Brillante en sus estudios de psicología y mordaz en su activismo y escritura feminista, Valeria Solanas fue mucho más que la casi asesina del rey del arte pop. Los abusos sexuales que sufrió durante su infancia, así como una adolescencia marcada por la experiencia de la prostitución, la llevaron a defender la aniquilación del sexo masculino como el único remedio con el que podían contar las mujeres. Pero Solanas no disparó a Warhol (solo) por ser hombre, sino por haber extraviado —según él mismo le comentó— su manuscrito de «Up Your Ass» (que se podría traducir como «que te follen por el culo»), una obra de teatro firmada por Solanas que Warhol se habría comprometido a producir. Con todo, aquellos disparos fueron más letales para quien empuñaba el arma que para su objetivo directo, quien ni siquiera interpuso una denuncia. Sumida de nuevo en el oscuro mundo de las drogas, la mujer terminó sus días en un asilo benéfico. En las siguientes líneas, recogidas en el libro «Warhol. La vida como arte» (Taurus), el crítico de arte Blake Gopnik narra el que pudo haber sido el último día de vida del artista.