El libro secreto del universo

Tabatha Pacer

Fragmento

Capítulo 1. EL DESCUBRIMIENTO

Capítulo 1

EL DESCUBRIMIENTO

Nunca pensé que llegaría a contarle esto a alguien, menos a ustedes, ¡unos desconocidos!

Soy René Mundaca, tengo catorce años y vivo en Puerto Montt, en la X región de Chile, junto a mi mamá. Me encanta el cine de ciencia ficción, el anime, dibujar y acariciar animales, sobre todo conejos y gatos. (¿Les parece extraño? A mí no.) Un último detalle personal: mi sueño es llegar a ser algún día una mangaka importante —son las personas que crean cómics japoneses—. Bueno, por lo menos ese era mi sueño hasta que hace dos años me sucedió algo que cambió mi forma de ver las cosas y… ¡mi vida entera!

Les contaré.

Estaba yo como casi todos los fines de semana pasando el rato junto a mi familia en la casa de mi tía. ¡Su casa es lo más alucinante que he visto! En vez de patio tiene un bosque, y las habitaciones son tantas que parece un hotel en el que hasta yo tengo pieza propia. Sí, a mi tía le ha ido bien en la vida… y siempre la he admirado mucho. En fin, estaba yo un sábado cualquiera explorando su huerto, vigilando a sus animales y recorriendo ese hermoso bosque que yo creía conocer de memoria, hasta que de pronto sentí que algo extraño pasaba a mi alrededor. Era como si el paisaje hubiese cambiado de un momento a otro.

En cosa de segundos, una intensa bruma se acumuló a mi alrededor y a través de ella divisé un sendero de piedras, un caminito que les juro por lo que quieran que antes no existía. Caminé por él, con un poco de miedo, hasta que me topé de narices con lo que parecía una casa abandonada. Abandonada pero a la vez habitada. ¿Me doy a entender? Era una casita de madera, chiquita y sin ventanas. Parecía, más bien, un fuerte con una puerta que llamó mi atención porque tenía tallado una especie de conjuro. Cuando me acerqué para observarla mejor, esta puerta se abrió de par en par, como si alguien me estuviese invitando a entrar.

Sin pensarlo mucho, entré y sentí la comodidad de un hogar, calidez, como si adentro estuviesen esperándome las personas que más he amado en la vida. No entendía bien de dónde venían esos sentimientos, pero por lo menos el miedo se me pasó.

El lugar era muchísimo más grande de lo que parecía desde fuera. Había una biblioteca con cientos de libros. Miré los lomos y noté que estaban escritos en idiomas diferentes, lenguas raras que no conocía ni Dios. Curioso, pensé… ¿Qué misterios escondía ese lugar? Me dediqué a tomar libros al azar y hojearlos. Casi todos estaban hermosamente ilustrados y gracias a las imágenes comprendí que la mayoría trataba del Universo, de planetas lejanos y especies diferentes de la nuestra, hasta que algo inexplicable me pasó. Sentí que alguien comenzaba a decir mi nombre en mi oído, muy cerca. Me di vuelta, sobresaltada, y vi un gran libro instalado sobre un atril. ¿Quién lo había dejado ahí? ¿¡Un fantasma!? ¿¡El espíritu de la bisabuela Lili!?

Me acerqué con la intención de verlo mejor. Era grande y pesado, la cubierta estaba forrada en una especie de tela tornasolada que brillaba con la luz y tenía escritas unas palabras que en conjunto formaban una espiral ascendente. Logré identificar que la última de las palabras era release. Abrí el libro, y si bien no pude entender nada de lo que salía en la primera página, intenté leer en voz alta. Fue ahí cuando me di cuenta de que su idioma iba cambiando. ¿Cuántas manos diferentes habrían escrito ese maravilloso ejemplar?

Seguí leyendo hasta que me topé con un párrafo escrito en español: «Creación de mundos y dimensiones paralelas gracias a la imaginación».

Pongámonos serios… ¿Qué harían ustedes si de repente toman un libro, este cambia de idiomas y habla de crear mundos paralelos? Yo me paralicé y sentí una corriente helada recorriendo mi espalda. Estaba llena de curiosidad, pero también de temor. ¿Cómo podía ser que estuviera viviendo una experiencia así en el lindo y, hasta ese momento, tan pacífico patio de mi tía?

Llevaba muchas horas fuera de casa, mi mamá seguramente estaría buscándome, pero aun así decidí armarme de valor y continuar con mi lectura.

«Tú, que estás leyendo estas páginas, acabas de adquirir un poder sublime y una responsabilidad con todo el Universo.»

Esperen… ¿Me estaba hablando a mí?

No lo pensé más y lo cerré de golpe. Decidí que lo mejor sería tranquilizarme, llevar ese libro hasta la casa de mi tía y continuar leyendo en mi cama.

Escondí como pude el pesado volumen en mi mochila y salí de la casita de madera. Caminé a paso rápido por el misterioso sendero lleno de bruma hasta que llegué a una de las puertas traseras de la casa, la que daba a la cocina. Por desgracia, me atrapó mi mamá, que estaba horneando un queque. Quiso saber dónde había estado todo ese rato. Le dije que me había quedado dormida dibujando paisajes y, si bien no me creyó ni un poco, me dejó ir. Las mamás —o por lo menos la mía— siempre saben cuando una anda metida en «asuntitos».

Subí apurada a mi pieza y cerré la puerta. Si todo eso me estaba pasando, era por algo, ¡lo sabía! Después de ver tantas películas, series de anime y televisión, podía entender que esa era una clara señal y que, de cierta forma, yo había sido escogida para cumplir una misión. Leí con calma y entendí lo siguiente: El libro otorgaba al «Guardián» la posibilidad de viajar por diferentes dimensiones y planetas infinitos creados por su imaginación.

A ver, a ver, una pausa. Si ese «Guardián» era yo, ¿significaba que todas las estupideces que suelo crear en mi mente podrían hacerse realidad? ¡Qué cosa más fascinante y horrorosa! Además del anime, adoro el terror; ¡imagínense los mundos espeluznantes a los que me podría enviar mi mente!

Respiré hondo y leí un apartado que llevaba por nombre «Reglas». Decía esto:

1. En cada mundo que el Guardián cree y habite, deberá solucionar un problema. Para ello se le otorgará un poder a elección, pero sujeto a condiciones, el cual perderá una vez terminada la misión en ese mundo. Ocasionalmente podrá pedir más poderes, por los cuales tendrá que pagar con polvo estelar.

2. Los seres que el Guardián cree no podrán hacerle daño, a no ser que, por algún error, esos seres traspasen a su mundo, el mundo real.

3. Cada vez que el Guardián solucione un problema en un determinado mundo, el recipiente ubicado al centro de este libro se irá llenando de polvo estelar. Cuando el recipiente esté completo, el Guardián será liberado de su misión.

4. El Guardián que logre completar

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