Mi nube negra

Mnak

Fragmento

cap-1

Introducción

Quiero iniciar este libro partiendo de que no soy científico, y voy a tratar ligeramente ciertos temas que tienen su base en la ciencia y en la demostración. La intención de este libro es contar cuál es mi idea de las cosas, mi perspectiva, y lo que yo he sentido, y siento, cuando hablo de ciertos temas, como la memoria, la ansiedad, la creación, etc.

 

Mi estilo es indefinido, pues como dijo Wilde: ya sabes que definir es limitar; por tanto, esta obra es una creación basada en los recovecos de la memoria, en cómo los pensamientos se conectan entre sí sin ningún tipo de cohesión ni sentido.

 

Así soy yo, bastante aleatorio en cuanto a pensamientos y emociones se refiere. La mayoría de las ideas que me pasan por la cabeza las escribo desde bien pequeño. Los sueños son tan reales como la vida real, porque lo que tú proyectas dentro de ti es tu verdad.

 

La idea de la nube negra la irás descubriendo conforme vayas avanzando y saltando por los textos, y así entenderás que cada uno tiene una perspectiva distinta del bien y del mal, de lo correcto y lo incorrecto, de lo feliz y lo triste. Es hora de abrir los ojos, los de dentro.

 

Sean bienvenidos a mi nube negra.

cap-2

LA DIRECTORA

Recordaba ese rostro, pero no era capaz de saber de qué. Automáticamente mi memoria comenzó a proyectar diferentes contextos y lugares donde aquella figura encajaba perfectamente y yo debía elegir la opción correcta. Me encajaba en unos diez o quince sitios diferentes, además lo hacía de forma perfecta por lo que me llevo más tiempo del que pensaba saber cuál era la de verdad. Entre las diez o quince principales situaciones me decanté por tres:

Nos conocimos en un parque de Madrid, pude recordar el tiempo que hacía, el ruido del tráfico incansable que azota continuamente la capital y las luces de las farolas encendiéndose poco antes de marcharme.

Coincidimos en el backstage de un concierto en Valencia. El camerino era una especie de contenedor de obra, las paredes eran blancas, aunque tenían algunos restos de moho en la parte inferior debido a la humedad y la luz era demasiado blanca, como la del pasillo de un hospital.

Nos habíamos visto a la salida de un festival, me había reconocido y estuvimos charlando sobre música y filosofía durante un buen rato. Hacía frío y yo llevaba puesta una bufanda que me tapaba la nariz por el rechazo que me causa el frío en la cara.

—¿Te acuerdas de mí? —dijo.

Aunque no estaba del todo seguro y tampoco puedo pararme a explicarle a todo el mundo que mi memoria es como una mala directora de sketches que se encarga de coger a un protagonista, colocarlo en mis recuerdos y, en cuestión de segundos, elegir cual es el correcto intentando evitar los más inverosímiles y absurdos para así, definir mi verdad, respondí que sí de forma automática.

Sonrió y nos despedimos, tenía que marcharme.

De regreso al hotel comencé a pensar en lo curiosa que me parecía la condición creativa de la memoria ¿No se supone que en sus palacios almaceno todo lo que he vivido, visto, tocado u olido y nada más? Pues parece que no. Entonces comencé a recordar la época del instituto, concretamente en primero de bachillerato en la asignatura de Psicología, donde el profesor empezó a hablarnos de forma científica sobre la memoria.

Entre todo lo que nos contaba hubo algo que me llamó especialmente la atención: la memoria selectiva. Se llama así porque tiene la capacidad de elegir, modificar o borrar algunos de nuestros recuerdos para evitarnos el dolor que nos causaron o simplemente porque no tienen que estar. Me parecía interesante el proceso de trabajo que tiene la memoria; yo lo defino como supervivencia emocional: puro instinto.

Esto me llevó a pensar de nuevo en aquel chaval que me acababa de encontrar. No estaba seguro de si mi verdad era la correcta, aunque para mí sí lo era. Empecé a desconfiar de casi todo lo que recordaba ¿y si la memoria, reconvertida en una mala directora, me había hecho creer todo lo que recuerdo hasta ahora? ¿Y si nada era cierto? ¿Mi memoria me miente? No podía responderme y comencé a sentir como el miedo a la incertidumbre me recorría todo el cuerpo, necesitaba calmarme, buscar otro pensamiento.

Me relajaba saber que el mundo que yo tenía en mi cabeza era para mí tan real como el que sucedía a mi alrededor y que realmente eso solo me ocurría con los recuerdos más banales. Me hace gracia pensar que es la memoria la que le da esos toques personales a algunos recuerdos para familiarizarme con ellos o para intentar cambiar mi estado de ánimo cuando pienso en ciertas cosas, ya que es capaz de transmitirme incluso el sentimiento que tuve cuando experimenté el momento.

Ella lo tiene todo guardado en su plató y me lo enseña cuando se lo pido, me ayuda a eliminar el dolor y le aporta un toque humorístico a la sitcom que es mi vida, por tanto, no es tan mala directora ya que al fin y al cabo proyecta lo que yo necesito, creo, o lo que realmente fue.

Al llegar al hotel, subí en el ascensor y al salir miré al suelo y pensé «joder, juraría que la alfombra del pasillo era roja ¿tan rápido han podido cambiarla?».

 

cap-3

¿PODRÍA VENIR ALGUIEN?

Lo estoy diciendo a voces,

nadie se para a escucharme.

Tú, que ya me conoces, viras,

pasando por delante.

 

Estoy solo en este cuadro,

¿podría venir alguien?

Nadie entiende lo que guardo,

aunque piensen que lo hacen.

 

Mi cabeza sigue alta

como si nada me faltase.

Una voz me dice «pasa»,

otra, «no dejes que te alcance».

 

¿Querrán que me destroce,

que saque el alma de mi carne?

Cuando empiecen a mirarme

no seré más que un entonces.

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