Astrología para hacer la revolución

Astromostra

Fragmento

¡Bendiciones! Si te regalaron o te autorregalaste este libro para tu cumple, ¡feliz cumple! Digo esto porque es muy común que la revolución solar se haga cerca de la fecha de nuestro cumpleaños. Nos vamos a meter hasta el cuello de revolución solar, así que abriendo esas cartas natales que tenemos un trip por delante. Igual, si no cumplís años por esta fecha, pero tenés el libro, te viene bien, tenés tu revolución del año pasado activa y vamos a metabolizarla.

Escribo estas páginas mientras el mundo se derrumba y sus ruinas son un show de YouTube. Estoy en un mundo que me grita en la cara, creo que a todos nos grita en la cara cosas distintas, y no hay opción de no escuchar sus gritos. Comprá. Elegí. Ahorrá. Aprovechá. Protegé. Cuidá. Descubrí. Comentá. Suscribite. Opiná. Dale un “me gusta”. Pedí dos ya. Resolvé. Uf. Estoy harto de que me den órdenes. Esto despierta en mí un espíritu de insubordinación y rebelión que no puedo detener.

Es posible que se me mezcle el término “revolución solar” con “revolución social”, y se me entrevere el Cabildo de mayo de 1810 con un retorno de Júpiter. Me voy a tomar la libertad de mezclar lo revolucionario con las técnicas de revolución astrológicas como un acto de rebeldía. Mi carta no está escrita en piedra; si me toca un ascendente de revolución en Acuario, hago lugar para que pasen otro tipo de aventuras, estoy resonando con algo fuera de mi órbita y me pintó explorar otras cosas que ni idea. Yo sé que parece una pavada total, pero no hay nada más revolucionario que perseguir el deseo.

El pensamiento astrológico no nos va a rescatar de todo este lío, la crisis sanitaria mundial, la economía cambiando de forma violenta, lo que ya sabemos. Así que listo, mi trabajo aquí está hecho. ¡Adiós! Lo dije. Qué alivio. Me aterrorizaba la idea de que hayas empezado este libro creyendo que tengo un montón de respuestas y soluciones a todas tus preguntas más ardientes. Yo podré ser muchas cosas, pero no soy un embustero. La astrología no sirve para nada, lo vengo diciendo hace rato. Es justamente esa falta de utilidad lo que la vuelve indispensable. Más que nunca en este mundo de resultados, éxito y exigencia necesitamos un lugar para la contemplación por la contemplación misma. Y la contemplación necesita distancia, pausa, inactividad, un momento donde no le tengo que rendir cuentas a nadie y me tengo que dedicar a escuchar el ritmo de mi propio corazón.

La realidad en la que estamos ahoga. Metafórica o literalmente, estamos atrapadas. ¿A vos te parece que así se nos va a caer una idea para hacer algún cambio? Necesitamos el oxígeno que nos da la distancia para vernos y entendernos, y saber bien dónde estamos en el mapa.

Quiero darle otra vuelta a la astrología, empezar otra vez la discusión y proponerte el carácter asociativo de la poesía de las estrellas para que empecemos a renovar las ideas, ensuciarnos las manos, tirarnos a la pelopincho. No se trata de explicar el mundo, no se trata de controlar el mundo, es hora de meterse en el mundo. Sí, hay que poner manos a la obra: ahora es el momento de la revolución.

La tarea de la revolución es colectiva. Yo podré cambiar tres o cuatro cosas de mi vida, pero nadie hace la revolución en soledad. Vos, ustedes, nosotros somos los que podemos cambiar el juego, y el juego necesita cambiar ya. La revolución es una encarnación colectiva, no hay un sujeto del cambio porque el cambio es un fenómeno en sí mismo, un acontecimiento, por eso la revolución no es una “idea”, sino algo que compartimos. Somos protagonistas del espíritu revolucionario de forma mancomunada.

Para ganar el juego hay que saber las reglas y la primera regla que tenés que conocer es que para jugar hay que poner el cuerpo. Nada de lo que está pasando por tu cabeza va a existir si no le ponés el cuerpo. Involucrarse, entrar a la ronda, salir del barrio, moverse. Miro los dedos con los que tecleo estas palabras y pienso: “sin el cuerpo no hay nada”. La astrología no es “de los hombros para arriba”, los planetas no “están en tu cabeza”. Una astrología cerebral, abstracta y sedentaria no te va a permitir revolucionar el registro de tus emociones y sensaciones, no te sirve de nada saber dónde está la Luna ni cuándo empieza Mercurio retrógrado si eso no enriquece tu mirada y tu capacidad de obrar. Aprender es un primer paso, tomar conciencia es un segundo paso, pero con eso no alcanza: hay que pasar al acto. Sí, hay que pasar al acto, sino las ideas se quedan en la potencia y nada más. Es una experiencia en la que jugamos todos, ganamos todos o perdemos todos.

El trabajo de conocernos a nosotros mismos es una forma de reescritura: identifico y registro mis tendencias o mis dificultades. Y esa reescritura se da en la carne, en la materia. Una manera muy clara en la que queda un registro real en mi cuerpo es en la memoria. “Esto me daba miedo, ahora me da alegría”. Un registro bien claro de cómo se siente en tu cuerpo, del sudor en la palma de tus manos o el frío que te corría por la espalda. Y ahora, gracias a animarte, conocer y sentir, esas sensaciones y esos pensamientos se transformaron, migraron, mutaron: te revolucionaste. Ese registro personal no se agota con la carta natal. Son experiencias intransferibles que te representan profundamente. Estabas jugando el juego y el juego te cambió.

La segunda regla del juego de la revolución es animarse a cambiar. Cuando cambiás tu sentimiento, cambia todo. Desde el minuto en el que mirás eso que te frustra y te enoja con una mirada de paciencia y reflexión, eso se convierte en otra cosa. Cambia tu sentimiento y cambia la cosa. Nada de peros. Cuando cambia mi sentimiento, cambio yo y cambia todo. Se dibujan sobre las miradas cansadas nuevos puntos de vista que jamás se me hubieran ocurrido y se fugan líneas creativas donde todo era aburrimiento. Nada de no puedo. Cuando estoy cambiando no me puedo juzgar. O hacemos o evaluamos. Por supuesto que hace falta pensar mientras hago las cosas, aunque sean tareas aburridas que hacemos mecánicamente. El pensamiento y el juicio forman parte de tu inteligencia. Pero el juicio necesita tiempo. El juicio de valor sobre nuestros actos es previo o posterior. Por eso me frustra juzgarme, nubla la cabeza, te agarra vergüenza, te intimidás, no se pasa al acto. Me reafirmo en mis viejos juicios de valor y no cambio el sentimiento.

Cuando jugamos estamos al 100% en el juego. El juicio de valor es una evaluación que tenemos que hacer con la cabeza fresca y con un poco de distancia. Dale lugar a que el juicio de valor no sea un límite constante. Estamos para hacer la revolución, no es ninguna pavada. Y como todos los juegos, hay que tomárselo muy en serio para poder divertirse de verdad.

Tercera regla: hay que cambiar las reglas; y si fuera posible, cambiar el juego. Acá es donde la revolución deja de ser tan radical y se pone relativa. Si existiera una sola respuesta para los 12 signos, no sería astrología,

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