Batalla por el botín (Fortnite: Atrapados en Battle Royale 2)

Devin Hunter

Fragmento

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CAPÍTULO UNO

Grey odió que su escuadrón eligiese Pueblo Tomate como punto de partida. Y no porque fuese un sitio pésimo, o porque siempre existiera la posibilidad de que murieran en cuanto apareciese el montón de jugadores que también iba allí. Fue por la pizzería. Le hizo añorar su hogar. Y la pizza. Bueno, y la comida en general.

Habían pasado tres semanas desde que a Grey lo habían arrastrado a esta versión de realidad virtual de Fortnite Battle Royale. Y tenía morriña. Mucha más de la que había sentido en su vida.

No se lo había contado a nadie porque no le pareció justo quejarse cuando dos de sus compañeros de escuadrón, Ben y Tristan, llevaban atrapados allí casi un año. Pero cuando el escuadrón de Grey fortificó su posición en la pizzería, deseó que le empezaran a rugir las tripas. Quería tener hambre para así poder comer. Qué raro era no tener un cuerpo de verdad para poder hacer esas cosas. Porque su mente sí que seguía queriéndolas hacer. Pero más que echar de menos su cuerpo, echaba de menos a su familia y amigos. Echaba de menos ser una «persona».

Cada vez tenía más la sensación de ser meramente un personaje de videojuego.

Grey recibió un disparo en el hombro y su escudo estuvo a punto de desaparecer.

—¡Céntrate, Grey! —le gritó Kiri.

—¡Perdón! —Intentó sacudirse de encima la nostalgia—. ¡Este lugar siempre me hace añorar la pizza!

Ben refunfuñó.

—Lo que yo haría por un trozo de pizza… con extra de queso, pepperoni y aceitunas.

—¡Tú también no! —dijo Tristan mientras ponía una trampa en la pared.

—¿Cómo es posible que no eches de menos la pizza? —preguntó Ben.

Tristan se encogió de hombros.

—Yo lo que echo de menos es el escalope al estilo de Viena de mi madre. La pizza es tan… americana. Pero sí que extraño la comida alemana.

—La pizza es internacional —dijo Kiri—. En Nueva Zelanda nos encanta. A ti lo que te pasa es que eres un raro.

Grey se rio.

—Aunque no me importaría tomarme una rebanada del pan maorí recién hecho de mi tía Ripeka —suspiró Kiri.

—Ni idea de qué es eso, pero si es pan seguro que me gusta —dijo Ben.

Lo más seguro era que estuviesen condenados a que los eliminaran enseguida, al estar allí escondidos, pero por lo menos su escuadrón se llevaba bien.

Y habían mejorado.

Dependiendo del día, el escuadrón de Grey se solía quedar entre los puestos cincuenta y cuarenta. Hubo un día que hasta quedaron entre los treinta mejores. Incluso en aquel momento, ya habían eliminado a sesenta personas.

Cuando rompieron la pared, el primer enemigo que entró corriendo murió en la trampa. Grey descargó su munición, pero en el momento en el que oyó el explosivo C4 supo que había llegado el final de la batalla. En efecto, a todos los hirieron gravemente, pero al menos se reían mientras su visión se iba transformando en blanco y negro.

Divertirse hizo que dejara de echar de menos su hogar.

—Podría haber sido peor —dijo Ben—. Hoy hemos quedado dignamente.

—Sí, tuvimos mala suerte en el posicionamiento —contestó Tristan. Qué raro era pensar que, tan solo tres semanas antes, Tristan se había largado de su escuadrón y luchado contra Ben. Ahora parecía que aquello no hubiese pasado jamás.

—La tormenta tampoco ayuda mucho que digamos —dijo Kiri.

—A lo mejor mañana. —Grey ya había luchado en suficientes batallas como para saber que a veces la suerte no acompañaba. En ocasiones te tocaban armas malas. Otras el ojo de la tormenta acababa al otro lado del mapa. Los cien jugadores que estaban allí atrapados, todos, ya habían tenido un mal día en algún u otro momento, y las clasificaciones medias estaban cada vez más igualadas.

Mientras esperaban a que terminara la batalla, Grey eligió a uno de los jugadores que aún estaba vivo para observarlo. Su favorito era Tae Min, el mejor jugador de todo el grupo.

Grey se imaginaba que ya había un montón de gente mirando lo que hacía Tae Min, pero es que era difícil no hacerlo. Se aprendía muchísimo observándolo. No solo era un buen tirador…, sino que además era capaz de construir a la velocidad del rayo. Conocía todos y cada uno de los sitios y además sabía cómo usarlos en su beneficio. Y por encima de todo, parecía que Tae Min pudiese leerte la mente.

Efectivamente, Tae Min fue uno de los últimos en caer. Desde su primer día, que fue perfecto, su clasificación solo había descendido como mucho cinco puestos. La jugadora más cercana detrás de él era una chica llamada Hui Yin, con una media de doce.

Tae Min estaba ahora en el ojo de la tormenta, construyendo una torre más rápido de lo que Grey sería capaz de hacer en toda su vida. Eso le animó a querer practicar más.

Un escuadrón de jugadores intentaba dar con Tae Min, pero siempre había un muro entre ellos. Acabó con todos sus adversarios uno por uno hasta que fue el último jugador que quedaba en pie y la batalla se acabó.

Otra Victoria Magistral para Tae Min.

Como era el final del día, Grey apareció en el almacén de batalla con los otros noventa y nueve jugadores atrapados en el juego. Se puso junto a los siguientes a él en la clasificación. Ben estaba justo al lado. Kiri estaba aún un poco por detrás, pero se había acercado. Y Tristan estaba por delante de todos.

Tal y como era costumbre, la Administradora apareció frente a ellos.

—Esto termina con la tercera semana de batallas. Vuestras clasificaciones están en el tablón. Por favor, tened en cuenta que os quedan cinco semanas para posicionaros entre los cinco primeros. Esta es la única manera de regresar al mundo real. El resto de los jugadores participará en la siguiente temporada de batallas.

Grey tragó saliva. ¿Cinco semanas? Intentó no pensar en el paso del tiempo, pero cinco semanas no le parecieron suficientes.

Eso significaba que seguiría atrapado en este lugar otros dos meses más.

Y ya echaba tanto de menos su casa como para ponerse a llorar en cualquier momento.

La Administradora desapareció, dejando que los jugadores hicieran lo que quisieran durante las siguientes tres horas antes de la hora de dormir «obligatoria». Grey todavía no era capaz de discernir si había dormido algo en todo este tiempo, pero se sentía descansado después, lo que siempre era bienvenido.

—¿Practicamos más? —preguntó Ben mientras todos regresaban con sus escuadrones. Las cosas ya estaban más tranquilas que al comienzo de la temporada, cuando todo el mundo parecía estar cabreadísimo. Era como si la gente hubiese aceptado finalmente su destino. Aunque Hazel, una jugadora que había empezado con Grey, seguía tocándoles las narices con bastante frecuencia.

—Necesito un respiro —dijo Grey—. Id yendo vosotros. Ahora os pillo.

—¿Estás bien? —Kiri frunció el ceño.

—Solo tengo que aclarar mis ideas antes de más Fortnite —dijo.

—¡Seguro que el pequeñín echa de menos su casita! —interrumpió Hazel. Le

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