¿Quién asesinó a Manuel Rodríguez?

Guillermo Parvex

Fragmento

INTRODUCCIÓN

INTRODUCCIÓN

Si bien los primeros en ser víctimas de una «limpieza ideológica» en forma posterior a la independencia de Chile fueron los hermanos Juan José y Luis Carrera, a ellos se les sometió a un proceso judicial, aunque de dudosa legalidad, y fueron fusilados en Mendoza el 8 de abril de 1818. Igual suerte correría José Miguel Carrera, también ajusticiado en Argentina, en septiembre de 1821.

Con esa claridad histórica, entonces, podemos considerar que el primer asesinato político perpetrado en el territorio chileno después de la independencia y sin sanciones a los autores materiales e intelectuales, fue el homicidio de Manuel Rodríguez Erdoyza, el 26 de mayo de 1818.

Por muchos años se ha atribuido la orden del asesinato de Manuel Rodríguez a la denominada Logia Lautaro, pero diversas investigaciones han demostrado que en 1813 se generó por iniciativa de algunos lautarinos una organización paralela, conocida informalmente como la sociedad secreta de Buenos Aires.

Esta sociedad pretendía un americanismo, idea a la que se oponían José Miguel Carrera y sus hermanos Juan José y Luis. Esta misma posición tenía el abogado Manuel Rodríguez, pero este último, además, era declarado opositor a la hegemonía de Argentina en todo este proceso, materializada en la persona del general José de San Martín.

Sin embargo, es de justicia aclarar que San Martín siempre guardó simpatías por Rodríguez y frenó en innumerables oportunidades a Bernardo O’Higgins, para quien el abogado y guerrillero era un permanente motivo de preocupación y un riesgo latente, considerando que tenía un gran carisma y, a diferencia suya, también mayor facilidad de oratoria y arrastre popular.

Rodríguez, al igual que los Carrera, se consideraba un republicano, partidario de gobiernos democráticos que forjaran cada nación americana en forma independiente y en múltiples ocasiones se enfrentó con O’Higgins por su gran dependencia de las directrices provenientes de Buenos Aires.

Aunque algunos historiadores han pretendido demostrar que gran parte de las hazañas que se le atribuyen a Manuel Rodríguez son parte de una mitología popular y que llegan al extremo de considerarlo «un tinterillo del patriciado», que incluso no combatió en ningún hecho de armas, es indesmentible por la propia documentación histórica que fue un personaje preponderante en la forja de nuestra independencia.

Este libro no pretende convertirse en una biografía de Manuel Rodríguez, sino que dar a conocer las causas por las cuales la sociedad secreta ordenó su asesinato y las influencias ejercidas con posterioridad para ocultar a los autores materiales e intelectuales de este crimen político.

De hecho, hubo dos investigaciones judiciales sin que ninguna considerara responsabilidades superiores a los presuntos hechores materiales, los que misteriosamente recibieron recompensas gubernamentales y se les ocultó en Argentina. El primer sumario se inició el 28 de mayo de 1818 por instrucciones del director supremo, general Bernardo O’Higgins, pero se extravió cuatro meses más tarde.

El segundo juicio por el asesinato de Rodríguez comenzó en febrero de 1823, a pocos días de la abdicación de O’Higgins, a quien se le alcanzó a tomar declaraciones en Valparaíso antes de marchar a su exilio en Perú. Esta segunda investigación fue muy contradictoria, ya que hubo declaraciones del presunto autor del asesinato en el sentido que desde el palacio de gobierno se le había ordenado eliminar a Manuel Rodríguez, orden que finalmente se negó a cumplir. Pero nunca se fijaron responsabilidades superiores y los suprapoderes de la sociedad secreta lograron que el supuesto hechor material lograra escapar hacia Argentina.

Esta es una historia plagada de intrigas al más alto nivel, que continuó mucho más allá de la muerte de Rodríguez, cuando la cúpula de esta sociedad ordenó ejecutar a Bernardo José de Monteagudo, uno de sus hombres de mayor confianza. Fue quien estructuró la telaraña para deshacerse de Rodríguez y de los hermanos Carrera, poniendo así la lápida a cualquier futura indagación judicial.

Esta crónica histórica en la que se adentrará el lector a continuación está ausente de figuras literarias usadas en la ficción, ya que la investigación se basó principalmente en documentación mantenida en el Archivo Nacional de Chile, especialmente en el segundo sumario —investigación judicial por el asesinato de Manuel Rodríguez, efectuado en 1823—, como también en el Fondo Matte del Museo de Historia Militar.

Esta explicación es para disipar cualquier suspicacia del lector. La información de este libro está completamente apegada a los hechos, incluyendo los diálogos que contiene, por lo tanto, corresponde a una crónica histórica, basada en los dichos de los protagonistas de este caso, que remeció a la opinión pública en 1818 y que se ha mantenido en el subconsciente popular hasta nuestros días.

Además, en estas páginas se tratará de dilucidar el actual paradero de los restos de Manuel Rodríguez que, conforme a esta investigación documental, no estarían en el mausoleo del Cementerio General de Santiago, siguiendo así con los misterios en torno a la figura del legendario guerrillero, que ha sido calificado a través del tiempo como el más popular de los próceres de nuestra independencia.

Guillermo Parvex

CAPÍTULO 1. LA SOCIEDAD SECRETA DE BUENOS AIRES

CAPÍTULO 1

LA SOCIEDAD SECRETA

DE BUENOS AIRES

Surgimiento de la Logia Lautaro

Antes de adentrarnos en la asociación clandestina —conocida como sociedad secreta de Buenos Aires— que aparece como autora intelectual de los asesinatos de los hermanos Carrera y de Manuel Rodríguez, es importante conocer brevemente la evolución masónica que llevó a la creación de las logias lautarinas

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos