Psicología integral

Ken Wilber

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Nota para el lector
Visión del día

La palabra psicología significa el estudio de la psique, y la palabra psique significa “mente” o “alma”. En el Diccionario de sinónimos de Microsoft encontramos los siguientes resultados para psique: “yo: alma, espíritu; subjetividad: yo superior, yo espiritual, espíritu”. Se nos recuerda, una vez más, que las raíces de la psicología se encuentran profundamente dentro del alma y el espíritu humanos.

La palabra psique o su equivalente tiene fuentes antiguas, que se remontan al menos varios milenios antes de Cristo, donde casi siempre significaba la fuerza animadora o espíritu en el cuerpo o vehículo material. En algún momento en la Alemania del siglo XVI, la psique se combinó con logos (“palabra” o “estudio”) para formar el término psicología, el estudio del alma o el espíritu, tal y como se muestra en los seres humanos. Todavía se debate sobre quién utilizó por primera vez la palabra psicología; algunos dicen que fue Melanchthon; otros dicen que Johann Thomas Freig o Goclenio de Marburgo. Pero para 1730 estaba siendo utilizada en un sentido más moderno por Wolff en Alemania, Hartley en Inglaterra, Bonnet en Francia y, sin embargo, incluso entonces, la psicología era definida como “la ciencia de la psique o el alma”, tal y como lo publicaba The New Princeton Review en 1888.

Alguna vez empecé a tomar notas para un escrito de psicología y filosofía que estaba planeando realizar. Decidí hacerlo porque, al ver la mayor parte de la historia disponible de los libros de texto de psicología, me sorprendió un hecho extraño y curioso: que todos contaron la historia de la psicología —y de la psique— como si surgiera abruptamente alrededor de 1879 en un laboratorio de la Universidad de Leipzig, encabezado por Wilhelm Wundt, quien de hecho era el padre de un cierto tipo de psicología anclada en la introspección y el estructuralismo. Sin embargo, ¿la psique per se acaba de saltar a la existencia en 1879?

Algunos libros de texto se fueron un poco más atrás: a los precursores de la psicología científica de Wundt, incluyendo a Sir Francis Galton, Hermann von Helmholtz, y en particular a la figura predominante de Gustav Fechner. Como se escribió sin pausa en un libro de texto: “En la mañana del 22 de octubre de 1850, una fecha importante en la historia de la psicología, Fechner tuvo la idea de que la ley de la conexión entre la mente y el cuerpo se puede encontrar en una declaración de relación cuantitativa entre la sensación mental y el estímulo material”. La ley de Fechner, como pronto fue conocida, se establece como S = K log I (la sensación mental varía como el logaritmo del estímulo material). Otro texto explicaba su importancia: “A principios de siglo, Immanuel Kant había predicho que la psicología nunca podría convertirse en una ciencia, porque sería imposible medir experimentalmente los procesos psicológicos. Gracias al trabajo de Fechner, por primera vez los científicos podían medir la mente; a mediados del siglo XIX los métodos de la ciencia se aplicaban a los fenómenos mentales. Wilhelm Wundt tomaría estos logros y los organizaría e integraría en los principios ‘fundadores’ de la psicología”.

Todos los libros de texto parecían estar de acuerdo en que Gustav Fechner era una de las principales figuras innovadoras en la fundación de la psicología moderna, y texto tras texto se desbordaban en elogios hacia el hombre que descubrió la manera de aplicar la medición cuantitativa a la mente, haciendo así finalmente que la psicología fuera “científica”. Incluso Wilhelm Wundt fue enfático: “Nunca se olvidará”, sentenció, “que Fechner fue el primero en implementar métodos precisos, principios exactos de medición y observación experimental para la investigación de fenómenos psíquicos y, por lo tanto, para abrir la perspectiva de una ciencia psicológica, en el sentido estricto de la palabra. El mérito principal del método de Fechner es éste: que no tiene nada que aprehender de las vicisitudes de los sistemas filosóficos. La psicología moderna ha asumido un carácter realmente científico, y puede mantenerse al margen de toda controversia metafísica”.1 Este doctor Fechner, supuse, había salvado la psicología de la contaminación por el alma o el espíritu, y había reducido felizmente la mente a artilugios empíricos medibles, marcando así el comienzo de la era de la psicología verdaderamente científica.

Eso es todo lo que escuché de Gustav Fechner, hasta varios años después, cuando estaba hurgando en una tienda llena de libros viejos de filosofía y allí, sorprendentemente, hallé un volumen con un título llamativo: Vida después de la muerte, escrito en 1835 por nada menos que Gustav Fechner. Tenía las líneas iniciales más fascinantes: “El hombre vive en la Tierra no una, sino tres veces. Su primera etapa de la vida es un sueño constante; la segunda, una alternancia entre el sueño y la vigilia; la tercera es una guardia eterna”.

Y así procedió este tratado sobre la guardia eterna:

En la primera etapa el hombre vive solo en la oscuridad; en la segunda, vive asociado con (pero separado de) sus semejantes, en una luz reflejada desde la superficie de las cosas; en la tercera, su vida se entrelaza con los otros espíritus… el espíritu universal… es una vida superior.

En la primera etapa su cuerpo se desarrolla a partir de su germen, preparando órganos para la segunda; en la segunda etapa su mente se desarrolla a partir de su germen, preparando órganos para la tercera; en la tercera el germen divino se desarrolla a sí mismo y yace oculto en toda mente humana.

La transición de la primera a la segunda etapa la llamamos nacimiento; el de cambiar de la segunda etapa a la tercera, muerte. Nuestro camino de la segunda etapa a la tercera no es más oscuro que nuestro camino de la primera a la segunda: un camino nos lleva a ver el mundo desde el exterior; el otro, a verlo hacia el interior.

Del cuerpo a la mente al espíritu, las tres etapas del crecimiento de la conciencia; y es sólo entonces, cuando los hombres y las mujeres mueren al Ser separado, es que despiertan a la expansión del Espíritu universal. Ahí estaba la verdadera filosofía de Fechner de la vida, la mente, el alma y la conciencia, entonces, ¿por qué los libros de texto no se molestaron en decirnos eso? Fue cuando decidí que quería escribir una historia de la psicología, simplemente porque “alguien tiene que hacerlo”.

(Afirmar que la noción del inconsciente fue popularizada por la Filosofía de lo inconsciente, libro publicado en 1869 —treinta años antes que
Freud— y que tuvo ocho ediciones, algo sin precedentes, a lo largo de diez años, donde su autor, Von Hartmann, manifestaba la filosofía de Schopenhauer, y que el mismo Schopenhauer declaró explícitamente que ésta derivaba sobre todo del misticismo oriental, el budismo y los upanishads: bajo la conciencia individua

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