Lorena Pronsky nos habla de Loca y el desafío de entender el dolor emocional
En su más reciente novela, Lorena Pronsky nos introduce a Carola Henner, una mujer atrapada en una red de responsabilidades y relaciones familiares que la llevan a una crisis profunda. En esta entrevista, Pronsky explora cómo decidió abordar temas tan complejos como la salud mental y la importancia de la autenticidad en los vínculos humanos, ofreciendo una mirada íntima al mundo interior de Carola y su lucha por encontrar un espacio donde pueda ser realmente escuchada.

La novela cuenta la historia de una mujer cuya crisis emocional la empuja a una decisión extrema. ¿Por qué eligió la ficción para hablar de eso?
La ficción da lugar a la acción. A la vida en movimiento. Nos permite ver el modo de ser de los diferentes personajes a través de su accionar. En este sentido, me interesaba poner de relieve el modo de transitar una enfermedad mental por medio de imágenes, de escenarios posibles, de diálogos, de diferentes tipos de modalidades vinculares. No quería relatar lo que un cuadro de depresión significa tipificando los síntomas de maneras abstracta. Eso lo encontramos en cualquier lado haciendo un clic. Necesitaba que la gente entendiera lo que les sucede a estas personas en su vida íntima, porque considero que es la mejor forma de apropiarse de un dolor ajeno; yo busco la empatía del lector, y para eso la información no alcanza. Los datos no tocan emociones. Quería que entendieran a Carola. Y para eso tuve que dar a conocerla, dejar que la vieran, que la escucharan, que la sintieran. Que la pudieran entender. Que intentaran buscar herramientas para ayudar en su recuperación.
La locura es un tabú, y suele estar romantizada en la ficción. El recorrido de Carola, la protagonista, para atravesar su crisis es muy racional: terapia, medicación. ¿Fue deliberado usar estas herramientas de superación en la novela?
Me propuse tocar este tema con responsabilidad profesional. En ese sentido, no conozco otra forma de superar los procesos anímicos, si es que se puede utilizar esta palabra, tal cual hace el recorrido nuestro personaje. La enfermedad mental, como el resto de las enfermedades, de romántica no tiene nada; lejos de eso, es bien dolorosa para quien la padece y desconcertante para quienes acompañan.
«La enfermedad mental, como el resto de las enfermedades, de romántica no tiene nada; lejos de eso, es bien dolorosa para quien la padece y desconcertante para quienes acompañan.»
Si comprendemos que es una afección multicausal en la cual, la terapia psicológica, el acompañamiento afectivo y la medicación resultan pasos necesarios para la restauración química del equilibrio del sujeto, no me parece responsable engañar al lector, de la misma manera que nunca quise engañar a Carola, como personaje, para suavizarle la realidad. Entiendo que para resolver o por lo menos para transitar la vida, es fundamental el proceso de autoconocimiento como la información sobre aquello que nos afecta. Y eso es lo que pasa en la novela. A decir verdad, no es tan distante de mi manera particular de comprender la existencia.
En la experiencia de la protagonista, vemos que no hay soluciones mágicas. ¿Por qué eligió mostrar este camino de superación, que se podría leer como más trabajoso?
Seguramente le he prestado mis propios procesos de superación personal, el de personas conocidas, el de pacientes, el de historias cercanas. Carola se construye a través de la experiencia vital de la realidad de lo que yo conozco. De lo que yo viví, no importa si en primera, segunda o tercera persona. Lógicamente, mi formación académica fue un gran recipiente del cual iba sacando información de manera natural. Creo que Carola está creada con criterio de realidad, con verdad, con honestidad y con responsabilidad. Carola existe. Carola existe. ¿Comprendés? Basta mirar alrededor, adentro, al costado: Carola existe.