Cuando Barack Obama asumió la presidencia de Estados Unidos en 2009, Vladimir Putin llevaba ya una década como el hombre fuerte de la política rusa. Moscú fue uno de sus primeros destinos como presidente electo. El clima político y la agenda internacional, debajo de toda amabilidad protocolar, eran densos: las tensiones geopolíticas, la presión sobre los ex países soviéticos que buscaban salir de la órbita rusa, la ampliación de la OTAN, el desarrollo nuclear de Irán, la invasión de Georgia en el verano del 2008, el asesinato de Viktor Yuschenko, un activista reformista que había llegado a presidente de Ucrania y al que Moscú se había opuesto… En este relato de aquel viaje, incluido en sus memorias «Una tierra prometida» (Debate, 2020), Obama narra su sorprendente encuentro con Putin y pinta un retrato del hombre y el país que tienen al mundo en vilo en estos días.