin de alcanzar los resultados deseados. Los buenos líderes detectan la energía y el talento de sus liderados y logran mejores resultados que los que obtendría un líder menos dinámico.

Ser “líder” no es lo mismo que ser “gerente”. En nuestra opinión, el “liderazgo” es acerca de las personas que hacen algo y el “gerenciamiento” es acerca del proceso. Toda organización requiere liderazgo y gerenciamiento. Los dos elementos son necesarios, pero, individualmente, no bastan.

Por nuestra experiencia tras haber estudiado a los líderes más exitosos de casi todo el planeta, identificamos cinco cualidades que diferencian a los líderes sobresalientes.

Estos líderes:

  1. Asumen responsabilidades para el futuro
  2. Generan una cultura de confianza
  3. Crean una cultura de colaboración
  4. Se comunican con eficacia
  5. Demuestran fiabilidad

Cada una de estas cualidades influye en el éxito de un líder, de su equipo y de la organización. De eso se trata ¡Lidera! Profundizaremos en los elementos que conforman esas cinco cualidades y en la manera en las que esas cualidades se traducen en resultados. Revelaremos las características personales de los líderes eficaces y la forma en la que el líder utiliza el poder de la influencia para extraer lo mejor de los demás. Analizaremos cómo la cultura de la organización influye en los resultados que la convierten en líder de su industria.

Esencialmente, sin embargo, el liderazg

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos