Con P de Polombia

Daniel Samper Ospina

Fragmento

ELOGIO DE JUDAS.
RECORTE DE CONTEXTO:

04 de abril de 2015

Mi Semana Santa comenzó desde el momento en que leí que el expresidente Uribe había colgado un video pornográfico en su cuenta de Twitter. Los hechos sucedieron en la madrugada del jueves previo a los días de descanso. No puede ser, me dije escandalizado: ¿eso es lo que el expresidente comprende por semana de pasión? ¿Ese es el tipo de recogimiento que el senador pretende observar en estas fechas? ¡Esa no es la venida del señor de la que debemos estar pendientes, doctor Uribe!

Imaginé la escena: son las tres de la mañana y el expresidente combate el insomnio frente a su computador. Una cosa lleva a la otra y en la pantalla ya no aparece un correo con información confidencial del proceso de paz, el informe de un hacker de su confianza o un spam de Pachito Santos, sino un video de la página “Chicas lindas VIP” en que salen huesitos y carnitas por doquier. Nadie aplaza el gustico. Todo lo contrario: varias alias La Mechuda aceitan la maquinaria como Valencia Cossio cuando cambió el articulito y se entregan a la confianza inversionista de unos varones que hacen con ellas lo que Job con el garaje de Palacio.

“Por el Padre Marianito aguantaré la tentación”, se dice el exmandatario. “Primero me corto la mano como lo hizo Rojas con alias Iván Ríos antes que caer en pecado”.

Pero, por mucho que intenta controlarse, la culebrita sigue viva. Y al doctor Uribe no le queda otro remedio que ejercer eso que llaman “la soledad del poder” y, compartir, generoso, el material con sus seguidores.

Digo que inicialmente me escandalicé con la noticia, pero del estupor pasé a un estado compasivo. La Semana Santa opera de ese modo en mí. Si uno lo mira bien, el doctor Uribe también tiene derecho a hacer ese tipo de esas cosas. A cierta edad es normal que se le despierte la curiosidad. Además, que vea pornografía lo vuelve más humano. Y mejor político, porque, finalmente, tanto la política como la pornografía son el arte de cambiar de posición.

Pero después me enteré de que todo se trató de una chuzada. Así suene redundante. Y desde entonces tengo temor de que infiltren la cuenta de otros políticos para publicar material impropio, o de que infiltren la de “Chicas Lindas VIP” para publicar fotos de Roy Barreras.

Ya decía yo que el doctor Uribe era persona honorable e impoluta. Para observar contenido lascivo e inmoral, ahí tiene al Congreso, finalmente.

Tan impoluto es, que medio país lo sigue considerando el Mesías colombiano, y, de hecho, durante los días santos, recordé un episodio que lo tuvo a él como protagonista y que definió la historia política colombiana de modo radical. El de la vez que lo traicionaron.

Quiero traerlo a colación en estos días de recogimiento.

Aquella vez, el cristo antioqueño citó a sus ministros de entonces a una finca en Rionegro y doña Lina sirvió tremenda frijolada. Y el Salvador les dijo:

—Antes de que alias “el Gallo” cante en la Fiscalía, uno de ustedes me va a traicionar.

—No jodás, Patrón: ¿seré yo?

—No, José Obdulio.

—¿Y yo?

—No, querido… ¿Me recordás tu nombre?

—Óscar Iván.

—Eso, Óscar Iván: no, vos no: es uno de ustedes que tiene la túnica de marca.

—Yo no soy, les advierto a todos…

—¿Estás seguro, Judas Manuel?

—Sí, Patrón: yo siempre te obedeceré.

—Oístes, Patrón, ¿pero el traidor que dices, es de acá, de Antioquia?

—No, es del interior.

—¡Pero danos alguna pista, pues, Señor, eh, avemaría!

—A mí me huele que es mi primo Judas Manuel.

—¿En qué idioma necesitan que diga que no soy yo? ¡No soy yo!

—La pista es que juega golf.

—¿Golf? Oístes, ¿y eso qué es?

—Contanos más detalles, Patrón: ¿de qué color tiene el esmoquin, por ejemplo?

—Naranja.

—Eso es Judas Manuel.

—¡Ese tal esmoquin naranja no existe!

—Ya saben, pues. Y ahora comencemos la operación de lavado.

—¿Llamamos a tu tía Dolly, Patrón?

—De lavado de pies. A ver Andrés Felipe, comenzá vos, fregame ese juanete.

Los hechos se sucedieron bajo la ineluctable marca del destino. La Corte Constitucional, en esa época honorable, crucificó las aspiraciones del Redentor, que quería ascender a la gloria por tercera vez. Los apóstoles confiaron en que Judas Manuel sería el llamado a continuar la obra del Salvador y los ministros en pleno, y el uribismo en general, ungiéronlo, apoyáronlo, y trepáranlo en el poder.

Pero sucedió que, una vez en el trono, Judas Manuel resultó ser otro hombre: ya no el férreo dirigente de mano dura y agenda conservadora que se suponía, sino un dirigente algo frívolo y vanidoso, tendiente a la divagación, a la politiquería, a la burocracia, pero al menos pacífico: al menos con la sana intención de cambiar la sangrienta y eterna ofensiva militar por un súbito y esperanzador proceso de paz.

Sus antiguos compañeros le reclamaron:

—¿No dizque vos no eras el traidor?

—No hard feeelings.

—Pero si vos dijistés que obedecerías al Mesías eternamente…

—Sólo los imbéciles no cambian de opinión.

Y de esa manera, el nuevo Mesías procuró una salida negociada con los representantes del Mal en la Tierra y el verdadero Redentor se fue quedando solo.

Y una vez solo, pudo observar películas pornográficas nuevamente.

QUIERO SER JUDÍO SEFARDÍ

07 de abril de 2015

Tan pronto leí que el gobierno español entregaría el pasaporte español a los descendientes de los judíos sefardíes que fueron expulsados hace 500 años de la península ibérica, me froté las manos: dentro de la descendencia sefardí abundan apellidos comunes en Colombia, como García, Gómez, Álvarez, Escobar, y de inmediato supuse que de alguna parte de mi rama genealógica podía colgar un apellido sefardí luminoso como un fruto que me permitiera convertirme en ciudadano español.

Ah, suspiraba: ¿cómo será comer jamón ibérico y no salchichón cervecero, señalar con los dedos y no con la boca, hacer mercado con vestido y no con sudadera?

Antes debo decir que soy de los que procuran hacerle buena prensa al país; que cada vez que me enfrento a un noticiero, por ejemplo, procuro manejar ante los presentes una versión de las noticias que no resulte desestimulante. Pero no es fácil. El otro día me vi a gatas para justificar ante mi mujer el efecto Angelino Garzón, a quien, después de maltratar de manera infame durante su enfermedad, Roy acogió con entusiasmo en el Partido de la U:

—¿Pero este Roy no fue el mismo que intentó examinar a Angelino durante su cáncer de próstata para obligarlo a renunciar? —me preguntó.

—Bueno —lo disculpé—: Roy es médico y esos temas le preocupan: habrá pens

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