Pablo Bernasconi: “La ilustración es un acto de comunicación amparado por la poesía”
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Pablo Bernasconi: “La ilustración es un acto de comunicación amparado por la poesía”

Pablo Bernasconi es un artista integral y brillante que, a partir del juego con texturas de diversos materiales y palabras, conjugadas con una sensibilidad única, supo construir un estilo propio. Es autor de Mentiras y Moretones, Infinito, Miedoso, Excesos y exageraciones, entre muchos otros títulos. Desde Bariloche, donde vive, conversó con PenguinKids sobre su trayectoria, su trabajo y su estilo.

EQUIPO PENGUINKIDS 

¿Qué artistas, pensadores, científicos, te nutrieron?

Todas las manifestaciones artísticas con las que me llevo bien, y las que me son afines, fueron nutrientes de las cosas que hago hoy. Hay músicos que considero imprescindibles, lo que implican globalmente como obra. Tom Waits. Más allá de su música, el tipo fue fundamental, muy influyente en las formas innovadoras en las que usa los instrumentos y en la forma en que creó su propia carrera. Hay muchos músicos, cineastas, escritores. Por ejemplo, Italo Calvino, Borges. La forma de construcción de sus obras es mucho más ambiciosa. En todos ellos se ve un estilo madurado en el tiempo. No son destellos. Esos son los artistas que más admiro y que más me han formado más allá de la universidad. Roberto Fontanarrosa… la forma en que transforma su cosmogonía, de la historieta a la literatura, casi a la filosofía.

Cuando ilustro estoy buscando una expansión discursiva en todo sentido

¿Cuál fue el camino para construir tu estilo?

Fue de a poco, pero siempre sosteniendo las herramientas que me produjeron interés. Tiene que ver con la interacción entre el intelecto, el arte y la sabiduría. La herramienta que me dio la carrera de diseño gráfico, en la UBA, donde estudié y di clases, profundiza sobre eso. Hay una búsqueda continua para que valga la pena, que no sea superficial. Hay un oficio de esquivar la superficialidad. Busco eso. Creo que el diseño me puso herramientas que, cuando fui diseñador, no pude aplicar de la forma en que yo quería. Me parecía que uno tenía que ser mucho más medido con la impronta personal. Y desde la ilustración, tenía muchos más permisos propios para volcar universos que me parecían que podían llegar a funcionar. La ilustración es un acto de comunicación amparado por la poesía.

Adoro la poesía. Me parece uno de los registros más valientes y perdurables de la "época" moderna. La poesía es naturalmente tangencial, por eso es tan amable y delicada con nuestro ser sensible. Y es valiente, porque habiendo tantos otros registros y estí­mulos tanto más "efectivos" a la hora de comunicar un mensaje, la poesía sigue desmenuzando nuestras ideas con toda la fragilidad de la que es autora indiscutible. Así entra la música, la danza, el arte visual, las letras, que no son más que elementos a los que la poesía invita a jugar. La ilustración, y mi estilo, es tan sólo un punto más en este camino.

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Una pregunta sobre la técnica: ¿cómo construís los collage? ¿cuánto hay de artesanal, analógico y cuánto de digital?

Necesitaba una técnica, un formato estilístico que albergara y contuviese lo conceptual. Tengo una búsqueda desde lo narrativo y descubrí que el objeto y lo que transporta tiene mucho contenido. Hay un discurso muy extenso con los objetos, diferente quizás a las formas, como el dibujo. Además, soy un gran buscador de los volúmenes, me interesa comprobarlos, jugar con ellos, trabajar desde perspectivas, y a veces, el dibujo que parte de una línea, de un perímetro, no me alcanza. Necesito jugar con los esqueletos, desde los volúmenes y de las texturas. Mi preocupación pasa por el lado conceptual, no perder tiempo en saber dibujar.

Cuando ilustro estoy buscando una expansión discursiva en todo sentido. Y, a veces, esa expansión provoca nuevas narraciones, a veces provoca confusión, a veces provoca capas de lectura. Lo que a mí me interesa es sugerir más capas. Algunas son más fácilmente decodificables. Otras, llevan más tiempo. Otras tienen que ver con la edad a la que me dirijo. Pero en general, apunta a sugerir y expandir esas capas que, finalmente, producen placer en el lector

La imagen y la palabra trabajan juntas en tus obras. ¿Qué viene primero, la idea narrativa o la ilustración?

Tengo procesos de trabajo muy prolijos. En unos cuadernos voy anotando, diseñando y proyectando. Es como construir un edificio, voy agregando los cimientos de una idea. Todo parte de qué quiero contar, y partir de ahí voy viendo de qué manera, qué objetos voy a elegir para que eso que voy a contar sea claro. Algunos transportarán ese significado de manera original y potenciadora, van a ayudar a que una metáfora sea eficiente.

Hay cosas que he trabajado solamente desde la palabra porque la imagen era redundante. Y hay cosas que he trabajado solamente desde la imagen porque me parecía que la palabra era redundante. Sólo cuando están de acuerdo entre ellas, son socias, las vinculo. 

Llegaste a la literatura infantil casi por accidente, cuando te invitaron a ilustrar un libro para niños. ¿Qué fue lo que te atrajo de ese universo para luego volcarte a él?

Está implícito que la literatura para grandes es una cosa seria, pero no está tan claro cuando uno escribe para niños. Allí hay un error conceptual. Hay una responsabilidad, una búsqueda exhaustiva y compleja alrededor de los textos para la niñez. Yo hablo de jugar en serio, tomarse el tiempo para medir las palabras, porque uno está dejando huellas que son más profundas en los niños que en los adultos. Son las huellas que luego forman al adulto.

Las ideas dependen de si la creación es para niños o para adultos, pero tienen un punto en común más allá de lo que suceda en las historias y detrás de los personajes. El libro es el nexo que une todo, ya que nuclea una idea madre que va lanzando ciertas directivas, y a partir de ahí orbitan otras ideas. Siempre hay un punto que funciona como una premisa, un experimento. Me paro desde un lugar y miro desde ahí. La imagen que acompaña lo hace de manera narrativa, ayuda a que la idea general explote. El texto y la imagen funcionan como herramientas que se articulan. No es uno más uno, porque ahí uno está por arriba y otro por abajo. Al articularse multiplican los colores de esa idea, los matices que quiero contar. Yo soy el que maneja esa marioneta: Vos vas a contar esta parte, vos esta otra, ahora los dos van ayudarme a contar lo que tengo en la cabeza.

En tu último libro, Miedoso, partís de una experiencia que te tocó de muy cerca y abordás el tema del miedo y la valentía. ¿Cómo es, en tu proceso creativo, la selección de ciertas ideas y el descarte de otras?

La mirada que tengo ante casi todas las cosas es atravesada por un lente propio desde el que puedo entender y digerir conceptos que de otra forma se desdibujarían, o al menos me serían más difíciles de digerir. La poesía (visual o escrita) nos acerca a la escala humana de las cosas, es inherente a, como decía algún griego, "el resplandor de la verdad". Los miedos y la forma en que nos afectan son una metáfora de este avance inevitable ante cierta sanación que todos buscamos con distintas herramientas pero un mismo faro. La creatividad es la que nos cuenta la historia desde un lugar asimilable, superador.

Si hablo de historias que tratan sobre los miedos, estoy trasladando pareceres íntimos que encuentran socios clandestinamente, desde la casualidad mejor entendida.

En esa permanente combinación de lenguajes, sumaste el teatro y la música con Mentiras y moretones, que saltó del papel a una suerte de experimento multigénero. ¿Cómo resultó esa experiencia? ¿Tenés nuevos proyectos que se encaminen hacia ese tipo de propuesta?

Mentiras y moretones fue mi primer desafío teatral, sobre cómo trasladar una obra literaria visual, un libro álbum que combina metáforas complejas con cuentos, en una puesta teatral. Para esto, nos juntamos durante casi un año a trabajar junto a Eugenio Davide y Pablo Ríos con los textos. Teníamos el libro, pero no teníamos idea de cómo soldarlo con un escenario. Y la fórmula fue jugar. Nos divertimos, establecimos reglas, corregimos, compusimos, debatimos. El trabajo grupal de esta pieza fue primordial y expansivo. A veces los cuentos encontraban una solución puramente visual, y esquivábamos el texto. A veces se dramatizaba desde la impronta actoral, otras veces la respuesta que encontramos fue musical. El cruce es, otra vez, multiplicador y generoso. Es un fractal de posibilidades que uno tiene que editar sin red.

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