Bajo el cielo eterno

Veronica Rossi

Fragmento

 

Título original: Under the Never Sky

Traducción: Juanjo Estrella

1.ª edición: marzo 2012

 

© 2012, Veronica Rossi

© Ediciones B, S. A., 2012

para el sello B de Block

Consell de Cent 425-427 - 08009 Barcelona (España)

www.edicionesb.com

Depósito Legal:  B.10367-2012

ISBN EPUB:  978-84-9019-027-2

Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en el ordenamiento jurídico, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A Luca y Rocky

 

Contenido

Portadilla

Créditos

Dedicatoria

 

1. Aria

2. Aria

3. Peregrino

4. Peregrino

5. Aria

6. Peregrino

7. Aria

8. Peregrino

9. Aria

10. Peregrino

11. Aria

12. Peregrino

13. Aria

14. Peregrino

15. Aria

16. Peregrino

17. Aria

18. Peregrino

19. Aria

20. Peregrino

21. Aria

22. Peregrino

23. Aria

24. Aria

25. Peregrino

26. Aria

27. Aria

28. Peregrino

29. Aria

30. Peregrino

31. Peregrino

32. Aria

33. Peregrino

34. Aria

35. Peregrino

36. Peregrino

37. Aria

38. Peregrino

39. Aria

40. Peregrino

41. Aria

42. Peregrino

43. Aria

44. Peregrino

45. Aria

Agradecimientos

 

1

Aria

 

Al mundo que quedaba más allá de los muros de la Cápsula lo llamaban «la Tienda de la Muerte». Había mil maneras de morir ahí fuera. Aria jamás imaginó que llegaría a acercarse tanto.

Se mordía el labio mientras observaba la pesada puerta de acero que se alzaba frente a ella. En las letras rojas, parpadeantes, de una pantalla se leía: AGRICULTURA 6. PROHIBIDO EL PASO.

Ag 6 solo era una cúpula de servicio, pensó Aria. Había muchas que suministraban a Ensoñación alimentos, agua, oxígeno, todo lo que una ciudad encapsulada necesitaba. Ag 6 había resultado dañada durante una tormenta reciente, aunque al parecer los desperfectos eran menores. Supuestamente.

—Tal vez debiéramos volver —le dijo Cachemira. Se encontraba junto a Aria en la cámara estanca, y se retorcía, nerviosa, un mechón de pelo largo y pelirrojo.

Había tres chicos agachados alrededor del panel de control dispuesto junto a la puerta, manipulando la señal para poder salir sin que se disparara la alarma. Aria intentaba ignorar sus constantes discrepancias.

—Vamos, Cachemira. ¿Qué es lo peor que puede ocurrir?

Aria lo dijo en broma, pero la voz le salió demasiado aguda, y para disimular añadió una risita que, de todos modos, también sonó algo histérica.

—¿Que qué podría ocurrir en una cúpula dañada? —Cachemira empezó a enumerar con sus dedos finos—. Podría pudrírsenos la piel. Podríamos quedar encerrados fuera. Una tormenta de éter podría convertirnos en carne chamuscada, y los caníbales se nos comerían para desayunar.

—Pero si esto también pertenece a Ensoñación.

—Sí, pero queda fuera de los límites.

—Cachemira, no tienes por qué venir, si no quieres.

—Tú tampoco —replicó ella.

Pero se equivocaba.

Desde hacía cinco días, Aria no había dejado de preocuparse por su madre. ¿Por qué no se había puesto en contacto con ella? Hasta entonces nunca se había saltado ni una sola de sus visitas diarias, por más ocupada que estuviera con sus investigaciones médicas. Y, si quería obtener alguna respuesta, Aria tenía que meterse en aquella cúpula.

—Ya os lo he dicho cien, no, mil veces. Ag 6 es un lugar seguro —intervino Soren sin apartar la mirada del panel de control—. ¿O es que creéis que tengo intención de morir esta noche?

En eso tenía razón. Soren se quería demasiado a sí mismo para poner en peligro su vida. Aria posó la mirada en su espalda musculosa. Soren era el hijo del Director de Seguridad de Ensoñación. Poseía uno de esos cuerpos que solo los privilegios proporcionan. Estaba incluso bronceado, lo que no dejaba de ser ridículo, teniendo en cuenta que ninguno de ellos había visto nunca el sol. Y además era un genio descifrando códigos.

A su lado seguían Ruina y Eco. Aquellos dos hermanos seguían a Soren a todas partes. Normalmente co

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