En «El rock de la cárcel», José Agustín presenta una autobiografía de quien se recuerda sabiendo quién fue, pero también de la de quien se recuerda para encontrarse. El resultado de este ejercicio de memoria es un relato lleno de incidentes (un texto que se puede leer como una novela de ficción, pese a no serlo) que culmina en los turbulentos años sesenta: recuerdos que nos permiten asistir a su infancia, a su encuentro con la literatura a través del teatro, a su experiencia como director de cine y como alfabetizador en Cuba, a su exploración con distintos alucinógenos y sicotrópicos y a su paso por Lecumberri. Para celebrar la reedición mexicana de la obra (Debolsillo), a continuación reproducimos el prólogo de Julián Herbert, un texto que destaca la importancia de Agustín como cronista excepcional de la marejada juvenil que revolucionó México en la segunda mitad del siglo XX y como referente para las generaciones posteriores que tanto beben de su literatura.