Inmortal Carlos Giménez: «Soy consciente de mi edad, soy quizá el autor de historietas en activo mas viejo de la profesión»
Es difícil no caer en la definición de Carlos Giménez como el autor más importante del cómic español. Pero todo intento de evitar esta definición choca con la realidad incontestable de una obra que transciende toda etiqueta al conformar un testimonio dibujado de la historia de la sociedad española. En esta conversación con Álvaro Pons, Giménez repasa una carrera que, en perspectiva, no es más (¡ni menos!) que una reflexión constante sobre el ser humano, sus muchas miserias y esas pocas virtudes que permiten atisbar una reconciliación con la humanidad.
Por Álvaro Pons
Interior de Paracuellos (edición Debolsillo). En la imagen de apertura, detalle de la cubierta del mismo título.
Por ÁLVARO PONS
Álvaro Pons: Crisálida, Canción de Navidad y Es hoy forman parte de una trilogía en la que eres bastante inmisericorde con el protagonista. ¿La vejez es un punto final para un creador que ya no tiene vuelta atrás?
Carlos Giménez: La vejez, tal y como yo la veo desde el punto de vista de alguien que se dedica a contar historias, es un tema tan bueno, o tan malo, como cualquier otro. Una de las cosas buenas que tiene la vejez, quizá de las pocas cosas buenas que tiene, es que el autor viejo ha vivido lo suficiente para acumular anécdotas, experiencias y conocimientos de los que puede echar mano a la hora de contar historias. El protagonista de estos libros de los que tú haces mención, el señor Pablo, Pablito o simplemente Pablo, según se tercie –como igualmente su amigo Raúl y quizá otros-, es un personaje que yo utilizo para contar las historias que quiero contar y poner en su boca las cosas que yo quiero manifestar. Ni que decir tiene que este personaje está inspirado en la persona que yo soy y eso es debido a que haciéndolo a mi imagen y semejanza no tengo que romperme la cabeza buscándole una identidad, un temperamento, una profesión o una forma de vestir: Mirándome a mi mismo tengo toda la documentación solucionada. Pero como los lectores que siguen mi trabajo saben, la vejez y la muerte no es el único tema al que yo recurro a la hora de escribir y dibujar mis tebeos. Es uno más. Pero es un tema del que yo puedo hablar con el conocimiento que me da el hecho de ser viejo y de estar ya próximo al final de mi vida. Por lo demás quiero puntualizar que las cosa que yo cuento del tío Pablo o de su amigo Raúl, no son mi biografía. Yo no he pensado nunca en tirarme por el balcón. El tío Pablo es un personaje de ficción y yo soy una persona muy normalita que vive una vida muy normalita y cuya biografía no interesaría a nadie.
Álvaro Pons: En tu obra, Pablito ha sido siempre tu alter ego, pero en esta trilogía aparece otro nuevo personaje que es difícil disociar de tu persona: Raúl. ¿Hasta qué punto cada uno de ellos refleja una parte de ti y de tu pasado?
Carlos Giménez: En tu pregunta prácticamente ya va implícita la respuesta. Cada uno de estos personajes es la percha donde yo he colgado mis experiencias, mis conocimientos, mis sentimientos y mis opiniones. El Pablito niño me ha servido para narrar las casas que he visto y conocido de niño, el Pablito joven para hablar de mi juventud y el Pablo viejo para reflexionar desde vi vejez. Ninguno es mi biografía y todos son un poco mi vida. En cuanto a Raúl, el amigo del Tío Pablo, es algo de lo mismo. Pero he tenido que diferenciarlo de este porque no me interesaba que el Tío Pablo se tirara por el balcón.
Álvaro Pons: En Canción de Navidad, tomas de partida el clásico cuento de Dickens para mirar al pasado de tu personaje fetiche, para encontrar un repaso a tu propia vida que se aleja mucho del canon Dickensiano. ¿No existe ya posibilidad de redención, como anunciaba Dickens, cuando miras al pasado?
Carlos Giménez: Si te fijas bien en todos mis tebeos –los que no son de aventuras, claro- yo lo único que hago, lo que he hecho siempre, es contar historias y dar opiniones. El cuento de Dickens se prestaba perfectamente para esto. Y la idea de los fantasmas del pasado, del presente y del futuro, es tan genial, tan adecuada para contar historias y tan divertida de dibujar, que lo que me extraña es que nadie la haya utilizado antes que yo. En lo que yo difiero de Dickens es en lo que tú llamas la redención. Míster Scrooge sí que tenía que arrepentirse de muchas cosas de su vida porque había sido un mal hombre, pero, como puede verse en mi tebeo, este no era el caso del Señor Pablo. Y lo que yo trato de decir, en oposición a Dickens, es que los seres humanos no cambian al final de su vida, por muchos fantasmas que vengan a visitarle. Inevitablemente somos lo que somos y lo seguimos siendo irremisiblemente hasta el final.
Días del futuro pasado
Álvaro Pons: El pesimismo que impregna esa trilogía contrasta con la época de fecundidad creativa que estás pasando, con casi dos álbumes anuales, con obras muy variadas y diversas, desde la adaptación de clásicos a la reivindicación social y la continuidad de Paracuellos. Un contraste curioso, si se me permite, pero que define la realidad de un creador: ¿es imposible dejar de crear?
Carlos Giménez: La época de fecundidad por la que yo estoy atravesando se debe solamente a que trabajo mucho. Prácticamente es lo único que hago y lo único que deseo hacer. Ahorro mucho tiempo no haciendo las cosas que no quiero hacer. Soy consciente de mi edad, soy quizá el autor de historietas en activo mas viejo de la profesión, y quiero aprovechar bien el tiempo que me quede para hacer los tebeos que aun puedo realizar. Es lo que me gusta hacer y es lo que me mantiene vivo mental y económicamente. Esta trilogía, la compuesta por Crisálida, Canción de Navidad y Es hoy, ciertamente puede parecer pesimista sobre todo en lo concerniente a las opiniones que los personajes dan con respecto al rumbo que lleva el planeta y la sociedad. Lo contrario sería de un optimismo rayano en la ciencia ficción. Lo que el señor Pablo y su amigo Raúl dicen es algo que sabe cualquier persona medianamente informada. Lo que ocurre es que llama la atención porque no es normal encontrarse estas opiniones en un tebeo. No sé si para un creador es imposible dejar de crear. Para mí sí seria tristísimo no poder hacerlo ya que mi vida perdería lo más esencial que tiene: yo si algo soy de verdad es un contador de historias. Y lo que no puedo hacer, me es imposible y además no quiero porque va en contra de mi temperamento, como en el chiste del escorpión, es dejar de opinar.
«La época de fecundidad por la que yo estoy atravesando se debe solamente a que trabajo mucho. Prácticamente es lo único que hago y lo único que deseo hacer. Ahorro mucho tiempo no haciendo las cosas que no quiero hacer. Soy consciente de mi edad, soy quizá el autor de historietas en activo mas viejo de la profesión, y quiero aprovechar bien el tiempo que me quede para hacer los tebeos que aun puedo realizar».
Álvaro Pons: Tu obra ha realizado un viaje desde lo personal a lo histórico a través de obras como 36-39, Paracuellos, Barrio o Los profesionales. Un recorrido por la historia de España en el que es imposible diferenciar lo personal de la historia de este país, en tanto son vivencias propias o cercanas. ¿Es hoy, cierra ese recorrido en el que, en cierta forma, tú mismo eres origen de tus historias?
Carlos Giménez: Casi siempre suelo escribir y dibujar sobre las cosas que conozco, sobre las cosas que he visto, sobre los asuntos que he vivido personalmente o he visto vivir a otros. Así como suelo opinar en mis trabajos sobre los asuntos que me preocupan y exponer lo que personalmente siento. Al haber vivido en un país concreto, durante una época concreta es comprensible e inevitable que lo que cuente refleje, retrate, ese tiempo y ese país. He conocido de niño los colegios internos de la posguerra, he vivido de joven en los barrios de Madrid y me hice adulto en Barcelona. De todo esto he hablado en mis libros. Ahora soy viejo, y de esto también he querido hablar.
Álvaro Pons: Punto final da fin a dos de tus obras más recordadas, Dani Futuro y Gringo, personajes creados para el entretenimiento y el disfrute de los lectores jóvenes que no renunciaban a otras lecturas. Pero… ¿se puede dar final a los personajes cuando ya han abandonado la mano del creador? Incluso me atrevería a preguntarte: ¿pertenecen ya a su creador –en un sentido moral, evidentemente, no de derechos- cuando han pasado al imaginario colectivo?
Carlos Giménez: Punto Final es un álbum de historietas con el que pretendo cerrar de una forma definitiva, de ahí lo de Punto Final, las dos series más importantes con las que yo me inicié en esta profesión de dibujar tebeos: Gringo, una historia del oeste y Dani Futuro, aventuras en el mundo de la ciencia ficción. Y al mismo tiempo, sobre todo en el caso de Dani Futuro, rendir un merecido homenaje al guionista de la serie, a mi amigo y maestro Víctor Mora, mi maestro en la profesión y también en la vida, al que tanto quise y de quien tanto aprendí. La realidad es que, además de todo esto, yo tenía ganas de volver a trabajar en estos temas tan divertidos de escribir y dibujar. Para un profesional de los tebeos realizar historietas de aventuras con paisajes exóticos y figuras en acción es muy ameno y gratificante. Ocurre también que a los personajes de los tebeos con los que se ha trabajado se les termina tomando cariño, por lo menos eso me ocurre a mí, y con el tiempo apetece retomarles de nuevo y hacerlos vivir un poco más. Mis modestos personajes no creo que hayan alcanzado la suficiente importancia como para pasar al imaginario colectivo.
«Casi siempre suelo escribir y dibujar sobre las cosas que conozco, sobre las cosas que he visto, sobre los asuntos que he vivido personalmente o he visto vivir a otros. Así como suelo opinar en mis trabajos sobre los asuntos que me preocupan y exponer lo que personalmente siento. Al haber vivido en un país concreto, durante una época concreta es comprensible e inevitable que lo que cuente refleje, retrate, ese tiempo y ese país».
Álvaro Pons: Tanto en Dani Futuro como en Gringo trabajabas sobre guiones ajenos. ¿Cómo has afrontado estas últimas historias, siendo fiel a la voz de los guionistas que los crearon o dando finalmente tu visión personal de los personajes?
Carlos Giménez: En el caso de Dani Futuro he tratado de escribir un guion al estilo de lo que yo pienso que habría hecho Víctor Mora. No sé si lo habré conseguido. He procurado mantener los guiños y las constantes del maestro y conservar sus personajes y sus recursos narrativos. Quiero pensar que si este guion lo leyera mi amigo Víctor me puntuaría con un aprobado. En el caso de Gringo, en cambio, no he mantenido el espíritu de los guiones de Manuel Medina, el guionista principal de la serie. Gringo fue un tebeo juvenil, amable y para todos los públicos y yo he preferido contar una historia dura, violenta, más en consonancia con el autor que ahora soy, con un Gringo cincuentón que busca el descanso, que ya no quiere aventuras y al que las circunstancias le llevan a cometer actos horribles.
Álvaro Pons: El Carlos Giménez que dibujó Gringo estaba casi empezando en el mundo de la historieta. ¿Qué queda de aquél Pablito en el Carlos Giménez de hoy?
Carlos Giménez: No lo sé. Imagino que, en lo profesional, debe quedar muy poco en cuanto a estilo y conceptos. En aquella época yo era un aprendiz y el tiempo, estos más de cincuenta años transcurridos, me han convertido lógicamente en un profesional. Creo que conservo la misma o parecida ilusión que entonces, el mismo amor a esta apasionante profesión y las mismas ganas de hacer mi trabajo lo mejor posible.
Interior de Es hoy (Reservoir Books).
Álvaro Pons: ¿Volver a dibujar a estos personajes te ha dado ganas de continuarlos o de que otros los continuasen, como está pasando en el cómic francobelga con personajes como Spirou o Astérix? ¿Te importaría que otros autores dieran su visión personal de tus creaciones?
Carlos Giménez: Ya te digo que dibujar tebeos de aventuras es muy divertido y muy gratificante. Haciendo este álbum de Punto Final, me lo he pasado muy bien. Y ciertamente me ha sabido a poco. Quizá tú ya sepas que siempre me he caracterizado por retomar series que ya había dado por terminadas, -Barrio, Paracuellos, Los Profesionales…- incluso después de haber dicho y jurado que las daba por acabadas. Siempre reincido. Debería aprender a mantener la boca cerrada, a nunca decir nunca más. Con estas dos historietas se me ha abierto el apetito de dibujar tebeos al viejo estilo, al estilo de los tebeos de aventuras de siempre. Sé que para opinar sobre el estado del mundo o sobre la condición humana, eso a lo que yo tan dado soy, igual se puede hacer en un tebeo de Ciencia Ficción, en uno del Oeste o en uno de piratas. Y… no pude evitarlo, lo siento, fue superior a mis fuerzas… pero, a pesar del título del álbum: Punto Final, reincidí una vez más. Y he vuelto a realizar otro episodio de Dani Futuro. Se titula Mientras el mundo agoniza. Y ya no digo que nunca reincidiré. Lo que pasa -lo digo en mi descargo- es que hay muchos temas sobre los que escribir y dibujar y a mí me quedan en la recamara todavía muchas historias que quiero contar. Teniendo en cuenta la edad que tengo, no creo que me dé tiempo a contar demasiadas. Siempre pienso que la historieta que estoy dibujando posiblemente es la última. Y en cuanto a si me gustaría que otros autores dieran continuidad a mis personajes, no, no me gustaría. Ya se hizo esto con Gringo y con Delta 99, por iniciativa de la agencia con la que entonces yo trabajaba y los resultados no fueron buenos. Dejemos las cosas como están.
Álvaro Pons: A partir de Es hoy, has realizado obras que miran directamente al futuro. En Mientras el mundo agoniza, vuelves a uno de tus personajes más icónicos para alertar de un futuro que, cada vez más resulta realista y peligrosamente cercano. Ante la inacción de la política, ¿son las ficciones la mejor alarma de la realidad que nos viene?
Carlos Giménez: La ficción es realmente una buena forma, quizá la mejor forma, de contar lo que todavía no ha pasado pero que puede pasar. En estos momentos es evidente, según nos advierten constantemente los sabios que se preocupan de estas cosas, que el mundo, nuestro planeta Tierra, está siendo maltratado, agotado, explotado, ensuciado y envenenado de tal manera que no podrá soportar esta situación durante más tiempo. Quiero decir que nosotros, las gentes que habitamos este planeta no podremos resistir durante mucho más tiempo. No el planeta, el planeta seguirá sus ciclos durante los siguientes millones de años que le queden de vida y, cuando nosotros desaparezcamos, ni siquiera notará que le ha desaparecido el molesto grano que era la humanidad.
«Siempre quedan historias que contar, sobre todo cuando se ha vivido una vida tan larga como la mía. Cuando decimos que la vida es corta no nos damos cuenta de lo larga que es. Es cierto lo que tu observas, mis libros son prácticamente unos la continuación de otros».
Álvaro Pons: En El inmortal, de nuevo avisas de esa deriva y sus posibles consecuencias, aunque en este caso optas por el humor, la sátira y la ironía. ¿Solo nos queda reírnos de nuestro futuro?
Carlos Giménez: En El inmortal, más que opinar sobre el futuro lo que he pretendido es caricaturizar un poco el presente. Solo una pequeña parte del presente. Como si dijéramos poner un espejo delante de nuestros ojos para ver lo que somos y por qué camino vamos. Y, pienso, que es bueno y saludable reírse de nuestra propia imagen hilarante del espejo y no tomarnos demasiado en serio.
Álvaro Pons: De alguna manera, la trilogía del Crepúsculo habla de la muerte del individuo y obras como Mientras el mundo agoniza y El inmortal, de la muerte de la sociedad. En un mundo globalizado, ¿puede existir el individuo sin sociedad y viceversa? ¿Estamos condenados a diluirnos en una sociedad mercantilizada y globalizada?
Carlos Giménez: Lo malo es que el mundo no está globalizado. Al decir globalizado parece que queremos decir que hay un solo mundo igual para todos. Y eso no es verdad. Desgraciadamente hay muchas partes del mundo que no gozan de lo que podría ser la globalización. Hay muchos mundos. El mundo de los que pasan hambre, el mundo de los que sufren de enfermedades que hoy en día son fácilmente curables pero que ellos no tienen acceso a los medicamentos necesarios, el mundo de los que no tienen donde vivir, el mundo de las dictaduras religiosas o políticas, esos mundos, demasiados, donde la gente sufre mientras los otros mundos, los mundos opíparos, sobrados y despilfarradores, miran para otro lado.
Interior de Canción de Navidad (Reservoir Books).
Álvaro Pons: La última entrega de Paracuellos deja de lado el foco principal de los hogares del Auxilio Social para desplazarse hacia su entorno, el de las personas que ayudaban a esos niños. En cierta medida, visibiliza algo que había estado siempre en el universo cerrado de Paracuellos, ese segundo plano que era protagonista pese a no salir nunca, los supervivientes de la guerra, conectando de alguna manera con 36-39. ¿Paracuellos es, finalmente, la única metáfora posible de la España que perdió la guerra frente al fascismo?
Carlos Giménez: Yo, en Paracuellos, lo que he procurado al mismo tiempo que avanzaba la serie, es ir contando todo lo que yo he sabido y conocido de aquellas instituciones y de las personas, niños y mayores, que las habitaban. Empecé por lo que me pareció más importante: la vida de estos niños, su adoctrinamiento y las condiciones en que vivían y los malos tratos que tenían que soportar. Cosas todas estas que sólo se pueden comprender si consideramos la época en que se producían: después de una guerra que habían ganado los fascistas y en el caldo de cultivo de crueldad y odio del que se nutria la dictadura franquista. Pero en aquel mundo, como en todos los mundos, también había, naturalmente, personas buenas a las que no he querido dejar de mencionar y, en la medida de lo posible, rendir un pequeño homenaje. Paracuellos es una visión de una parte muy pequeña de lo que fue la posguerra española, que, sobre todo para mí que la viví, fue, no por pequeña menos importante.
Álvaro Pons: Tu obra creó la memoria histórica de este país avant la lettre, 36-39, Paracuellos, Barrio, Rambla arriba, rambla abajo, Los profesionales y España Una, Grande y Libre, retratan la historia de este país que nunca se escribió en los libros de historia. La de los que la sufrieron, pero no fueron nunca protagonistas, dando una voz única y rotunda que sigue vigente. Pero quedan muchas historias por contar y reivindicar: ¿cuáles crees que son las más urgentes?
Carlos Giménez: Sí, eso me dijo una vez un amigo: "Tú no te has dado cuenta pero la Memoria Histórica la creaste tú". No lo sé y no es eso lo importante pero si es cierto que mucho antes de que se acuñara ese término yo ya llevaba tiempo contando en mis tebeos los asuntos de Paracuellos, Barrio y muchos otros. Te agradezco la generosidad que encierra tu pregunta al otorgarme méritos que no se si tengo. Pero sí, quedan todavía muchas historias por contar. Del pasado y del presente. Queda mucho que decir. Y lo más urgente, ya que me lo preguntas, es salvar el planeta. A eso deberíamos dedicar la mayor parte de nuestro esfuerzo los que tenemos la ocasión de opinar y denunciar: Antes que nada, con prioridad sobre cualquier otro problema, hay que solucionar lo del calentamiento global. Estamos matando al planeta y si este se muere nos morimos todos. Y no podemos decir que no lo sabemos. Nos lo están advirtiendo todos los días los sabios y nos lo están recordando a diario los medios de comunicación.
Álvaro Pons: En breve llegará un nuevo Paracuellos, el último, en el que se conecta con Barrio. Cierra un círculo, pero deja abierta otras conexiones: Barrio y Rambla Arriba, rambla Abajo con Los profesionales, 36-39 con Paracuellos, Los profesionales con España Una, Grande y Libre… ¿Quedan historias para rellenar esos huecos o prefieres explorar otros caminos?
Carlos Giménez: Siempre quedan historias que contar, sobre todo cuando se ha vivido una vida tan larga como la mía. Cuando decimos que la vida es corta no nos damos cuenta de lo larga que es. Es cierto lo que tu observas, mis libros son prácticamente unos la continuación de otros. Suelo escribir sobre etapas concretas de mi vida y como me atengo bastante a la realidad, es por eso que las cosas que cuento tienen una coherencia de continuidad que las hace parecer partes de la misma historia. Aun así, siempre quedan cosas por contar. Lo que pasa es que no siempre me apetece narrar cosas de mi propia biografía, también me apetece tocar, y sobre todo dibujar, otros temas. Es por eso que con frecuencia hago adaptaciones de relatos de escritores que me gustan.
Interior de Mientras el mundo agoniza (Reservoir Books).
Álvaro Pons: Tus obras tienen siempre una lectura comprometida y política. Pero en tiempos de radicalización de los enfrentamientos, donde las opiniones tienden con demasiada rapidez a la crispación, ¿es posible mantener el compromiso sin caer en el juego de la polarización?
Carlos Giménez: Esta pregunta tenemos que hacérnosla cada uno a nosotros mismos y cada uno encontrar su respuesta. Yo soy un hombre comprometido y me es imposible a la hora de hacer mi trabajo no ser consciente de quien soy y de dónde vengo. Tengo un concepto claro de lo que básicamente es bueno y de lo que es malo. Creo, entre otras cosas, y sobre todo, en la Democracia, en la Libertad y en la Justicia Social. Y trato de que mi vida, y sobre todo mi trabajo, refleje lo que soy y lo que pienso.
Álvaro Pons: Aunque se te relaciona fundamentalmente con la historia y la memoria, tu obra tiene una diversidad amplia y espectacular, pero resulta especialmente interesante el acercamiento que has hecho a las relaciones personales, al amor, en obras recopiladas recientemente con el título Primer Amor. Pero, de alguna manera, es imposible desgajar tu otra obra de estas: ¿el amor y el desamor, las dos caras de una misma moneda, son quizás lo único que verdaderamente nos mueve individualmente?
Carlos Giménez: Creo que el amor es lo que siempre ha movido a la Humanidad. Puede pensarse que es el dinero, y en esta época que vivimos posiblemente lo parezca, pero yo creo que es el amor lo que impide que los seres humanos nos extingamos. Yo he amado mucho y creo que también me han amado. El amor ha estado, y está todavía, presente en mi vida. No concibo la vida sin amor. Y el desamor forma parte del amor de la misma manera que la muerte forma parte de la vida.
Álvaro Pons: Tus historias de amor y, sobre todo, de desamor, pueden parecer lo contrario de la concepción de lo romántico. Sin embargo, en todas ellas hay una auténtica desazón por la ausencia del amor que entronca con claramente con el romanticismo literario. ¿En el fondo, eres un romántico?
Carlos Giménez: Yo creo que sí. Y no creo que ser romántico este reñido con ser realista. Igual que todo lo que sube baja y todo lo que empieza termina, el amor, no podía ser de otra manera, lo mismo que empieza también termina. Y no es malo que sea así. Yo no creo en los amores para toda la vida –no quiero decir que no existan- como no creo en la media naranja. Creo, en cambio, que los seres humanos, hombres y mujeres, estamos capacitados para enamorarnos las veces que haga falta y disfrutar plenamente cada vez del amor con pasión y con todo lo que este sentimiento trae consigo de dicha y de dolor.
Álvaro Pons: Estamos viviendo en una situación inédita: una pandemia retransmitida en directo a través de las redes sociales y los medios. Vivimos en primera persona un apocalipsis que habíamos leído y visto mil veces en las películas, pero que la realidad nos ha traído bien diferente, con confinamientos, aislamientos, muertes… Tu mirada ha sido testigo de la realidad cotidiana a lo largo de la historia de España, fundamental para conocer y entender nuestro pasado. ¿Contarás también este periodo?
Carlos Giménez: Posiblemente no. Es demasiado reciente. No hay distancia suficiente para verlo y entenderlo en su auténtica dimensión. Y yo, por la edad que tengo, no voy a tener tiempo para distanciarme. Además, esto todavía no ha terminado y no sabemos cómo va a acabar. Y sobre todo no sabemos lo que vendrá después. Lo importante para los que sobrevivan es ver cómo será el mundo que se encontrarán. Aunque no nos demos cuenta está cambiando todo, la forma de trabajar, la manera de comprar, las relaciones… Hay muchas cosas que ya nunca serán como antes. Esta pandemia que para muchos ha sido desastrosa –y no hablemos de los que han muerto- y ha creado pobreza, y la destrucción de muchos empleos y pequeños negocios, ha sido, en cambio, para las grandes empresas y sobre todo para los bancos, una época de bonanza y prosperidad en la que han ganado más dinero que nunca. Estos que se enriquecen con las pestes, son los mismos que manejan el mundo y no creo que estén dispuestos a soltar el cuerno de la abundancia. Se acercan -así lo anuncian- épocas de carestía y escasez. Que no nos pase nada.
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