Índice
Portadilla
Índice
Dedicatoria
Nota
Viajar
Escapar
Guiarse (viajar a solas)
El mundo es una pantalla
Coleccionar recuerdos
Peregrinar
Demoliendo hoteles
El sonido del silencio
Austin, revisitado (la cultura de no hacer nada)
SCL
Mirar
Ser cinépata
El hombre que veía demasiado
Ver para contar
Pedazos de tiempo
Mi película favorita
Casi perfecta (la cantidad de amigos que uno tiene)
Adolescer
Cómo transformarse en un cineasta chido
Una al año, cada otoño, por el resto de tu vida
Apuntes (y bosquejos) polacos
Leer
Lectores
¿Cuál fue el último gran libro que viste?
Tratar de estar mejor
Leer acompañado
Voceros (todo está en todo)
Subrayar
Nerviosos
Corresponsales de su momento (o cómo no ser tan serio)
¿De qué hablamos cuando hablamos de Isabel Allende?
Dos amigos
Hijo de…
Confessions of an unrepentant exile
Un mundo fresaniano
Llamadme Stingo
Escuela de escritores
El arte de sanar
Narrar
¿Una profesión peligrosa?
El color de la tinta
Gabo y yo: un largo y sinuoso camino
La pega de uno (escribir, ayudar, salvar)
Yo hablo español
Lecciones de vida
Cosas literarias que me gustan
Papelucho, jalado (en busca de Matías Vicuña)
El horror de escribir
Asesinar en serio (a sangre tibia)
La (primera) película de mi vida
Más
Cómplices
Perdido (Missing)
Autor
Créditos
Grupo Santillana
A Edmundo Paz Soldán
(q tb tiene algo de autista)
A Valentina Justiniano
(q no tiene nada)
Nota
Todo libro o toda obra creativa es, en su esencia, una postal del momento en que el creador la hizo. Las obras de ficción responden a un cierto estado de ánimo o captan el grado de calma o de tormenta de las aguas en que se estaba navegando a la hora de inventar ese libro.
Cuando pienso en cada libro mío, no sólo me acuerdo de la trama, de los personajes, sino de cómo estaba, qué estaba haciendo, cuál era mi ánimo o mi fortaleza cuando estuve sumergido en ese libro.
Este libro —estos apuntes— es una suerte de postal desde el abismo. Un salvavidas portátil para mantener algo parecido a la sanidad durante dos o tres años de trabajo intenso y, sobre todo, de exposición. No tanto mediática, sino de tener que estar en constante movimiento, en constante viaje, en constante interacción con mucha gente, alguna fascinante, alguna desechable, tantos rostros intercambiables, tanta conversación inútil. Nunca he estado con tanta, tanta gente, nunca he estado en tantas reuniones, nunca he sentido de manera tan precisa que la energía se agota y que se no recupera así como así. Si no fuera por este libro, y por la escritura de Perdido, el guión, creo que me hubiera empezado a asustar.
Raro: de tanto no querer escribir, ahora capto que sí tengo que hacerlo. Escribir y filmar. Las dos cosas. De tanto responder si prefiero escribir o filmar, si tuviera que optar, llegué finalmente a la respuesta: narrar. Soy un narrador, a veces por escrito, a veces visual, a veces periodístico. Es a lo que me dedico. Y me gusta. Además, no soy muy bueno para otra cosa.
apuntes autistas apareció primero como notas en mi moleskine, en ciertos post de blogs, en una carpeta marcada como «no-ficción» en mi Power Book. Desde el principio tuve claro que, para alcanzar mi sueño fílmico, no iba a poder escribir, pero al poco tiempo capté que si no escribía algo, aunque fueran sólo apuntes arbitrararios, iba a desaparecer. Y cero sueños, fílmicos o de otro tipo. Filmar es fascinante, producir es lo peor, y todo lo que tiene que ver con fondos, dineros, boletas de garantía, relaciones públicas, coordinaciones, etcétera, sencillamente te mata. Te quita mucho tiempo para eso que es básico para crear: leer, narrar, mirar, viajar y, quizás el capítulo que falta en este libro, no hacer nada pero hacerlo bien.
apuntes autistas es un libro. No sé bien de qué tipo. Tampoco me importa. Sí sé que es mío. Creo que se trata, de alguna manera, de cuentos cortos sobre hechos reales. O ensayos sobre temas que me interesan. Todo es en primera persona. Eso sí. En medio de tanto ajetreo, necesitaba volver a mi ser autista. Quizás uno escribe las no