«Cartas abiertas», de Juan Esteban Constaín: por qué cartas
Todo mapa es una representación del mundo que refleja la visión de quien lo dibuja, y el Mapa de las Lenguas no tiene fronteras ni capitales: once libros, un año y un territorio común para la literatura de veintiún países que comparten un idioma con tantas voces y lenguas como hablantes. Invitados por LENGUA, los autores de la edición de 2023 exponen su geografía literaria y explican cómo ésta encaja en esta colección panhispánica global que presenta la mejor literatura en español. Aquí, Juan Esteban Constaín escribe sobre «Cartas abiertas».
Juan Esteban Constaín. Crédito: David Rugeles, cortesía de la revista Diners.
Hace unos cuantos años, tantos que fue en los tiempos prehistóricos antes de la pandemia, un amigo argentino me mandó por correo un recorte de prensa en el que había una noticia enternecedora y trágica: la historia de un cartero en la provincia de Córdoba cuya casa fue allanada por la policía con la presunción de que allí funcionaba un gran expendio de drogas. Pero al entrar, los oficiales no encontraron ninguna sustancia prohibida y feliz sino un espectáculo que los dejó atónitos, petrificados: miles de cartas abiertas y regadas por el piso. Cuando le preguntaron al cartero por qué no entregaba esos papeles que eran la vida de la gente y que sin duda constituyen el acto de fe más grande que pueda haber –eso son las cartas de papel, más en nuestra época– él respondió con un argumento bellísimo y lapidario, y es que su suegra era una gran lectora de ficciones y se había quedado ciega, por lo cual había empezado a exigirle, con la determinación de toda suegra, que le leyera libros y relatos, que los consiguiera como fuera. El pobre cartero, en vez de gastar su exiguo salario en semejante delirio, decidió entonces que lo más fácil y a la mano era empezar a leerle a la buena señora las cartas que llevaba en su morral. Primero unas cuantas, ya luego todas las que tenía consigo, y ante las cuales ambos lectores entrometidos e inopinados reaccionaban según la trama con la que se iban encontrando día a día.
Reinventar el pasado
Esa escena, un cartero que abre cartas y se las lee a una ciega, es la imagen que me llevó a escribir Cartas abiertas. Mi amigo quería que yo escribiera sólo una columna de prensa con esa noticia que me envió desde Buenos Aires, y lo hice, pero la historia me pareció tan bella que sabía que allí había una novela. El problema, claro, es que me tocaba escribirla, y el camino fue largo y culebrero. Digamos que empecé a hacer juegos y pruebas, ejercicios estilísticos para ver por dónde despuntaba la luz. Y a diferencia de lo que me había ocurrido en las otras novelas que he escrito, tres más o menos, esta vez tenía todo: el tono, la temperatura, el sabor y la certeza de lo que quería contar, pero no tenía un personaje al servicio de la trama que ya estaba en mi cabeza. Entonces, una tarde, se me apareció de cuerpo entero Marcelino Quijano y Quadra (con Q): un ser anacrónico y brillante, un héroe de sombrero y gabardina con la estampa de Harold Laski o Fernando Pessoa o Walter Benjamin. Ahí estaba todo: Marcelino Quijano era y es un tahúr que dedica su vida a robar y a leer cartas ajenas para descubrir en ellas la novela, la ficción que es siempre la vida de los otros, pero en su caso con el propósito encomiable de ver si en alguna de ellas hay alguien que esté viviendo una tragedia en la que él, como un dios discreto y bienhechor, pueda intervenir para alivianar en algo las cargas del destino, un destino que muchas veces cambió gracias a su intervención providencial.
Eso, y muchas cosas más, ya verán, es Cartas abiertas, y me hace muy feliz pensar en los lectores que las van a recibir como la botella de náufrago que también son. «Que el fuego no empañe nada, que no haga sombra», como dice su protagonista. Allí nos vemos.
Mapa de las Lenguas es una colección panhispánica global que presenta la mejor literatura de veintiún países que comparten el idioma. Pero es, sobre todo, un itinerario de viaje por once de los libros que el año pasado tuvieron mayor trascendencia en su país de origen y que, a lo largo de 2023, recorrerán el resto del ámbito del español.
Adentrarse en la obra de estas once voces es transitar un territorio físico, tangible, pero también un espacio moral, intelectual, anímico, político y sociocultural. La lectura de un autor contemporáneo de cualquier país de habla hispana es una ventana a una forma de expresarse y escribir en español, pero también un modo de tomarle la temperatura a las preocupaciones y los anhelos de cada uno de esos lugares.