Pequeñísimo en el parque de diversiones (Gaturro. El protagonista sos vos 3)

Nik

Fragmento

Gaturro y su familia llegan al nuevo parque de diversiones antes de que abran las puertas. ¡Y aun así, ya es tarde!

—Cómo se nota que en este lugar no hay nada divertido para hacer… ¡está el barrio entero esperando para entrar! —se queja Luz.

Y tiene razón. Todos están en la fila de la boletería. ¡Hasta Ramiro!

Mientras la mamá y el papá esperan su turno para sacar las entradas, Agustín va a comprar un algodón de azúcar y Luz se queda conversando con un chico un poco más grande que ella, que tampoco se saca los auriculares ni para charlar. El padre los mira inquieto, listo para actuar ante cualquier gesto sospechoso.

—No me extrañen que ya vuelvo —avisa Gaturro.

—Tranquilo, Gaturro, tomate el tiempo que quieras. Incluso podés tardar un par de semanitas en aparecer por casa, eh… —le responde el papá, sin sacarle los ojos de encima a Luz.

Gaturro aprovecha para saludar a sus amigos. Gateen se está sacando varias selfies debajo del cartel del parque. Seguramente son para compartir en sus redes, así sus seguidores saben dónde encontrarla. Katy Kit se arregla el peinado y la ropa, por si se cruza con algún periodista que esté cubriendo la noticia de la apertura. Gatovica se acerca a saludar a los muchachos de seguridad que están junto a la puerta: los conoce a todos del gimnasio. “¿Y dónde estará mi gatita adorada?”, se pregunta Gaturro. Por fin la ve.

—¡Ágatha! Por lo visto, no sos la primera en mi corazón, sino también en la fila. ¡Qué suerte la tuya! —le dice Gaturro, con gesto galante.

—Nada de suerte, Gaturro. Llegué a las seis de la mañana. ¡Daré el paso inaugural del parque! ¡Voy a salir en todas las fotos! —le responde, con su mejor sonrisa, lista para los flashes.

Por fin, las puertas se abren. Ágatha empieza a avanzar con paso ceremonial, en honor a la ocasión. Pero todos corren para entrar y se la llevan por delante.

—¡Son unos brutos! —grita desde un costado, furiosa y despeinada, mientras Gaturro la ayuda a ponerse de pie.

Los juegos son impresionantes. La familia de Gaturro quiere ir primero a la montaña rusa, pero como hay muchísima gente esperando, Gaturro decide irse con sus amigos.

—No hables con desconocidos, no vayas solo a ningún lado, no aceptes nada que te convide un extraño, siempre tené el mapa del parque a mano —recomienda la mamá antes de dejarlo partir.

Gaturro, Ágatha, Katy Kit, Gatunislao, Canturro, Gateen y Gatovica caminan juntos, pero enseguida empiezan a discutir sobre a qué juego ir. Al final, deciden separarse en dos grupos y encontrarse a las cinco de la tarde, cuando un show de fuegos artificiales dará por finalizado el primer día del parque.

—¡Vamos al tren fantasma! —sugiere Gateen, y Katy Kit, Gatunislao, Ágatha y Gaturro la siguen. Gatovica, Gatulongo y Canturro se van hacia los puestos de tiro al blanco.

El tren fantasma arranca. Ágatha, sentada al lado de Gaturro, se abraza a él cuando la oscuridad comienza a darle miedo. Cuelgan telarañas por todos lados, y en cada curva algo horrible los asusta: una momia espantosa, un monstruo que aparece de repente, un tigre salvaje que ruge…

De pronto, el tren comienza a corcovear un poco, como si se atorara. Y se detiene.

—¿Será parte del juego? —pregunta Katy, abrazada a su perrito. Pero los minutos pasan y sigue todo igual.

—¿Qué onda, men? Esto no funciona… —se queja Gatunislao.

Gaturro se quedaría en el tren para siempre: ¡Ágatha tiene tanto miedo que no lo suelta ni un segundo!

Pero Gateen sugiere iluminarse con el celular y caminar hasta la salida. Se van a perder todos los juegos si siguen ahí.

Si creés que deberían salir caminando del túnel, tocá aquí

Si creés que sería mejor esperar a que los vengan a buscar, tocá aquí

Todo el grupo camina hacia el sector del lago, usando las papas pay como bastones y asegurándose de cruzar cuando nadie pasa caminando. Por fin, llegan al área verde, donde hay pasto, arbustos, flores y un lago.

—Esto es re cool. ¡Tipo que parecemos exploradores a punto de entrar a una selva! —dice Gateen, y aprovecha para sacarse una selfie que espera poder subir más tarde a las redes, cuando recupere su tamaño y la conexión wifi.

El césped, aunque corto, los supera en altura.

—¿Qué onda, men? ¿Tenemos que atravesar primero todo esto para llegar al lago y recién ahí nos van a venir a buscar los pájaros para llevarnos? Llamaría a mi chofer para que nos alcance hasta la orilla, pero ya me quedé sin batería —dice Gatunislao.

—Si tuviéramos alguna posibilidad de usar un teléfono, ya habríamos pedido ayuda, ¿no te parece? Además, aunque lo llamaras, no podríamos esperarlo. Mientras más horas pasan, menos posibilidades de encontrar a ese mago. Y lo peor es que tengo una cita a la noche, ¡no voy a tener tiempo para prepararme si seguimos así! —dice Ágatha.

—Ay, Agathita… ¡me querías dar la sorpresa

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