El Imperio del Opus Dei en Chile

Maria Olivia Mönckeberg

Fragmento

OBERTURA

OBERTURA

El miércoles 8 de junio de 2016, cuando la presidenta Michelle Bachelet designó ministro del Interior al abogado democratacristiano Mario Fernández Baeza en reemplazo de Jorge Burgos, el informativo de CNN señaló que el nuevo integrante del gabinete era supernumerario del Opus Dei, algo que hasta ese minuto nunca había escuchado.

Pensé que las opiniones sobre el divorcio y la «píldora del día después» que había manifestado Fernández cuando formó parte del Tribunal Constitucional —entre 2006 y 2011— habrían llevado a los periodistas de CNN a esa conclusión. Resultaba extraño que fuera así, aun cuando tuviera esas posiciones conservadoras en temas llamados «valóricos». El «Peta» Fernández —como le dicen desde sus tiempos universitarios en la DC— fue ministro secretario general de la Presidencia de Ricardo Lagos y titular de Defensa en el primer gobierno de Michelle Bachelet. Hasta ese momento no sabía de un miembro del Opus Dei que tuviera tan altas responsabilidades en la antigua Concertación o en la actual Nueva Mayoría, pese a haber investigado sobre el movimiento desde hace ya más de una década.

Ante la duda, no dejé pasar ni cinco minutos y llamé a algunos conocidos que me pudieran confirmar o desmentir lo que había escuchado. Al poco rato me había asegurado de que la información era verídica.

Esa misma noche me decidí a reeditar el libro El Imperio del Opus Dei en Chile, publicado originalmente en agosto de 2003, que estaba agotado desde hacía más de ocho años. El libro había aparecido después de la elección presidencial que tuvo a Joaquín Lavín Infante a las puertas de La Moneda, y cuando se hablaba de que habría sido el primer presidente del mundo miembro del Opus Dei.

Trece años más tarde, en un gobierno de centroizquierda, con el Partido Comunista como parte de la coalición oficialista y con proyectos de ley para despenalizar tres causales de aborto, un supernumerario como él llegaba al palacio de Gobierno como la segunda autoridad del país. Era una noticia, por decir lo menos, curiosa.

Según algunas versiones que después se fueron repitiendo, Mario Fernández pertenece desde hace unos diez años a la Obra.

En un primer momento el recién designado ministro del Interior solo admitió que era «cercano», como suele ocurrir con los supernumerarios. Pero a poco andar su militancia fue admitida por él y por el propio obispo de San Bernardo, Juan Ignacio González Errázuriz, una de las más potentes voces del Opus Dei en Chile, quien en el diario La Tercera señaló: «Creo que como miembros del Opus Dei los dos tendríamos que estar de acuerdo con la fe de la Iglesia Católica. Eso es lo que se nos pide».1

EDICIÓN ACTUALIZADA

Tras conversar con Melanie Jösch, directora editorial de Penguin Random House, y después de releer algunos capítulos de El Imperio del Opus Dei en Chile y darle vueltas al asunto, optamos por generar una nueva versión revisada y actualizada. Consideramos que no bastaba reeditar tal cual la versión original del libro, como había sido la idea un tiempo antes, con un prólogo y un eventual epílogo. Emprendí así un trabajo de investigación complementaria, de redacción y edición, al que me dediqué en los últimos meses.

Decidí mantener todas las entrevistas y testimonios del libro original, y no abordé nuevos entrevistados. Varias razones me llevaron a esta opción. La primera es que desde que apareció El Imperio del Opus Dei en Chile no se ha publicado otro libro con características similares en el país, y ni siquiera se ven en los medios reportajes en profundidad sobre el tema. Por lo tanto, valía la pena mantener las entrevistas y los testimonios. Además, muchas personas de distintas generaciones que no tuvieron acceso a él querían leerlo. Y por último, al revisar el libro con calma, percibí que lo planteado por los entrevistados es tan válido en 2003 como en 2016, y es un aporte a la comprensión de este movimiento. En buena parte eso se debe a algo que caracteriza al Opus Dei —lo dicen sus propios integrantes— y es que su espiritualidad y sus planteamientos no varían con el transcurrir de los años. Así lo dijo el Fundador y su legado es inmutable.

Mantuve también la estructura del libro y los nombres de los capítulos, aunque no todos los subtítulos: conservé unos y agregué otros, dependiendo del caso. En cambio, actualicé lo más posible los antecedentes y datos provenientes de fuentes documentales y de algunas observaciones personales, lo que en ciertas partes muestra también cómo el «Imperio» ha seguido creciendo en este período.

A ratos, en los capítulos que fueron más intervenidos por la actualización, mientras revisaba, redactaba y completaba, me sentía como si estuviera armando una película en que, mientras uno observa el presente, se puede ir a través de un flashback a un pasado, reciente o más remoto. La experiencia constituyó así un desafío diferente, que espero llegue a quien lee por primera vez el libro y sea interesante incluso para una posible relectura.

Hay también nuevos datos y más relaciones que fui detectando, que no tenía tan claros hace trece años. El tiempo pasado, la revisión a fondo efectuada al propio libro y a los cientos de documentos, archivos y apuntes que fui juntando, así como la reflexión a fondo en torno a este «Imperio», me llevaron a atar más cabos y obtener más conclusiones.

Muchas veces amigos y lectores me han comentado que los personajes de mis libros se repiten como en una serie o en una novela en que el autor sigue a los protagonistas a lo largo del tiempo. Y es cierto. He podido comprobarlo con las investigaciones que he realizado, donde van apareciendo los mismos nombres. Dos años antes de El Imperio del Opus Dei en Chile había publicado El saqueo de los grupos económicos al Estado chileno; después me dediqué a investigar lo ocurrido en las universidades, tema con el que he completado tres volúmenes; a Los magnates de la prensa, a Karadima, el señor de los infiernos y su parroquia de El Bosque, y finalmente los engranajes de La máquina para defraudar. Los casos Penta y Soquimich, publicado en 2015.

Cuando releía El Imperio del Opus Dei en Chile, me fui encontrando con antiguos conocidos o con lugares frecuentados por algunos de los tantos personajes citados en esos libros en un testimonio, una referencia o un antecedente documental. Sin buscarlos, fueron saliendo al paso, y esos hilos contribuyen a tejer más redes.

La primera versión de este libro apareció un año después de que Josemaría Escrivá de Balaguer, el Fundador del Opus Dei, fuera canonizado Santo de la Iglesia Católica por el Papa Juan Pablo II.

Pese al interés que despertó, en particular en ambientes católicos —hubo tres reediciones durante ese mismo año—, los dos grandes diarios de la prensa tradicional nada dijeron sobre él, aunque apareció en el ranking de libros más vendidos de El Mercurio dur

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