Economía esencial de Colombia

Eduardo Lora

Fragmento

PRÓLOGO

“El verdadero viaje de descubrimiento consiste, no en buscar nuevos paisajes, sino en tener nuevos ojos”

Marcel Proust

Trabajar, pagar las cuentas, tratar de ahorrar, ofrecer la mejor educación que podemos a nuestros hijos, cotizar para la pensión y el seguro de salud, pagar impuestos… En mayor o menor grado todos hemos tenido que sortear estos aspectos de la vida cotidiana, y por lo tanto conocemos y entendemos de nuestra propia forma la economía colombiana. Este libro es una invitación a aprovechar esas experiencias y conocimientos para apreciar qué tanto hemos avanzado en resolver los principales problemas económicos y sociales del país y cuáles son nuestros grandes retos para el futuro. Es por lo tanto una invitación a ver con nuevos ojos el paisaje que ya conocemos.

Es probable que este libro le ayude a desempeñarse mejor en sus actividades diarias, aunque ese no es su principal objetivo. Lo que busca más bien es que usted pueda entender sus circunstancias económicas y sus posibilidades futuras y pueda ver cómo unas y otras están condicionadas por la forma como funciona la economía colombiana. Vale decir, por la forma como están distribuidos el poder, la riqueza y las posibilidades laborales, por la calidad de la educación, por la manera como está organizada la seguridad social en salud y en pensiones, por las normas tributarias, y muchas otras.

Puede sonar conformista, pero es justamente lo contrario. Los graves problemas de la economía colombiana, como son la baja productividad, la concentración del ingreso, la falta de buenos empleos, la escasez de recursos para financiar la educación y la salud públicas o la baja cobertura del sistema de pensiones, son el producto de la forma como hemos construido las instituciones, del grado de respeto que nos merecen las normas, de qué tanta confianza tenemos en el banco donde guardamos los ahorros y en la empresa en la que trabajamos. Con todas sus virtudes y defectos, el sistema económico es una construcción colectiva, que condiciona las posibilidades de cada uno de nosotros. Claro, el empeño personal, la capacidad para los negocios, la disciplina y la perseverancia pueden mejorar o empeorar las posibilidades de cada uno, pero difícilmente pueden cambiar la forma como funciona la economía o la sociedad.

En un sistema democrático, la orientación de las políticas económicas y sociales depende del electorado. Si el electorado está bien informado y tiene criterio para saber cuáles políticas pueden ser exitosas para resolver los principales problemas, habrá mejores gobiernos que con un electorado controlado por el clientelismo o por los populismos de derecha o izquierda.

Este libro no busca convencer a nadie de que estudie economía: ya hay un exceso de economistas en Colombia. Pero sí puede facilitar la enseñanza de la economía. Uno de los problemas más graves de cómo se enseña economía (en pregrado) en Colombia es el uso exagerado de conceptos abstractos y modelos matemáticos que no responden a las preguntas que más interesan a los estudiantes y que suponen un entendimiento de las instituciones y las realidades económicas colombianas que los recién egresados de bachillerato rara vez tienen. Por eso, en este libro no hay términos técnicos ni matemáticas. Por la misma razón, cada capítulo termina con una sección de lecturas recomendadas para quienes quieren saber más. Sin embargo, para los lectores con conocimientos de economía, al final del libro hay notas técnicas con las fuentes y los métodos estadísticos más relevantes de cada capítulo.

RECONOCIMIENTOS

La idea de este libro fue de Gabriel Iriarte y Juan Camilo González, de Penguin Random House, cuya propuesta de ser el autor acepté de inmediato. En la selección de temas y la estructura de los capítulos fueron útiles las sugerencias de Catalina Crane, Sonia Galvis y Jaime Millán. Debo agradecer a los colegas que leyeron cuidadosamente mis borradores y me hicieron valiosas observaciones y correcciones en temas de su especialidad: Felipe Barrera (educación), Mauricio Cárdenas (sistema político e impuestos), Ana María Díaz (mercado laboral y género), Juan Camilo Chaparro (educación y mercado laboral), Arturo Galindo (ingresos, crecimiento, inflación y sector financiero), Ana María Ibáñez (desplazados e inmigrantes), Gustavo Montes (exportaciones), Mauricio Olivera (salud y pensiones), Juan Ricardo Ortega (impuestos), Yanira Oviedo (pensiones), Mónica Pachón (sistema político), Sergio Prada (salud), Natalia Ramírez (género) y Roberto Steiner (sectores agrícola y financiero). Mi reconocimiento más especial es para mis consultoras editoriales permanentes: María Mercedes Carrasquilla, quien leyó con entusiasmo todos mis borradores recién salidos del horno y siempre tuvo sugerencias efectivas para mejorarlos, y mi esposa Ana, quien me indujo a pensar primero que todo en los lectores, luego en los grandes mensajes y cómo transmitirlos, y solo después en los detalles, sin que se le escapara ninguno. Nadie tiene sus ojos.

I
QUIÉN TIENE EL PODER

La economía refleja siempre la estructura de poder de la sociedad. En los “mercados” laboral, de bienes y financiero, las fuerzas de la oferta y la demanda determinan cuánto recibiremos de salario, cuánto nos costará el mercado y cuáles serán las tasas de interés en nuestra cuenta de ahorros y nuestra tarjeta de crédito. Pero el funcionamiento de los mercados no ocurre en el vacío: para que puedan operar, estos mecanismos de decisión colectiva que son los mercados requieren instituciones, leyes y regulaciones que son el resultado de los esfuerzos, pugnas y negociaciones de personas, partidos políticos, empresas y toda clase de organizaciones. El poder es decisivo en este proceso de construcción de las instituciones y de elaboración de las normas. Así que empecemos este viaje de descubrimiento de la economía colombiana preguntándonos quién tiene el poder para que los mercados funcionen de la forma como lo hacen.

ECONOMÍA SOCIAL DE MERCADO

Según la Constitución de 1991, “la actividad económica y la iniciativa privada son libres, dentro de los límites del bien común”. Las empresas privadas son actores centrales en el proceso de desarrollo porque de ellas dependen el empleo y los ingresos, así como la producción y la distribución de los bienes y servicios. En condiciones de libre c

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