De Gabriela a Gabriel

Gabriel Sepúlveda Arcay

Fragmento



Esta fue la primera fotografía en la que me reconocí.

A simple vista parece una selfie cualquiera frente al espejo, pero nada en ella está puesto al azar. Planifiqué hasta el más mínimo detalle antes de tomármela. Quería que me agradara completamente. Recuerdo esa foto y cómo me sentía. Yo tenía dieciocho años y aún vivía en San Felipe.

Al fondo se alcanzan a ver las paredes rosadas de mi antigua pieza. Siempre las pintaban de ese color. Yo lo odiaba. Pensé mil veces qué ropa usar. Me puse unos pantalones anchos, una polera talla XL y un jockey, todas prendas de mi hermano. Solía ponerme su ropa en casa desde que era muy pequeño. Me hacía sentir seguro, cómodo, y él nunca tuvo problemas con que lo hiciera a pesar de los reproches de mi mamá, mis compañeros del colegio y casi todo el resto de la gente.

También tenía puesto un reloj que me había regalado una tía y lucía una expansión con el logo de Batman que me había hecho tiempo antes en la oreja izquierda. Cubrí mi pelo largo con el gorro y tomé la foto desde un ángulo en que solo se alcanzaba a ver el lado de mi cabeza que llevaba rapado. Más difícil fue ocultar mis pechos. Siempre tuve mucho volumen y quería verme totalmente plano, como si no existieran. Una amiga del colegio me había dado instrucciones para posar de tal forma que no se notaran. Le hice caso: me encorvé un poco y arremangué la polera por atrás del pantalón, hasta que logré hacerlos desaparecer.

Tomé varias fotos ese día y esta fue la que quedó, la que miro ahora atentamente en la pantalla de mi celular. Fue la primera de mi nuevo perfil de Facebook, el mismo que uso hasta hoy. Está entre mis archivos ocultos; nadie más que yo puede verla. Hasta ese entonces ocupaba otra cuenta donde estaban mi familia y algunos amigos del colegio. Allí debía comportarme como la chica que todos querían que fuera. Creé este otro perfil para fantasear y explorar quién era. Y esta foto, que fue con la que me di a conocer, me trae muchos recuerdos de primeriza: mi primer beso, mi primera polola, la primera vez que sentí que alguien podía sentirse atraído por mí siendo quien realmente soy.

Vuelvo a verme hoy en este autorretrato y pienso: sí parecía un niño, porque así quería verme y porque así me había sentido siempre.

Ya sabía que era una persona trans. Probablemente siempre lo fui, pero no me había adentrado en el tema. Lo veía lejano, irreal, y para todos se trataba de algo raro y prohibido. Cuando me tomé esta foto sentí que al fin comenzaba a aparecer y a desmarcarme de quien había sido hasta ese entonces. Mi doble identidad en Facebook me permitió comenzar a experimentar con la androginia, a vestirme y a lucir cada vez más masculino, hasta dejar de referirme a mí mismo con pronombres femeninos. Cuando otros al fin comenzaron a comprenderlo y a verme, me sentí libre. Y nunca más retrocedí.

Mi nombre es Gabriel Sepúlveda y soy comunicador audiovisual de profesión. También soy youtuber, tiktoker y streamer, además de activista por los derechos y la visibilización de las comunidades y personas trans en Chile. En las redes sociales me conocen como Planettas.

Tomé la decisión de iniciar mi transición en el año 2015. Desde entonces —inspirado en los videos de un chico trans estadounidense— comencé a registrar mi propio proceso y a plasmar mi testimonio en internet. Con el correr del tiempo, mis cientos de videos en YouTube y publicaciones en Facebook e Instagram han adoptado la forma de un diario de vida y una bitácora del tránsito y de cada uno de los cambios que ha experimentado mi cuerpo, mi voz, y hasta mi relación conmigo mismo y el mundo.

Reconocerme y que otros me reconozcan como Gabriel ha sido la aventura más desafiante de mi vida. Y, como en toda aventura, he debido sortear obstáculos de muchos tipos en el camino; desde los intentos de todos por corregirme desde muy niño, el bullying y los abusos que sufrí, las discriminaciones de una sociedad heteronormativa y poco informada, la falta de capacitación de los funcionarios de la salud involucrados en los procesos de transición, y hasta la arbitrariedad y transfobia de instituciones igual de clave como el Poder Judicial.

Soy consciente de que muchxs se han identificado con mi historia y que esta los ha acompañado en sus propias vidas y tránsitos. Curiosamente, no soy alguien que revisite frecuentemente su propia historia. No suelo revisar fotografías, videos ni cualquier otro registro mío del pasado, pero vaya que los hay. Durante el proceso de escritura de este libro, me he sumergido en un ejercicio de memoria misterioso y enriquecedor que me ha servido para hacer un alto y volver a mirarme frente a un espejo más grande y profundo.

Antes de mi transición pasé por muchos momentos que solo ahora vuelven a salir a flote y a cobrar sentido. Algunos comenzaban a difuminarse por el paso del tiempo y otros simplemente ya los había olvidado por decisión propia. He vuelto en todos ellos aquí, en las siguientes páginas, para poner en retrospectiva el largo camino que he recorrido hasta hoy, además de quién fui y quién soy.

Les haré más fácil el camino: al final de este libro incluí un glosario con cuatro conceptos fundamentales para todo ser humano y que cruzan, por cierto, mi historia personal y la de toda persona trans: sexo biológico, identidad de género, expresión de género y orientación sexual, además de las varias y diversas subdivisiones al interior de cada uno de ellos. Interiorizarlos e incorporarlos a nuestro vocabulario no solo ayuda a comprender, en parte, la singularidad de cada uno de nuestros relatos, sino también promueven el respeto, la dignidad y la empatía que merecen.

Pienso que nadie nace en el cuerpo equivocado y nadie muere para que tú logres vivir. Contar mi propia historia es contar también la que fue la historia de Gabriela. Ella me sostuvo y dejó que Gabriel creciera. No existo sin ella y su recuerdo vivirá en mí por siempre.

 PRIMER CAPÍTULO. EL EXTRANJERO

Primer capítulo

EL EXTRANJERO

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