Un desastre es para siempre (Beautiful 3)

Jamie McGuire

Fragmento

>

Capítulo 1

x

COARTADA x x x x o veía venir: un desasosiego persistente y cada vez mayor reptando bajo mi piel. Cuanto más trataba de ignorarlo, más insoportable se hacía: un picor que tenía que rascar, un grito abriéndose paso hacia la superficie. Mi padre decía que esa necesidad imperiosa de hacerme con las riendas cuando todo estaba a punto de torcerse era una especie de tic, un mecanismo de defensa inherente a los Abernathy. La había sentido instantes antes del incendio y ahora volvía a sentirla.

Estaba sentada en la habitación de Travis horas después del incendio, pero mi corazón latía acelerado y mis músculos no paraban de contraerse. El instinto me empujaba hacia la puerta. Me decía que me marchara, que huyera a cualquier parte lejos de allí. Sin embargo, por primera vez en la vida, no quería irme sola. Apenas lograba concentrarme en la voz que tanto amaba. Me decía lo mucho que había temido perderme y que cuando estaba a punto de escapar se había dado

7

Abby

Un desastre es para siempre media vuelta y había corrido en dirección contraria, hacia mí. Había muerto mucha gente: a algunos no los conocía, pero a otros los había visto en la cafetería de State, en clase o en otras peleas.

Lo cierto era que habíamos sobrevivido y estábamos sentados a solas en su apartamento intentando digerirlo todo. Teníamos miedo, nos sentíamos culpables… por aquellos que habían muerto y por seguir con vida. Sentía los pulmones llenos de telas de araña y llamas, y no podía quitarme el rancio olor a piel chamuscada de la nariz. Era penetrante y, aunque me había duchado, ahí seguía, mezclado con la esencia de menta y lavanda del jabón que había utilizado para intentar eliminarlo. Tampoco conseguía olvidar los sonidos. Las sirenas, los llantos, las palabras de preocupación y pánico, y los gritos de la gente que llegaba allí y se enteraba de que un amigo seguía dentro. Todos tenían el mismo aspecto: cubiertos de hollín y con esa mirada idéntica de desconcierto y desesperación. Era una pesadilla.

A pesar de que me costaba concentrarme, le oí decir: —Lo único que me da miedo es una vida sin ti, Paloma. Habíamos tenido demasiada suerte. Incluso en aquel rincón oscuro de Las Vegas, cuando nos atacaron los matones de Benny, por alguna razón partíamos con ventaja. Travis era invencible. En cambio, formar parte del Círculo que había organizado un combate en condiciones poco seguras que había acabado con la muerte de una infinidad de chicos de la facultad… era una pelea que ni el mismísimo Travis Maddox podría ganar. Nuestra relación había aguantado muchos contratiempos, pero Travis corría un serio peligro de ir

8

JAMIE MCGUIRE a la cárcel. Aunque él aún no lo sabía, ese era el único obstáculo que nos podía separar. El único obstáculo que no podíamos controlar.

—Entonces no tienes nada que temer —afirmé—. Lo nuestro es para siempre.

Suspiró y apretó sus labios contra mi pelo. No creía que fuera posible sentir algo tan fuerte por una persona. Él me había protegido y ahora me tocaba a mí protegerle.

—Es esto —dijo.
—¿Cómo?
—Desde el momento en que te conocí, supe que había algo en ti que necesitaba. Al parecer no era «algo en ti». Eras tú.

Me derretí por dentro. Le amaba. Le amaba y tenía que hacer todo lo posible para que se mantuviera a salvo. Costase lo que costase, aunque fuera una locura. Solo tenía que convencerle.

Me recosté sobre él, apoyando la mejilla sobre su pecho. —Somos nosotros, Trav. Nada tiene sentido si no estamos juntos. ¿Te has dado cuenta?

—¿Que si me he dado cuenta? ¡Llevo todo el año diciéndotelo! Es oficial. Tías buenas sin coco, peleas, que me marche, Parker, Las Vegas…, hasta un incendio. Nuestra relación todo lo puede aguantar.

—¿Las Vegas? —pregunté.

En ese momento, el plan más descabellado tomó forma en mi mente, pero cuando me quedé mirando sus ojos marrones y cálidos, todo cobró sentido. Aquellos ojos daban sentido a todo. Su rostro y su cuello seguían cubiertos de

9

Un desastre es para siempre hollín mezclado con el sudor, un recuerdo de que habíamos estado a punto de perderlo todo.

Mi mente iba a mil por hora. Solo teníamos que coger lo básico y en cinco minutos podíamos estar saliendo por la puerta. Cuanto antes nos fuéramos, mejor. Nadie pensaría que dos personas se iban a subir a un avión justo después de una tragedia de tal envergadura. No tenía sentido y por eso mismo teníamos que hacerlo.

Tenía que llevarme a Travis lo suficientemente lejos y buscar una razón concreta. Algo creíble, aunque fuera una locura. Afortunadamente, las locuras no eran algo impensable para Travis y para mí. La policía podría poner en duda la declaración de las decenas de testigos que habían visto pelear a Travis aquella noche en el sótano de Keaton Hall si había alguna prueba de que unas horas más tarde nos estábamos casando en Las Vegas. Era una locura, pero no sabía qué hacer si no. No había tiempo para pensar en un plan mejor. Ya deberíamos habernos marchado.

Travis me miraba expectante, dispuesto a aceptar sin discusión todo lo que saliera de mi boquita loca. Le amaba. Maldita sea, le amaba y no podía perderle ahora, no después de lo mucho que habíamos luchado para llegar a ese momento. Cualquiera diría que éramos demasiado jóvenes para casarnos, demasiado imprevisibles. ¿Cuántas veces nos habíamos hecho daño?, ¿cuántas veces nos habíamos gritado para meternos en la cama al minuto siguiente? Pero habíamos visto lo frágil que era la vida. ¿Quién sabía cuándo podía llegarnos el final a uno de los dos? Le miré decidida. Era mío y yo era suya. Si estaba segura de algo, era de que eso era lo único que importaba.

JAMIE MCGUIRE

Frunció el ceño.
—¿Sí?
—¿Has pensado en volver allí?

Arqueó las cejas de repente.
—No creo que sea una buena idea.

Unas semanas antes le había roto el corazón. Aún tenía fresco en la mente el recuerdo de Travis corriendo detrás del coche de America cuando se dio cuenta de que lo nuestro había acabado. Él iba a pelear para Benny en Las Vegas, pero yo no estaba dispuesta a volver allí. Ni siquiera por él. Lo pasó fatal el tiempo que pasamos separados. Me pidió de rodillas que fuera con él, pero yo estaba tan decidida a no volver nunca a la vida de Nevada que me marché. Sería una putada pedirle ahora que volviera. En cierto modo suponía que me mandaría al infierno por planteárselo, pero era el único plan que se me ocurría y me encontraba desesperada.

—¿Y si vamos aunque solo sea a pasar una noche? —Solamente necesitábamos una noche. Teníamos que estar en cualquier otro lugar.

Miró a su alrededor en la habitación buscando en la oscuridad lo que creía que yo quería oír. Yo no quería ser esa chica que no es abierta y que causa un enorme y estúpido malentendido, pero tampoco le podía contar por qué le acababa de proponer que nos casáramos. Nunca accedería a ir.

—¿Una noche?

Era evidente que no sabía cómo contestar. Probablemente pensara que se trataba de una prueba, pero lo único que quería era que dijera que sí.

—Cásate conmigo —dije sin pensar.

Un desastre es para siempre

Sus labios se entreabrieron formando un pequeño grito ahogado. Me quedé esperando una eternidad hasta que por fin su boca se curvó hacia arriba y selló mis labios con los suyos. Su beso exclamaba mil emociones dis

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos