Pese lo que pese

Jesica Lavia
Paula Giménez

Fragmento

¿Por qué es importante este libro?

¿A quién se le pide que escriba un prólogo? A una voz autorizada, involucrada en la temática, conocedora de la problemática, que valide la pertinencia, la necesidad, la importancia de que un libro se publique. En este caso, nos dimos cuenta de que las verdaderas voces autorizadas eran las de las mismísimas lectoras, destinatarias e inspiración de este proyecto, expertas en estos temas con cuerpo e historia, mal que nos pese.

Por eso, les preguntamos: ¿Por qué es importante este libro?

“Es súper necesario un libro así. La concepción de las dietas y la nutrición en general (entendida como hasta ahora) tiene un peso muy fuerte sobre nuestras cabezas y nuestra culpa, sobre todo en las feminidades. Por supuesto que tenemos que alimentarnos bien, pero no por los motivos por los que solemos intentarlo. Está muy naturalizado que todo el mundo puede opinar sobre nuestro peso y nuestros hábitos alimentarios, escudándose en la salud, cuando en realidad casi siempre sólo se trata de alcanzar parámetros hegemónicos. No creo que sea saludable estar continuamente preocupadas por nuestro peso y vivir frustradas. No creo que lo que se ha construido en el imaginario social alrededor de la nutrición sea saludable”. Eugenia, 33 años.

“Ponerle palabras a una problemática que nos atraviesa a todas alivia. Porque nos ayuda a validar las emociones que genera este sistema talle-único-hegemónico en el que vivimos. No es normal llorar en el probador, sentir culpa al comer o taparse toda cuando hay un sol hermoso en la pileta. El feminismo nos empuja a cuestionarnos todo, y en ese lugar necesariamente incómodo, leer un libro con mirada interdisciplinaria es clave para empezar a construir un lugar mejor”. Clara, 26 años.

“Es importante reunir en una perspectiva integrada cuestiones que una tiende a pensar por separado: la madre y el cuerpo, la infancia y los deseos, la alimentación y la cultura… La fragmentación tan propia de esta época no ayuda a comprendernos a nosotres mismes y un libro que ayude a pensar uniendo los puntos ¡es fundamental!”. Ana, 45 años.

“Tenemos que discutir, charlar y debatir todo lo que tenga que ver con nuestros cuerpos y nuestras identidades. Nunca fue fácil hacer frente a estos temas pero es hora de enfrentarlos y transitarlos con el mayor amor y respeto que podamos”. Florencia, 28 años.

“Porque hacer consciente y entender de dónde viene aquello que damos por sentado o naturalizado nos da luz, nos permite perdonar, nos permite dejar de absorber mucho de lo que nos dicen y, por lo tanto, saber escuchar”. Alicia, 44 años.

“Es importante un libro así para aceptarnos y poder construir una relación más sana con nosotres mismes y con la comida. Querernos y cuidarnos. Romper con los estereotipos y los esquemas. Mostrar cuerpos reales y no imposibles que tienen sólo les modeles. Terminar con la culpa y poder ser (aunque sea un poquito) más felices”. Martina, 24 años.

“Soy estudiante de nutrición y feminista. Entiendo al comer desde el placer, no sólo desde la belleza o la ‘salud’. Creo en la persona como un todo, y ese todo incluye también las creencias e imposiciones acerca de nuestros cuerpos. Me gustaría que seamos amoroses con nosotres mismes porque entiendo que es el único punto de partida para generar un cambio saludable (para el cuerpo y la mente) y que ese cambio pueda sostenerse en el tiempo”. Lucía, 24 años.

“El patriarcado nos generó miles de conflictos y nos rompió. Necesitamos reconstruirnos y saber que está bien ser como somos y poder desarmar en nuestra cabeza todos esos estereotipos construidos desde la mirada del macho que también nosotras tenemos. Necesitamos dejarles a nuestres hijes una sociedad un poco más igualitaria y con mucho más amor propio”. Daniela, 37 años.

“Este libro es importante primero que nada por mí. Por mi deconstrucción y por mi crecimiento personal. Por mi autoestima y mi aceptación. Porque todos los días trabajo y me esfuerzo para quererme más y mejor. Por mi vieja, porque puede que la ayude a ver cómo me afectó todo lo que ella sin querer me hirió y me marcó con sus comentarios y actitudes. Por las mujeres, para que todas podamos hermanarnos cada vez más, para que usemos la potencia que tenemos en seguir sintiéndonos más fuertes. Y por último, por las pibas que están creciendo y formando su personalidad, para que ellas no sufran esto, o lo sufran menos”. Carolina, 21 años.

“Es importante discutir estos temas para poder alimentarnos de manera saludable física y mentalmente. A veces ‘hacer dieta’ es también visto como ‘incumplir el decálogo de la buena feminista’ y terminamos nuevamente presionándonos con estereotipos. Es necesario tener una alimentación sana que nos lleve a querernos. Por eso es importante pensarla con perspectiva feminista”. Natalia, 31 años.

“Tengo problemas con mi peso. No tengo anorexia ni patologías extremas, pero vivo preocupada, sin disfrutar NADA. Y necesito este libro para disfrutar, para no sentirme sola, para no sentirme una tarada o una ‘mala feminista’ por querer verme de un modo que, se sabe, es estereotipado. Lo necesito para quererme como soy, para no mirar Instagram y desear el cuerpo de otra. Lo necesito para que todas nos queramos más”. Amira, 28 años.

“Padezco desórdenes de la alimentación desde que tengo 14 años y, aun en las etapas en las que los puedo tener bajo control, no hay día que no piense que cuando pesaba 42 kilos estaba preciosa. Incluso ahora, después de haberme hecho una liposucción y siendo delgada para los parámetros actuales, sigo pensando que necesito bajar de peso. No sé si es mi mamá diciéndome toda la vida que ella era gorda (me doy cuenta ahora que no, ella no era gorda), las redes sociales, la publicidad o qué. No sé por qué me pasa esto y me gustaría que no le pase a nadie más”. Agustina, 29 años.

“Es importante que se toquen estos temas porque es algo sobre lo que se viene hablando muy de a poco aisladamente, casi como un murmullo, y está bueno sistematizar todos esos discursos atomizados que, vistos con perspectiva social, evidentemente nos harán sentirnos menos solas. Y porque hablar de esas cosas que nos pesan (justamente) toda la vida seguramente es el primer paso para intentar ‘curarnos’ de los estigmas que llevamos. Como mujeres y como personas. Pero fundamentalmente como mujeres, porque reducirnos a una imagen que nos devuelve el espejo nos desprovee de todas las herramientas y recursos que podemos tener para vivir nuestra vida, ser felices y sentirnos objeto de deseo. Nuestro cuerpo es ese envase que nos lleva a todas partes, es lo que somos. Y si no conocemos lo que somos, no podemos llegar a nada. El conocimiento y el debate son, sin dudas, armas de lucha”. Juliana, 33 años.

“Necesitamos que la cultura de la dieta se termine para poder poner nuestras cabezas en luchas más importantes. Una cabeza llena de comida, horarios, ejercicio, insatisfacción no nos permite enfocarnos en lo qu

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos