Valeria al desnudo (Saga Valeria 4)

Elísabet Benavent

Fragmento



Índice

Portadilla

Índice

Dedicatoria

Prólogo

1. El principio del fin

2. Asturias

3. El tío que monta los vídeos

4. Quien quiere a la flor quiere a las hojitas de alrededor, dicen

5. Cambio de vida

6. Jugar a mamás y a papás

7. ¿Querer?

8. Genio y figura

9. Hacerse mayor

10. La ternura

11. Bebés

12. La mojigata del nuevo siglo

13. Cerca

14. Lolita a prueba

15. Bruno se muda

16. Princesa sin trono

17. Princesa sin cuento

18. “Oda” y lo que ahora escribes

19. Eco

20. Amigos

21. Las primeras tonterías

22. La única persona brutalmente sincera que conozco

23. Nerea no se muerde las uñas

24. Donde las dan las toman

25. La nueva vida

26. No sé qué es, pero no estoy a gusto

27. Arreglando las cosas... o al menos intentándolo

28. La vida dentro de casa de Valeria

29. Mi cumpleaños

30. Mi cumpleaños. Parte II

31. A mis pies, sapo

32. Oh, oh…

33. Empiezan los problemas

34. Lo bien que estamos

35. ¿Qué nos falta?

36. La decisión

37. Prueba de fuego

38. Ponernos al día

39. Aprovechando el tiempo que nos queda

40. Tomar decisiones que dibujan un camino

41. Tentaciones

42. Nerea y el salto al vacío

43. La exposición de Rai

44. Fin de fiesta

45. Un bis para Nerea

46. La playa

47. De mala gana

48. Fin

49. La realidad

50. Decisiones

51. Decidiendo ser valiente

52. El sí de las niñas

53. Hacerlo bien

54. La Boda

Epílogo

Agradecimientos

Engánchate al fenómeno Valeria

Sobre la autora

Créditos

Grupo Santillana

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A mis padres por todo. A Lorena por ser la mejor hermana del mundo. Y a Bea por su pasión

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PRÓLOGO

Julio

 

 

Hacía un mes que no veíamos a Carmen. Un mes es mucho tiempo para el tipo de amigas que somos nosotras. No es que la hubiéramos perdido después de su boda, como tantas chicas que cambian de chip y de vida olvidando a sus amigas solteras. No. Es que la tía se había pegado un viaje y unas vacaciones de kilo, así, en lenguaje coloquial.

Dos días después de la boda se fue y ni siquiera pudimos despedirnos porque su noche de bodas duró cuarenta y ocho horas, según dicen las malas lenguas. Bueno, estoy siendo demasiado malévola. En realidad la parejita quiso quedarse en su nueva casa para ponerlo todo en perfecto orden antes de irse de viaje. Claro, con el follón de la boda no habían tenido aún tiempo de disfrutar de esas rutinas del nidito de amor.

Después la luna de miel… de dieciocho días. Nueve a Japón. Nueve a Bali. Así, poquita cosa. Como quien se va un fin de semana a Benidorm.

Perdón. No soy yo la que escribe, es mi envidia cochina.

Y tras esos dieciocho días de viaje (ya llevábamos veinte sin verla) trató de deshacerse del jet lag en su casa durante dos días, aludiendo a unos tremendos mareos que no se había podido quitar, seguramente por el cambio de horario y la falta de sueño. Cuentan las malas lenguas, sin embargo, que estuvo entregada al… amor.

Vale, vuelvo a ser mala.

En fin, después se marchó unos días al pueblo con sus padres y a la vuelta tuvo que estar dos días cumpliendo con compromisos de su familia política, tales como dar las gracias por los regalos de la boda.

Y allí estábamos, un mes después de su boda, preparando cócteles y cuencos con chuches en mi casa, esperando que nos lo contara todo (todo es todo, estimado Borja) y nos enseñara las fotos del viaje, que es algo que suele hacer mucha ilusión a las recién casadas.

Cuando sonó el timbre, Lola, que no podía esconder su emoción, se levantó del cojín sobre el que estaba sentada y se fue a abrir. Yo andaba en ese momento en la cocina y Nerea estaba sentadita en el sillón, con las piernas encogidas.

Oí a Carmen saludar efusivamente y a Lola lanzar una exclamación, tras la cual se escuchó un silencio denso. Luego solo un carraspeo de Nerea. Salí a ver si es que se le había ocurrido la peregrina idea de venir acompañada de Borja, pero lo que me encontré fue a una sonrojada Carmen con un par de kilos de más. Bueno, eso es un eufemismo. A decir verdad, de un tetazo nos habría podido matar a las tres… a la vez. Llevaba una camiseta blanc

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