Trump: 100 días en 5 momentos (Flash Ensayo)

Eduardo Suárez
María Ramírez

Fragmento

cap-1

Prólogo

Cuatro días después de las elecciones de noviembre de 2016, fuimos a ver la casa y biblioteca de Franklin D. Roosevelt en Hyde Park, a orillas del Hudson y a unas dos horas al norte de Nueva York. Allí está enterrado el presidente junto a su esposa Eleanor y se pueden ver los borradores de sus discursos, su silla de ruedas o las cartas que intercambió con Winston Churchill durante la Segunda Guerra Mundial.

Aquel día soleado de otoño, con la arboleda en pleno esplendor rojizo, recorrimos la finca donde vivió el último neoyorquino que llegó a la Casa Blanca antes de Donald Trump. Muchos visitantes deambulaban por allí con suspiros y alguna queja pública sobre su nuevo presidente.

Roosevelt fue quien inventó la marca de los cien días que desde entonces han observado casi todos los presidentes. En su caso, no fueron exactamente los primeros cien de su presidencia sino el plazo que dio al Congreso para que aprobara leyes de choque que evitasen el colapso de la economía. Roosevelt tomó posesión el 4 de marzo y aquellos cien días se extendieron del 9 de marzo al 16 de junio de 1933. Durante ese tiempo, el Congreso aprobó quince leyes que dictaron la regulación bancaria, el sistema de subsidios del paro, la eliminación del patrón oro y el plan de obras públicas para combatir el desempleo, que en algunos lugares llegaba al 80 por ciento.

Las circunstancias que vivió Roosevelt no son comparables con las que ha heredado Trump. El contraste también es fuerte entre el millonario encumbrado por los tabloides y un presidente intelectual con experiencia de gobierno que se sobrepuso a la parálisis de la polio con una titánica fuerza de superación.

Aquella visita a Hyde Park nos hizo pensar en la capacidad de resistencia de la democracia estadounidense en tiempos mucho más inciertos que los actuales. Con miles de bancos en la quiebra, revueltas por todo el país y el ascenso de los tiranos en Europa, hasta Eleanor animaba a su marido a ser un dictador «benévolo». Roosevelt tuvo algún gesto autoritario con el Tribunal Supremo y excedió el tradicional límite de dos mandatos, pero ni la democracia ni la economía estadounidenses se quebraron y el país salió reforzado de la Segunda Guerra Mundial.

Con la perspectiva que dan aquellos tiempos más oscuros, tal vez cabe pensar que nadie pueda borrar aquello que ha hecho florecer Estados Unidos: la libertad de expresión, la fuerza de las comunidades, la apertura hacia el mundo y la petición de cuentas a los gobernantes.

En sus primeros cien días de mandato, Trump ha dado la espalda a algunos de esos principios. Pero a menudo también se ha encontrado enfrente a los ciudadanos, a los jueces, a los funcionarios, a los periodistas y a los miembros de su propio partido en el Congreso. También se ha dado cuenta de los límites de su poder y de lo peligroso que es dejar los detalles de sus decisiones en manos de ideólogos sin experiencia.

Un consejo de Roosevelt podría servirle a Trump para los próximos cien días: «Haz algo. Si funciona, haz más de eso. Si no funciona, haz otra cosa».

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