Índice
Portadilla
Índice
Dedicatoria
1. Toco rosas
2. Besos de mi parte
3. Acaba con quien bien quieres
4. Caja en forma de corazón
5. Jugando a ser ángel
6. Puedes hacerlo mejor que yo
7. Entona la pena
8. Fotos de ti
9. Tristemente hermosa
10. Nadie más que tú
11. El índice de mármol
12. Ardiendo desde el interior
13. La Chica Obsoleta
14. Dulce el aguijón
15. Chicas con secretos
16. Al filo
17. Las chicas guapas cavan las sepulturas
18. Te conozco de corazón
19. Ama a la persona con la que estás
20. Todas las fiestas del mañana
21. Charlotte a veces
22. Mujer fatal
23. Alguna gran recompensa
Epílogo
Agradecimientos
Nota de la traductora
Notas
Sobre el autor
Créditos
Para Michael.

And I kissed away a thousand tears
My lady of the Various Sorrows
Some begged, some borrowed, some stolen
Some kept safe for tomorrow.
—Nick Cave
Y dejé atrás un millar de lágrimas / mi dama de los Pesares Varios / implorados algunos, prestados otros, robados unos / reservados otros para mañana.
Memento mori.
Hay quienes viven cada día como si del último de su vida se tratase. Los hay que contemplan el amor de modo similar, en un intento desesperado por eludir aquellos cambios, sean éstos ínfimos o bien descomunales, que en todo momento se ciernen sobre cada uno de nuestros horizontes. Pero el sentimiento de apremio que surge de nuestro deseo de experimentar la vida y el amor al máximo puede precipitar la toma de determinadas decisiones, que no siempre resultan las más idóneas para quien las toma, ni para aquellos a quienes afectan, todo hay que decirlo. Es más, en ocasiones, enfrentarse a las consecuencias de las elecciones de cada uno puede resultar fatal, más incluso que la muerte. Tal vez sólo se viva una vez, pero no siempre tiene uno por qué desear sentir esa vida como eterna.
Scarlet Kensington sabía muy bien lo que la aguardaba cuando franqueó la entrada de Hawthorne High y se vio embargada, de pronto, por un aroma floral nauseabundo y dulzón: el mismo que sólo se percibe en la habitación de un hospital o en el tanatorio.
—San Valentín —suspiró, en parte de alivio, en parte de temor.
Conforme se dirigía a la taquilla, no pudo zafarse de la fragancia lacrimógena que emanaba de las mesas de la cafetería, devenidas ahora en tenderetes de flores apostados cual garitas militares en cada pasillo, en cada rincón, en cada resquicio. Los alumnos vendían «amor» por ramos. El hecho de que la finalidad de todo aquel montaje fuese la recaudación de fondos era lo único que hacía algo más pasable tanto mercadeo.
Ellas guardaban cola y compraban las rosas blancas para regalar a sus amigas, y ellos se hacían con las de color rosa, más que nada a fin de no exponerse demasiado ante sus