Los sordos

Rodrigo Rey Rosa

Fragmento

Los sordos-1.xhtml

Índice

Cubierta

Portadilla

Índice

Dedicatoria

Nota del autor

Prólogo

Primera parte. Los sordos

   Guardaespaldas

      I

      II

   Javier en Ginebra

      I

      II

      III

      IV

      V

   Aquí, ahora

      I

      II

      III

      IV

   Los sordos

      I

      II

      III

Segunda parte. Nepente

   Nepente

      I

      II

   El sanatorio colgante

      I

      II

   ¡Arriba Guatemala!

      I

      II

      III

   Juicio maya

      I

      II

      III

      IV

Final

Notas

Sobre el autor

Créditos

Grupo Santillana

Los sordos-2.xhtml

Pero ¿cómo el poder oculto se las arregla para designar, contar o confinar a quienes ha condenado?

MAETERLINCK, La vida de los termes

Los sordos-3.xhtml

Nota del autor

Es posible, es deseable, que dentro de unos años los lectores no recuerden el significado de algunas expresiones que aparecen en estas páginas de ficción y que son comunes en el habla guatemalteca actual. Las PAC (Patrullas de Autodefensa Civil) fueron creadas por el Ejército de Guatemala como parte de la política contrainsurgente. Sólo entre 1982 y 1983 se involucró en éstas a más de un millón de campesinos, en su mayoría indígenas mayas de quince a sesenta años de edad. Así se constituyó un ejército de civiles que acabó con el sistema de autoridad indígena y se convirtió en una forma de control de las comunidades mayas. Quince años después de finalizado el proceso de disolución de las PAC, las acciones de estos exparamilitares (exPAC) aún afectan a las comunidades rurales guatemaltecas. Kaibiles se llaman los soldados de élite del Ejército de Guatemala adiestrados para llevar a cabo operaciones especiales. Amnistía Internacional ha registrado múltiples denuncias sobre violaciones a los derechos humanos perpetradas por exkaibiles. Como la trama lo exigía, hice una somera investigación (procedimiento que suelo eludir) para llegar a conocer, siquiera de forma rudimentaria, el milenario sistema de justicia maya. Me complace agradecer, por sus generosas y pacientes explicaciones, a José Ángel Zapeta García, tata de Totonicapán y estudiante de Leyes en la Universidad de San Carlos de Guatemala, y a Juan Tzoc Tambriz, que me recibió junto con otros tatas en su despacho de la Casa de la Autoridad Ancestral Maya de Nahualá, que es posiblemente el sitio originario del Título de los señores de Totonicapán (1554) y uno de los centros más importantes de jurisprudencia maya. El tz’ite’ es el «envoltorio sagrado» que debe consultarse antes de entablar un juicio o iniciar una curación; el solonik, una práctica jurídico-espiritual que podría traducirse como «deshacer los nudos». También debo agradecer a mis amigos y familiares que han servido como modelos —o médium o vehículos— para soñar los sueños dirigidos que son la sustancia de este prolongado ejercicio de imaginación.

Los sordos-4.xhtml

Prólogo

En San Miguel Nagualapán había tres kichés de condición humilde —una anciana y sus dos nietos— que viajaban todas las semanas a la laguna para vender metates en miniatura a los turistas. Como el padre había emigrado al Norte y la madre abandonaba periódicamente a sus hijos para ir a cortar café en una finca de la costa, la abuela paterna, que era viuda, cuidaba de ambos niños.

El niño era sordo y había perdido el dedo índice de la mano izquierda. Él mismo se lo cercenó al errar un golpe de cincel, mientras labraba una piedra volcánica para hacer un metate. La niña, de tres años, solía viajar a espaldas de la vieja envuelta en un perraje, a la manera de los kichés.

Andrés se comunicaba con su abuela por medio de un lenguaje de señas conocido desde siempre en la región, donde la sordera no es motivo de vergüenza. «Tienen poderes —decían algunos—. Conocen otros mundos, los sordos».

Su mundo era riquísimo en sensaciones, entre las cuales el cariño envol

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos