Hay muchas formas de intuición o comprensión súbita de algo: hecho, idea o símbolo. Pero, por no resultar de la observación ni del estricto raciocinio, toda intuición es altamente riesgosa. Por consiguiente, lejos de aceptarla a ciegas, debiéramos examinarla en forma crítica.
El intuicionismo filosófico, como el de Bergson y de Husserl, afirma dogmáticamente la superiorida...
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Hay muchas formas de intuición o comprensión súbita de algo: hecho, idea o símbolo. Pero, por no resultar de la observación ni del estricto raciocinio, toda intuición es altamente riesgosa. Por consiguiente, lejos de aceptarla a ciegas, debiéramos examinarla en forma crítica.
El intuicionismo filosófico, como el de Bergson y de Husserl, afirma dogmáticamente la superioridad de la intuición sobre la observación y la razón: es anti intelectualista y, por lo tanto, enemigo de la ciencia. En cambio, el mal llamado intuicionismo matemático es rigurosamente racionalista, aunque estrecho. El científico y el técnico hacen uso constante de la intuición pero, en todos los casos, consideran sus frutos como provisorios y sujetos a confirmación o refutación.
Sin intuición no arrancamos, y con ella sola nos desbarrancamos. No se trata, pues, de optar por la intuición o por la razón, sino de combinarlas. Debemos disciplinar racionalmente la intuición y permitir que ésta movilice a la razón. Por otro lado debemos evitar la tentación facilista del intuicionismo, por ser dogmático y estéril.
En Intuición y razón Mario Bunge vuelca su saber filosófico y científico para contribuir al esclarecimiento de conceptos del conocimiento contemporáneo que, si bien gozan de gran difusión, casi nunca son estudiados con la profundidad que merecen.
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