Yo sí que como

Patricia Pérez

Fragmento

Indice

Índice

Portadilla

Índice

Dedicatoria

Introducción. La nutrición y yo. Complicada relación

Capítulo 1. Comer y adelgazar no son incompatibles

Capítulo 2. No mimamos nuestro cuerpo

Capítulo 3. ¡Hola, soy vuestro cuerpo!

Capítulo 4. Las enzimas. La fuente de la salud

Capítulo 5. Las dietas. Los hidratos engordan, las proteínas adelgazan y las grasas nunca. Error

Capítulo 6. Mi dieta, la dieta de comer... bien

Capítulo 7. Cada comida tiene su importancia. El desayuno

Capítulo 8. Al mediodía, la comida

Capítulo 9. La hora de la merienda. La hora del dulce

Capítulo 10. La cena

Capítulo 11. Los alimentos

Capítulo 12. Cómo cocinar los alimentos para favorecer vuestra salud

Capítulo 13. Los sabores y los colores

Capítulo 14. El estrés

Capítulo 15. Los suplementos

Capítulo 16. Yo sí que comí bien y adelgacé. La dieta tipo

Agradecimientos

Sobre la autora

Créditos

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Este libro se lo dedico a mis padres, Emilio y Lydia, porque ellos fueron los primeros en mostrarme el valor de los alimentos, mi padre llevándome al mercado y explicándome cómo distinguir un buen género y mi madre por enseñarme a cocinarlo.

A todos mis hermanos: a Milo (él sí que me descubre lo importante que es la actitud ante la enfermedad, es un héroe para mí); a Ángel porque a pesar de que para él «si no lo veo no lo creo» se fía de mis recomendaciones (y porque eres el mejor hermano que se puede tener); a mis hermanas Lydia, Luz, Raquel y Paula, ella sí que es mi mejor carta de presentación.

A todos mis cuñados y cuñadas, soy afortunada hasta con ellos, a mis sobrinos y a toda mi familia amistosa, os quiero muchísimo a todos y también a mi familia virtual, gracias a todos los que me seguís en el blog y en las redes sociales.

También se lo quiero agradecer a mis perros Edu y Charo por no dejarme sola por las noches quedándose conmigo mientras escribo en lugar de irse a sus «aposentos». Pero sobre todo se lo dedico a la enzima de mi vida, a mi marido Luis. Te quiero.

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Introducción

La nutrición y yo. Complicada relación

¿Y qué hace una persona como yo escribiendo un libro de nutrición? Os voy a contar mi experiencia, cómo fue mi encuentro con la nutrición. Más que el encuentro, el choque frontal que por poco me mata y que me hizo darme cuenta del papel tan importante que iba a tener en mi vida.

Yo trabajo en el mundo de la televisión. Lo hago desde los 18 años cuando empecé en la televisión gallega como azafata del magazine Coa Miña Xente. De ahí pasé a presentar, también en la Televisión de Galicia (TVG), Luar, y ese mismo año me fui a Madrid para representar, junto a Pemón Bouzas, a la TVG en la gala, hecha por diferentes televisiones autonómicas, del programa Inocente, inocente. Emilio Aragón y su equipo me vieron ahí y me llamaron para presentar El gran juego de la oca, en Antena 3. Desde ese momento no he parado: Emisión imposible, Mamma mía, El supershow, Bromas aparte, Vuélveme loca... Al tener mi profesión mucho que ver con la imagen, siempre me he «cuidado» a la hora de comer. Lo pongo entre comillas porque yo creí que me cuidaba. De primeras yo, cuando era adolescente, era delgadita y no me preocupaba lo que pesaba, hasta que llegué a Madrid. Empecé a obsesionarme con la báscula y cuanto más obsesionada estaba, más peso cogía. Tengo que decir que yo nunca he comido mal, nunca me ha llamado la atención «la comida basura» (debe de ser porque soy gallega y estoy acostumbrada a los alimentos ricos de verdad que tenemos en mi tierra), pero sí que comía más de la cuenta. No me preocupaba (y era a menudo) cuando tenía digestiones pesadas o sufría insomnio, estaba muy cansada, o incluso cuando las migrañas eran demasiado frecuentes. Para eso tenía un antiácido, valeriana y paracetamol que me quitaban rápidamente todos los síntomas. Sólo saltaba la alarma cuando la báscula pasaba de los sesenta y, saltaba una alarma, que reíros vosotros de las de Prosegur... Enseguida ponía mi mente en modo «restricción total». Esto qué significaba, estar a régimen estricto. Dejaba de comer lo que me apetecía y me pasaba a lo light. Tomaba las bebidas light, yogures light, queso light, hasta helado light y ensaladas, muchas ensaladas. ¿Y cenar? Como diría Amy Winehouse «no, no, no». Cenar estaba completamente prohibido cuando pesaba más de lo que quería. Las cenas siempre han sido las grandes sacrificadas cuando intentamos adelgazar. Aunque hay gente a la que le funciona, a lo largo de este libro os demostraré que es un gran error.

 

 

GALLETITAS ASESINAS

 

Todo cambió para mí un día mientras hacía el programa Mamma Mía y estando en modo «cuidarse». Tenía mi primer día libre en mucho tiempo (era un programa que estaba teniendo mucho éxito y no descansábamos nunca) porque había un partido de fútbol. Ese día, ya que tenía tiempo, decidí ir a hacer la compra a un herbolario que estaba cerca de mi casa. Compré de todo, pasta (que me encanta), pan de diferentes tipos y, como tenía antojo de dulce, unas galletas. Para más señas, unas «crackers con mermelada de melocotón». Tenían una pinta buenísima y muy sana porque eran integrales sin azúcar. Volví a casa paseando tranquilamente y al llegar me fui a la cocina a colocar las cosas. Yo vivía sola y me gustaba tener todo en su sitio (manías que tiene una). Antes de empezar a colocar nada, decidí tomarme una de las «crackers». En cuanto tragué el primer trozo noté fu

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