Hacer de nuevo un clásico es una manera sutil y a la vez poderosa de decir algo sobre el presente. Ni hablar si ese clásico es Shakespeare y esa obra es «Macbeth». Orson Welles, Akira Kurosawa, Roman Polanski y Justin Kurzel han dejado ya versiones memorables que -sin dejar aquel despiadado juego de tronos en Escocia- hablaron del ascenso del fascismo, la Segunda Guerra, los convulsionados años 60 y la guerra en Irak. Ahora, la inesperada versión de uno de los hermanos Coen -Joel, en la primera película que dirige sin Ethan- llega para iluminar estos tiempos en que las huestes arengadas por Trump asaltan el Capitolio.