El arte de escuchar

Julia Cameron

Fragmento

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Introducción

Son casi las siete de una tarde de julio en Santa Fe, y el cielo aún brilla de un azul radiante. Me siento en un banco entre árboles y flores. Los pájaros cantan en un árbol cercano. Ocultos tras el tapiz de hojas, no consigo verlos, pero los oigo tan claramente como si estuvieran a mi lado en el banco. Más allá, a lo lejos, un cuervo grazna. ¿Se estará comunicando con mis pájaros cantores, o se trata de una conversación ajena? Más lejos, un perro ladra. Una suave brisa acaricia las altas flores púrpura que hay junto a mi banco, que se rozan entre sí con el vaivén. Pasa un coche; el motor emite un ruido más tenue que el crujido de las pesadas ruedas sobre la gravilla. A lo lejos, el pitido de un claxon en la autopista principal. Un pájaro bate las alas al alzar el vuelo, surca el cielo y se pierde de vista. Cerca, el gorjeo de los pájaros se ha ralentizado, pero continúan con su melodioso diálogo en las frondosas copas. Antes sonaba como si todos estuviesen hablando a la vez. Ahora parece que se turnan. ¿Se estarán escuchando los unos a los otros?

Escuchar, ¿qué significa? ¿Qué significa para nosotros en la vida cotidiana? Escuchamos nuestro entorno, ya sea el canto de los pájaros o el fragor de las calles en las ciudades. O tal vez no escuchamos, sino que desconectamos. Escuchamos a los demás, o deseamos escuchar mejor. Los demás nos escuchan, o eso desearíamos. Tratamos de escuchar nuestro instinto, nuestra intuición, la voz que nos guía, y quizá nos gustaría distinguirlos con más claridad y más a menudo. El arte de escuchar nos pide que sintonicemos con las numerosas señales y pistas que cada día ofrece. Nos pide que nos detengamos un momento a escuchar, y sostiene que el instante que se dedica a sintonizar, sobre todo cuando pensamos que no tenemos tiempo, lejos de requerir tiempo, nos lo proporciona, además de lucidez y conexión, y también nos marca el rumbo. Escuchar es algo que todos hacemos, y algo que todos podemos hacer más. Mejorando nuestra escucha, toda vida puede mejorar. El arte de escuchar es un camino agradable en cuyo recorrido hay herramientas para aprender a prestar más atención a nuestro entorno, a los demás y a nosotros mismos.

Este libro sirve de guía y motiva al lector a escuchar con más atención y de un modo cada vez más profundo. Cuando escuchamos, prestamos atención. Y la recompensa de la atención siempre es sanadora. El arte de escuchar nos proporciona sanación, perspicacia y lucidez. Nos regala alegría y perspectiva. Por encima de todo, nos proporciona conexión.

EL CAMINO HACIA UNA ESCUCHA MÁS PROFUNDA

A lo largo de las próximas seis semanas voy a proporcionarte una guía para desarrollar tu capacidad de escucha a distintos niveles. Cada forma de escucha sienta las bases de la siguiente. He aprendido que si nos esforzamos en escuchar de manera consciente, nuestra escucha se agudiza con rapidez. Perfeccionarla no es cuestión de tiempo, sino más bien de atención. Este libro te guiará para escuchar a un nivel cada vez más profundo con independencia de la vida que lleves, tengas una agenda ocupada o vacía, vivas en el campo o en la ciudad.

Todos escuchamos, y lo hacemos de muchas maneras.

Escuchamos nuestro entorno, donde el hecho de sintonizar con los sonidos de los que habitualmente desconectamos nos aporta un inesperado placer: los pájaros en la copa de un árbol nos cautivan; el tictac del reloj de la cocina nos proporciona estabilidad y confort; el tintineo de la chapa del collar del perro contra el bol de agua nos recuerda el empuje de la vida.

Escuchamos a otras personas, y aprendemos que podemos hacerlo con más atención. Cuando escuchamos —cuando escuchamos de verdad— a nuestros semejantes, a menudo nos sorprenden sus percepciones. Cuando aguardamos sin interrumpir, permitiendo que nuestros interlocutores ahonden en una idea, en vez de precipitarnos a completarla, aprendemos que de hecho no somos capaces de anticipar lo que van a compartir. Es más, nos sirve para tener presente que cada cual tiene mucho que aportar y que, si les damos la oportunidad, nuestros conocidos aportarán algo diferente a lo que cabría esperar. Solo hemos de escuchar.

Escuchamos a nuestro yo superior y, al hacerlo, se nos brinda orientación y claridad. No nos devanamos los sesos, sino que prestamos atención y tomamos nota. Se requiere muy poco esfuerzo; lo que perseguimos es la precisión en la escucha. La voz de nuestro yo superior es serena, clara y sincera. Aceptamos cada percepción tal y como nos llega, confiando en los pensamientos a menudo intrascendentes que se manifiestan a través de ideas, corazonadas o de la intuición.

Una vez adquirida la práctica de escuchar a nuestro yo superior, estamos listos para escuchar a un nivel aún más profundo, que alcanza el más allá, con el fin de escuchar a los seres queridos que han fallecido. Encontramos formas singulares y particulares en las que nuestra conexión permanece intacta, y desarrollamos la habilidad de explorar y expandir esa conexión con soltura. Si damos un paso más allá, aprendemos a escuchar a nuestros héroes, a quienes nos habría gustado conocer. Y, por fin, aprendemos a escuchar el silencio, donde tal vez descubramos la forma más sublime de orientación. Paso a paso, el arte de escuchar es una experiencia refinada para establecer una mayor conexión con nuestro mundo, con nosotros mismos, con nuestros seres queridos y con el más allá.

Escuchemos.

LAS HERRAMIENTAS BÁSICAS

Llevo cuarenta años impartiendo talleres de desbloqueo creativo. He visto a alumnos desbloquearse y florecer en el ámbito creativo, ya sea publicando libros, escribiendo obras de teatro, inaugurando galerías de arte, o redecorando sus casas. También he apreciado un cambio patente y constante en mis alumnos al trabajar con las herramientas: son más felices y se desenvuelven mejor. Muchas relaciones sanan y mejoran. Se pone fin a relaciones que es necesario romper. Colaboran de buen grado y de manera productiva. A medida que mis alumnos son más honestos consigo mismos, muestran una actitud más honesta hacia los demás. A medida que se tratan mejor a sí mismos, tratan mejor a los demás. A medida que son más osados, motivan a los demás a serlo.

He llegado a la conclusión de que estos cambios se producen porque, mediante el uso de las herramientas, los alumnos aprenden a escuchar mejor, primero a sí mismos y después a los demás. A partir de esta observación, el arte de escuchar ahonda en la raíz de toda creación y conexión: la capacidad de escuchar.

Por lo tanto, las herramientas básicas continúan siendo las mismas: páginas matutinas, citas con el artista y paseos. Cada herramienta se basa en escuchar, y cada una desarrolla de una manera específica nuestra capacidad de escucha. Con las páginas matutinas damos fe de nuestra propia experiencia, escuchando nuestra voz interior cada mañana y, por consiguiente, allanando el terreno para ampliar la escucha en el transcurso del día. Con las citas con el artista escuchamos al niño que llevamos en nuestro interior, deseoso de aventuras y lleno de ideas interesantes. Y con los paseos escuchamos tanto nuestro entorno como a lo que podríamos llamar nuestro poder superior o yo superior; yo misma, junto con mis numerosos alumnos, he descubierto que los paseos en solitario traen consigo constantemente lo que me gusta llamar «ajás».

He escrito cuarenta libros. Cuando la gente me pregunta cómo lo hag

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