Negocios inmortales

David Gómez

Fragmento

Introducción

Las crisis nos toman por sorpresa, sin ninguna preparación. Nos obligan a reinventarnos de manera acelerada. Así llegan las lecciones a nuestra vida. Sin anunciarse, sin preguntarnos, sin pedirnos permiso. Simplemente llegan. Lo que tenemos que aprender no es solo a tratar con las crisis, sino con la incertidumbre, que cada vez será más común en nuestros negocios.

Siempre existirán causas externas sobre las cuales no tenemos ningún control y que llegarán para complicarnos las ventas: pandemias, devaluaciones, paros sindicales, cambios de gobierno, cierres de vías, caída del precio del petróleo, problemas de orden público, migraciones, inestabilidad política, reformas tributarias, inundaciones, sequías, el desplome de las bolsas o las dictaduras, entre otras tantas realidades de este mundo.

Es nuestra realidad, pero no tiene que ser nuestro destino

Durante las crisis, nos enfrentamos a situaciones sin precedentes. Ventas por el piso, pánico financiero y noticias poco alentadoras a la orden del día. Un panorama sombrío. Un futuro incierto. Y, por eso, una oportunidad única para convertirnos en negocios inmortales, en creadores de nuevas realidades.

Siempre es buen momento para repensar el negocio, por nuestro propio bien y por nuestra propia supervivencia. Las crisis evidencian nuestra fragilidad, pero también nuestra fortaleza y capacidad de recuperación. Las dificultades en los mercados nos hacen conscientes de la necesidad de planear, prevenir, programar el futuro y diseñar la realidad que queremos. Con frecuencia, somos víctimas de vivir como si no hubiera un mañana. Pero sí lo hay y muy promisorio. Este libro no se trata solo de cómo vender, sino de cómo vender de manera rentable, algo que la mayoría de negocios pasa por alto, porque, especialmente en tiempos difíciles, la rentabilidad debe ser la prioridad.

Cuando la demanda se contrae, ¿quiénes se quedan con ella?

Si bien las recesiones y sus causas macroeconómicas son inevitables, es la forma como cada negocio reacciona lo que determina la fortaleza o vulnerabilidad de su posición. Pero más aún, es la estrategia comercial la que en gran medida influirá en quiénes se queden con la mayor parte del pastel.

Que el consumo total en su sector se contraiga no implica que todos los negocios se vayan a afectar por igual. Mientras algunos inevitablemente desaparecerán, otros lograrán mantener sus ventas y otros verán marcados decrecimientos. Incluso habrá otros que, pese a todos los pronósticos, crecerán y se fortalecerán. ¿Cuál será el destino de su negocio?

Luchadores incansables

En tiempos difíciles, los pequeños negocios son los más afectados, los más vulnerables y aquellos que, por su limitado músculo financiero, están más expuestos a los vaivenes de la economía y a la contracción de la demanda. Están a merced de las situaciones externas que oscurecen el panorama y cierran las oportunidades.

Este libro pretende ser una voz de aliento que, junto con poderosas herramientas, brinde caminos prácticos y efectivos para seguir adelante. Ideas para que cada empresario haga frente a esas olas gigantescas que aparecen en medio de la tormenta y pueda llegar a puerto seguro. Somos luchadores, somos optimistas, somos perseverantes, somos líderes de negocios inmortales.

Depresiones, guerras mundiales, crisis financieras y pandemias

A lo largo de la historia, la economía ha tenido marcados golpes originados por distintas causas, dependiendo del momento. Y, como todo, una cosa lleva a la otra.

La Primera Guerra Mundial (1914-1918) empezó a marcar el camino de la crisis bursátil que se vendría una década después. Al finalizar la guerra, mientras Alemania se sumía en la depresión por las sanciones impuestas en el Tratado de Versalles, la economía europea vivía las consecuencias y los Aliados asumían la deuda con Estados Unidos quien, a partir de ese momento, entraba en la época conocida como los “felices veintes” (roaring twenties).

Mientras Europa tambaleaba, Estados Unidos florecía. Esto llevó a una euforia colectiva, incluyendo las políticas gubernamentales y el sistema financiero. Con grandes disminuciones de impuestos para los empresarios, falta de regulación de los bancos y Wall Street, se fueron gradualmente excediendo los límites.

La Gran Depresión

Cuando en octubre de 1929 el mercado bursátil norteamericano se desploma, Alemania y Gran Bretaña ya estaban en recesión. Se agota el crédito y los bancos comienzan a caer, los inversionistas cesaron sus préstamos a Alemania y presionaron por pagos más rápidos. Algo imposible de lograr, lo cual empeoró dramáticamente la situación.1

Fruto de sus propias medidas proteccionistas para alejarse de la crisis europea, Estados Unidos ahora estaba a merced de su destino. Este período, que duraría diez años, generaría un pico de desempleo del 25%, desplome del consumo y por ende de la producción.

Para 1933, cerca de 15 millones de norteamericanos estaban sin trabajo y la mitad de los bancos había quebrado. Una vez cayó la bolsa, la gente del común no pensó que se fuera a venir una crisis, pues más del 90% de las familias no poseía acciones2. Sin embargo, la Gran Depresión demostró una vez más que todo está interrelacionado. Que así usted no tenga nada que ver con el mercado accionario, la falta de liquidez del sistema financiero terminaría tarde o temprano tocando la puerta de su casa.

La Segunda Guerra Mundial

La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) dio un duro golpe a la economía global, aunque no a todos por igual. Una vez más, Europa fue la más afectada y Estados Unidos tomó su papel de financiador, las consecuencias fueron diferentes. Antes de su ingreso oficial en la guerra a raíz del ataque a Pearl Harbor en 1941, el papel de Estados Unidos había sido exclusivamente como proveedor de insumos y armamento.

Tras entrar al conflicto, se redoblaron los esfuerzos en términos de producción y la sociedad civil se enfrentó a una realidad que hasta ahora era exclusivamente europea. Con el mundo en guerra, la vida cotidiana se volvió, literalmente, “economía de guerra” y la dinámica de las empresas se transformó de manera dramática, tratando de adaptarse a la nueva realidad.

La necesidad llevó a que se desarrollaran cosas hasta ese momento impensables. Por ejemplo, justo antes de comenzar la guerra en 1938, para preservar los granos de café almacenados y que no se perdieran, Nestlé implementó una tecnología para deshidratarlos y conservarlos por más tiempo, a la cual llamaría Nescafé. Había nacido el café instantáneo.

Por otro lado, el hoy popular refresco Fanta se desarrolló en Alemania durante la guerra, ya que Coca-Cola Deutschland no podía importar el jarabe de Estados Unidos por el embargo impuesto. A raíz de esto, decidieron crear una nueva bebida, hecha exclu

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