Cómo entrenar tu cerebro

María Fernanda López

Fragmento

Corporativa

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A mis padres, que siempre me apoyan

en cada decisión que tomo en mi vida, son mis 

pilares fundamentales y los amo profundamente.

A Gastón, mi pareja, por estar

y acompañarme durante todo este proceso.

A mis hermanos, sobrinos

y toda mi familia, a la que adoro.

A mis queridos pacientes, que me motivan 

para ser cada día mejor, de los que aprendo

y me nutro constantemente.

A la Dra. Analía Furio y a la Lic. Patricia Faur,

que pensaron en mí para este proyecto.

A Silvia Itkin, por creer en mí, brindarme

su confianza y hacerme sentir segura.

A Oscar Finkelstein, por ser un guía

maravilloso y con gran sentido del humor.

Agradecimientos

Agradezco a todos los que me han formado en esta maravillosa carrera que amo, tanto docentes como jefes, compañeros de trabajo, colegas, alumnos y pacientes.

A mis amigos y amigas, que siempre están. Aunque muchos vivan a cientos de kilómetros, eso no logra separarnos.

A mis colegas y queridos amigos Claudia Dogliotti, Romina Tion y Nicolás Quintero, que todos pero todos los días desde que empecé este proyecto no dejaron de mandarme mensajes y mails y de llamarme para brindarme ideas junto a todo su apoyo y cariño. A la vida, porque siempre me sorprende.

Introducción

Para empezar a hablar de entrenar nuestro cerebro tenemos que comenzar por saber en qué nos estamos basando científicamente para ello, y esto es la Neurociencia Cognitiva. Se trata de una nueva disciplina surgida en 1976, cuyo nombre se originó en el asiento trasero de un taxi de Nueva York en el que viajaban los doctores Michael S. Gazzaniga y Michael B. Miller, dos neurocientíficos, rumbo a una cena de colegas que tenía como objetivo unir esfuerzos para estudiar las bases biológicas del conocimiento humano. Para dar una explicación muy simple y clara, la Neurociencia Cognitiva surge de la convergencia de la Neurociencia y de la Psicología Cognitiva y se centra en estudiar el funcionamiento cerebral desde los aspectos moleculares y celulares hasta la comprensión de las funciones cognitivas, psicológicas y de la emoción. Gazzaniga refiere en 2002 que el término se acuñó para estudiar “cómo el cerebro da lugar a la mente”.

Una rama de esta ciencia es la Neuropsicología, que se ocupa de estudiar las relaciones entre el cerebro y la conducta tanto en personas normales como en aquellas que han sufrido algún daño cerebral, es decir, de los mecanismos cerebrales subyacentes a las funciones cognitivas y a su expresión conductual. Esta se divide en dos áreas: la Evaluación Neuropsicológica, que tiene el fin principal de evaluar las funciones cognitivas mediante el uso de una batería de tests estandarizados para brindar un perfil cognitivo del paciente, y la Neuroestimulación Cognitiva, cuyo objetivo es mejorar, estimular, mantener y/o rehabilitar dichas funciones basándose en el concepto de Neuroplasticidad Cerebral.

¿Qué significa “neuroplasticidad cerebral”? ¿Para qué nos sirve? Es la capacidad que tiene nuestro cerebro para formar nuevas conexiones nerviosas y nuevas redes neuronales, a lo largo de toda nuestra vida, en respuesta a nuevas experiencias ambientales, socioculturales, biológicas. Los aprendizajes, la estimulación sensorial, el cambio de ambiente o de actividad (entre otras cosas) generan el armado de nuevas “rutas” cerebrales. En síntesis, es lo que nos permite adaptarnos a nuevas situaciones y así restablecer el equilibrio alterado; es decir, ser resilientes. Gracias a esta capacidad de nuestro cerebro podemos reactivar nuevas áreas y optimizar nuestro rendimiento.

La idea de este libro es utilizar las herramientas que nos brindan las Neurociencias Cognitivas para potenciar nuestra memoria y el rendimiento laboral, maximizar nuestro tiempo y optimizar nuestra toma de decisiones. En definitiva, mejorar nuestra calidad de vida.

No importa la edad que se tenga, todos padecemos de fallas de memoria que nos “molestan” y nos “enojan” en nuestra vida cotidiana. A todos nos ha pasado de ir a buscar algo y no recordar qué, perder lo que acabamos de dejar (típicamente, el celular, las llaves o los anteojos), olvidarnos de lo que íbamos a decir. Estas fallas no se dan por tener determinada edad, más o menos estudios, o por ser hombre o mujer; tienen que ver con el ritmo de vida que cada uno lleva y la poca importancia que por lo general se da a ejercitar constantemente nuestro cerebro al igual que hacemo

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