Comuna 13. Crónica de una guerra urbana

Ricardo Aricapa Ardila

Fragmento

CONTENIDO

PRÓLOGO A COMUNA 13:
CRÓNICA DE UNA GUERRA URBANA

PARTE I: EL ENQUISTAMIENTO


La invasión

La ley de los corrales

La boda

Marco Aurelio habla de ellos

Inés María llega a El Salado

Amor a primera vista

La colonia chocoana dice presente

Relaciones puntillosas

Chispa Juvenil

Realizadores de sueños

Armas en las aulas

El precio de vivir con la suegra

La revuelta de los contadores


PARTE II: LA GUERRA

Los paracos llegan a El Corazón

Osama

Carne de chivo

Infierno en La Torre

De Caicedo llega María Clara, estudiante de modelaje

Noticias de la guerra I

Un viejo amigo de la familia

Noticias de la guerra II

Una remesa para El Marrano

Noticias de Constanza y el taller literario

Noticias de la guerra III

En un descuido de los paracos

La noche de los tacones rojos

Noticias de la guerra IV

La Operación Mariscal

Noticias de la Guerra V

El alcalde visita la comuna

Vicisitudes de la Red de Confecciones

Noticias de la guerra VI

Sábado negro

Jaque al chivero

Noticias de la guerra VII

Sonata de los días normales

Hospital de guerra

Noticias de la guerra VIII

Camino al colegio

Días de corotos y trasteos

Noticias de la guerra IX

Cuando pa´ Chile me voy

Tarde de velorios

Noticias de la guerra X

Con los generales en el laberinto

Los desplazados en los pasillos de la Alcaldía

El dedo índice de un encapuchado

El alarido de los condenados

Regreso a casa


PARTE III: POSTDATA

Cruzada por la Comuna 13

Noche y Niebla

Marco Aurelio

Esperanza

Emilse

María Clara

Constanza

Inés María

Luz Estela


BIBLIOGRAFÍA


NOTAS

Prólogo a Comuna 13:
Crónica de una guerra urbana

Trece años después de la cinematográfica pero dramática operación militar, la primera de ese orden con carácter urbano en Colombia -Operación Orión-, se empezaron las excavaciones en el sitio denominado La Escombrera, situado entre el sector de El Salado (barrio San Javier) y el corregimiento de San Cristóbal, al centro occidente de la ciudad de Medellín. En este sitio, donde se han depositado por años los escombros de la actividad constructiva de la ciudad, también fue el lugar dispuesto para arrojar cadáveres que, probablemente, no quedaron en la contabilidad oficial de la Operación adelantada entre el 16 y el 20 de octubre de 2002, las cuales sumaron 14 víctimas.

Bajo las capas de materiales de demolición y de tierra quedaron, de acuerdo a lo señalado tiempo después por diferentes organizaciones no gubernamentales, a lo confesado por paramilitares en sus declaraciones ante la justicia y aun por lo reconocido por organismos oficiales, un número indeterminado de víctimas no sólo de los cuatro días de ofensiva militar sino del accionar continuo posterior a la toma militar, por parte de los grupos de paramilitares que asumieron el control territorial, después de sacar a los diferentes grupos guerrilleros que estaban allí –milicias de la FARC y el ELN, y los Comandos Armados del Pueblo CAP–, y quedar señoreando por años en la denominada Comuna 13.

La Comuna 13 es una de las 16 en las que se dividió política administrativamente el territorio urbano de la ciudad de Medellín desde mediados del siglo XX. Formada por 20 barrios reconocidos oficialmente –más otros numerosos sectores–, con una población que para el año de 2005 se calculó en 127.937 habitantes –proyectada para el 2015 en 138.063 habitantes-, que representan el 6% del total poblacional del municipio. Territorios que fueron antiguas fincas, con casas de campo amplias y generosas, las que comenzaron a ser invadidas luego de que en la década de 1940 se empezó por parte de la Cooperativa de la Vivienda Limitada el proyecto del barrio San Javier, con diseños del pintor, escultor, muralista, urbanista y arquitecto Pedro Nel Gómez.

Como buena parte de los procesos urbanos latinoamericanos, la formalidad y la informalidad tiene dos caras, íntimamente imbricadas, de la realidad urbana. Así las colinas y montañas que en algún momento configuraron la ruralidad, vista como algo remoto y, tal vez, de poco interés por el centro económico, administrativo y político, son ocupadas por quienes fueron desplazados de los campos por la violencia o atraídos por las oportunidades que ofrecía la ciudad, todavía más una que se preciaba de su capacidad industrial. Una suma de ventas ilegales, posesiones, invasiones, barrios piratas, barrios subnormales o informales, dieron lugar a barrios como El Salado, Veinte de Julio, Santa Rosa de Lima, Juan XXXIII, Betania, Belencito, El Corazón, La Independencia I, La Independencia II y así sucesivamente… con un urbanismo intricado, laberíntico y de fuertes pendientes, con carencia de servicios, infraestructuras y espacios públicos, algo que determinó por décadas la forma de vida de las comunidades asentadas allí.

Formas de vidas albergadas, en primera instancia, por arquitecturas hechas de premuras y precariedad; transformadas con los meses y los años de esfuerzos y ahorros, hasta consolidarlas y hacer de ellas su más preciado patrimonio. Sin seguir los cánones ortodoxos de la arquitectura, con limitaciones espaciales y, seguramente, violando toda clase de normas y especificaciones, se alzaron altivas, de manera inverosímil y retando la topografía e incluso los principios de la estática. Allí hicieron su vida cientos de familias, de seres anónimos, abandonados por años de las políticas públicas, aunque caldo de cultivo de políticos que en campaña apoyaban sus acciones “ilegales” y en el accionar administrativo los olvidaban.

Así, en estos barrios marginados de lo oficial, surgió lo contestatario, lo ilegal y lo subversivo que encontraron allí terreno abonado para la prédica y la acción. La respuesta oficial como en muchas partes es un poco de zanahoria y mucho garrote. Por eso mismo antes de la Operación Orión, ya se habían ensayado otras operaciones, algunas sin nombre y otras con la prosopopeya militar: Primavera (1 al 3 de febrero de 2001), Otoño (última semana de febrero de 2001), Mariscal (21 de mayo de 2002, considerado uno de los más grandes y prolongados, con un número de víctimas reconocidas superior a la Operación Orión), Potestad (15 de junio de 2002), Antorcha (15 de agosto de 2002), hasta llegar a la más impactante como lo fue Orión; más otras acciones previas de los organismos estat

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