100 alimentos que curan

Fragmento

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Introducción

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Que la medicina sea vuestro alimento y que vuestro alimento sea vuestra medicina.

HIPÓCRATES

Nuestros antepasados conocían el poder curativo de los alimentos naturales y se basaban en ellos para tratar todo tipo de enfermedades. Solo ahora, siglos después, las investigaciones han comenzado a confirmar que los beneficios terapéuticos de estos alimentos se pueden demostrar científicamente.

Este manual ayudará a conocer las numerosas propiedades medicinales que se encuentran en los alimentos cotidianos, y ayudará a aprender cuáles son útiles para determinadas enfermedades. Estos cien alimentos curativos principales no solo previenen una variedad amplia de problemas de salud, sino que ayudarán además a aliviarlos. Casi todos ellos se encuentran disponibles en los supermercados locales o en tiendas de alimentos naturales, excepto uno o dos ingredientes que puede que haya que buscar en comercios más especializados. Se debe tener en cuenta que, en cuanto se comprendan los beneficios para la salud —¡y, por lo tanto, para la vida!— que estos alimentos pueden significar, valdrá la pena salir a buscarlos.

La mayoría de los expertos coinciden en que comer una dieta rica en alimentos naturales que aportan beneficios para la salud puede contribuir a prevenir dolencias frecuentes como el resfriado, la tos y las infecciones, además de protegernos de enfermedades degenerativas crónicas, incluidos el cáncer, las cardiopatías y la artritis.

Para facilitar el uso de este libro, los cien alimentos maravillosos que hemos seleccionado cuidadosamente se han dividido en seis secciones principales codificadas con colores: Vegetales; Frutas; Cereales, granos y legumbres; Frutos secos y semillas; Hierbas aromáticas y especias; y Miscelánea. Cada sección incluye un surtido de alimentos interesantes. La entrada correspondiente a cada alimento ofrece información práctica y fiable, además de sugerir recetas sencillas y deliciosas; una lista con su contenido de nutrientes; y símbolos para destacar de un solo vistazo sus propiedades curativas claves. Hay también alimentos diez estrellas que se destacan especialmente por sus secretos notables para la salud, por lo que cada uno de ellos incluye dos recetas. Por último, al final del libro, hay una lista de enfermedades para facilitar su consulta.

ALIMENTOS QUE SANAN

VEGETALES

Abundantes en vitaminas, minerales, fibra y agua, los vegetales ayudan a higienizar y alcalinizar organismo, neutralizar la acidez y disminuir la toxicidad. También tienen contenidos bajos de grasa y de calorías —excepto los vegetales con almidones, como la patata, el ñame eddo, las calabazas cosechadas en invierno y los ñames—, y son unas de las mejores fuentes de sustancias fitoquímicas, compuestos vegetales potentes que ayudan a proteger al organismo de las enfermedades.

Las investigaciones científicas sugieren que las sustancias fitoquímicas ralentizan el proceso de envejecimiento y disminuyen el riesgo de enfermedad y de problemas para la salud, como el cáncer, las cardiopatías, la hipertensión arterial, las cataratas, la osteoporosis y la artritis. La mayoría de estas sustancias funcionan como antioxidantes que ayudan a contrarrestar los efectos peligrosos para la salud de los radicales libres, moléculas inestables que dañan las células del organismo. De hecho, se considera que los daños causados por los radicales libres son unas de las causas del envejecimiento. Las sustancias fitoquímicas activan varios otros mecanismos como la estimulación del sistema inmunitario, la regulación hormonal, y aportan actividad antibiótica y antivírica. La buena noticia es que todos los vegetales están llenos de estos componentes vegetales naturales, de los cuales ya se han identificado centenares.

Debemos tratar de hallar nuevas formas para incorporar los vegetales a nuestra alimentación, y así consumir cantidades abundantes cada día. Cuando preparemos ensaladas, en lugar de limitarnos a ingredientes básicos como la lechuga, el pepino, el tomate y la zanahoria, podemos usarlos solo como una base y añadirles una variedad de otros ingredientes llenos de colorido como el apio, el pimiento rojo, la endivia italiana, la remolacha, el hinojo, el berro y el rábano chino. Los vegetales cocidos son también buenos especialmente en invierno. Para conservar nutrientes frágiles como la vitamina C, los vegetales se pueden cocer al vapor, rehogar o asar en lugar de cocerlos, o se pueden añadir a sopas y guisos. Hacer zumos es otro buen modo de acopiar sus valores nutritivos de una forma más concentrada.

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FRUTAS

Las frutas suelen contener más vitaminas que los vegetales, mientras que estos tienen más minerales. La mayoría de las frutas son excepcionalmente útiles para higienizar y alcalinizar el organismo, ayudan a eliminar las toxinas, y regulan el sistema digestivo al estimular el movimiento del tubo digestivo y mejorar la capacidad orgánica para absorber nutrientes. Son también una fuente estupenda de enzimas, azúcares naturales y sustancias fitoquímicas para proteger las células.

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Como el organismo digiere las frutas relativamente rápido (en 30 minutos), es preferible comerlas por separado, aparte de otros alimentos de digestión más lenta. Con esto, se evita que se fermenten en el tubo digestivo.

Tanto las frutas frescas como las deshidratadas son ricas en nutrientes. Estas últimas son también una fuente excelente de minerales. Mientras que los zumos de frutas recién exprimidas son buenos para todos, se recomienda diluirlos en agua para reducir su contenido de fructosa. Esto ayuda a detener las variaciones de la glucemia y a disminuir el recuento de calorías.

CONSEJOS PRÁCTICOS PARA LA CONSERVACIÓN

• La mayoría de los vegetales se deben conservar en la nevera para ayudar a detener su deterioro. Es mejor no lavarlos o trocearlos hasta que estén listos para usar, puesto que tienen una capa natural protectora que los mantiene frescos. Las setas se conservan mejor refrigeradas en bolsas de papel. No refrigere el ajo, ni la cebolla, ni la calabaza de invierno, ni la patata. Se pueden dejar destapados en un sitio fresco y oscuro para consumirlos en el plazo aproximado de una semana.

• Con la excepción de las bayas, la uva, el higo fresco, el melón y la piña, la mayoría de las frutas se puede conservar a temperatura ambiente hasta que maduren. Para acelerar su proceso de maduración, las frutas se pueden conservar en una bolsa de papel cerrada y alejada de los rayos directos del sol.

• Los granos, las judías y las legumbres se conservan en un aparador, en recipientes herméticos etiquetados con su fecha de caducidad. Una vez cocinados, se conservan en la nevera hasta tres días. Las judías cocidas también se pueden congelar.

• Los aceites vegetales vírgenes

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