La meditación paso a paso

Dalai Lama

Fragmento

INTRODUCCIÓN

INTRODUCCIÓN

El reverendo Nagarjuna dijo:

Si deseas alcanzar el despertar insuperable

para ti mismo y para el mundo,

la raíz es el desarrollo de un pensamiento altruista

estable y firme como una montaña,

una compasión que todo lo abarca

y una sabiduría trascendente desnuda de dualidad.

Aquellos de entre nosotros que deseen la felicidad para el prójimo y para sí mismos, tanto temporalmente como a largo plazo, deberían estar animados por la motivación de alcanzar el estado de omnisciencia. La compasión, el pensamiento altruista y la visión perfecta son los fundamentos, la sangre vital de la vía hacia el más alto despertar. A este respecto, tenemos fe en la doctrina del Buda y tenemos acceso a sus enseñanzas. Estamos libres de los obstáculos mayores y hemos encontrado los factores contributivos, tales como la posibilidad de estudiar los aspectos profundos y vastos de la enseñanza del Buda, de contemplar su contenido y de meditar su sentido. Por lo tanto, debemos aprovechar todas las oportunidades con el fin de evitar cualquier causa de pesar por el futuro y no tener vergüenza de nosotros mismos. Las palabras de Kadam Gueshe Sang-puwa subrayan este punto capital, me vienen a la memoria estos versos:

Las enseñanzas y la escucha son justas cuando son benéficas para la mente. Un comportamiento controlado y disciplinado es el signo de que se han comprendido bien las enseñanzas. Cuando disminuyen las aflicciones es señal de que se medita. Se llama yogui a quien comprende la realidad.

Una cosa debería quedar muy clara: las enseñanzas del Dharma no tienen más que un único objetivo: disciplinar la mente. Los maestros deberían permanecer atentos y verificar que sus enseñanzas aportan beneficios a la mente de sus estudiantes. Sus enseñanzas deben derivar de su experiencia personal y de su comprensión del Dharma. Los estudiantes deberían también atender a las enseñanzas con el deseo de mejorar su mente. Deberían hacer un notable esfuerzo para controlar su mente indisciplinada. Por eso os exhorto a ser diligentes y a aplicar las instrucciones de los grandes gueshe kadampa. Nos han aconsejado aunar la mente y el Dharma. Por el contrario, si se tratan el conocimiento y la práctica como entidades distintas sin ninguna relación, la preparación podría resultar ineficaz. En el progreso de nuestra práctica espiritual, debemos examinarnos cuidadosamente y utilizar el Dharma como un espejo para contemplar en él los defectos de nuestro cuerpo, de nuestra palabra y de nuestra mente. Tanto el maestro como el discípulo deberían tener la motivación de ayudar al prójimo tanto como a sí mismos para poner en práctica las enseñanzas. Así se dice en la oración del Lam rim:

Motivado por una potente compasión

podré ser capaz de exponer el tesoro del Budadharma

introduciéndolo en nuevos lugares

y en lugares en los que ha degenerado.

La doctrina del Buda no es de orden material. Por lo tanto, la restitución y la difusión del budismo depende de nuestra interioridad o del continuum de nuestra mente. Cuando somos capaces de atenuar los defectos de la mente, sus cualidades se incrementan. Así pues, preservar y promover la doctrina del Buda significa operar transformaciones benéficas. La doctrina no es algo tangible, evidentemente; no se puede comprar o vender en el mercado ni elaborarla físicamente. Deberíamos, pues, prestar atención a los puntos fundamentales, tales como la práctica de las tres preparaciones: la renuncia, el espíritu del despertar o bodhichitta y la sabiduría que aprehende el vacío.

La responsabilidad de preservar y de proteger la doctrina del Buda está en las manos de quienes tienen fe en esta doctrina. A su vez, esta depende de nuestra inclinación hacia el Buda y de nuestro respeto hacia él. Si no hacemos nada constructivo esperando que otros lo hagan por nosotros, evidentemente no pasará nada. Así que la primera etapa consiste en cultivar en nuestra mente las cualidades excelsas enseñadas por el Buda. Después de haber disciplinado correctamente nuestra mente, podemos esperar ayudar a los demás a disciplinar la suya. El gran Tsongkhapa lo ha dicho claramente que los que no se han disciplinado apenas tienen posibilidades de disciplinar al prójimo. El Acharya Dharmakirti ha expuesto este principio en términos muy claros:

Cuando la técnica [te] es oscura

la explicación es por naturaleza difícil.

Los bodhisattva que tienen esta intención se plantean como último objetivo alcanzar el despertar. Para llegar a ello, se comprometen a eliminar las emociones perturbadoras que afligen la mente. Simultáneamente, se esfuerzan por cultivar las más valiosas aptitudes. Siguiendo tal proceso, esto es, la eliminación de los defectos y el cultivo de las cualidades, es como un bodhisattva llega a ser capaz de ayudar a los demás seres vivientes. El Comentario sobre el «Compendio de conocimiento válido» (de Dignaga)1 afirma:

Los que están dotados de compasión emplean todos los medios para aliviar los tormentos de los demás.

Por lo tanto, aquellos de entre nosotros que tienen fe en las enseñanzas del Buda deberían hacer todo lo posible para desarrollar sus virtudes. Esto es de extrema importancia y es particularmente irrefutable en esta época, en la que la doctrina del Buda está en vías de degeneración.

Nosotros, los tibetanos, denunciamos y criticamos mucho a los chinos porque han causado mucha destrucción en nuestro país. Pero lo más importante, para los adeptos al budismo, es adherirse con diligencia a los principios de este último. Las enseñanzas no adquieren sentido más que cuando vemos las ventajas que procura la práctica, cuando asumimos la disciplina y operamos las transformaciones positivas en nuestro corazón. Asistir a conferencias no cumple la misma función, pues constituye un acto destinado a obtener información.

Podríamos preguntarnos qué rasgos distinguen a un auténtico practicante del Dharma. La práctica debería comenzar con la disciplina ética de la abstención de los diez actos no virtuosos. Cualquier actitud negativa del cuerpo, de la palabra y de la mente debería estar perfectamente identificada, y su antídoto, correctamente comprendido. Con este conocimiento fundamental, un individuo debería eliminar de su vida las acciones negativas, tales como robar, mentir, etc., y practicar la honestidad, la amabilidad y otras acciones virtuosas. Los monjes y las monjas ordenados deben seguir las reglas de la disciplina monástica en lo concerniente a la manera de llevar la ropa monástica, de comunicarse con los demás, etc. Las reglas de la disciplina monástica enseñan incluso la manera de mirar al prójimo y la forma de dirigirse a los otros.

Para un practicante del Dharma, uno de los mayores desafíos consiste en oponerse a las emociones perturbadoras hasta librarse de ellas definitivamente. La dificultad radica, sencillamente, en que las emociones perturbadoras nos han causado toda suerte de tormentos desde el principio

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos