Come mierda

Julio Basulto

Fragmento

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PRÓLOGO

—¿La ves?

—No… ¿Dónde está?

—Mira bien, ahí, en la esquina. ¿La ves?

—¡Ah, sí! Ahora sí. ¡Es enorme! No sé por qué no la veía.

Vivimos en entornos que favorecen la obesidad. Ambientes que facilitan el acceso a productos insanos mientras nos ponen todo tipo de trabas para llevar una vida saludable. Lugares hechos de trampas que van de lo evidente a lo sutil y que condicionan nuestras elecciones a diario. Habitamos espacios que nos hacen dudar sobre si es conveniente comer fruta por la noche mientras nos aseguran que no pasa nada por incluir en nuestra dieta ultraprocesados con moderación. Que nos apabullan con pretendidas certezas mientras nos arrebatan las cerezas del postre.

Vivimos en entornos que boicotean nuestra salud, pero nos cuesta mucho notarlo. Y, en cierto modo, es comprensible. Los mecanismos de estos espacios son prodigios del camuflaje: están ahí, pero no se ven a la primera. Sucede como en esos juegos de agudeza visual en los que debemos encontrar una figura oculta dentro de otra más obvia: no la detectamos con un simple vistazo y, probablemente, no lo haríamos jamás si nadie nos dijera que ahí está, que nos fijemos bien, que miremos otra vez en esa esquina.

Para encontrar la figura escondida hace falta que alguien nos invite a observar los detalles de lo obvio, que tengamos ganas de encontrarla, que dediquemos un poco de tiempo y que pongamos atención. Exactamente las mismas cosas que necesitamos para comprender hasta qué punto nuestros entornos condicionan nuestros hábitos alimentarios.

Eso es lo que propone Julio en este libro de título punki y pulcritud documental: invitarnos a entender y descubrir lo que hay detrás del panorama cotidiano. A mirar con ojos nuevos los paisajes que nos sabemos de memoria. A encontrar los mecanismos escondidos que han triplicado las cifras de obesidad en apenas cuarenta años, que han disparado todo tipo de patologías asociadas y que han conseguido restarnos tiempo y calidad de vida con una eficacia que asusta.

A reconocer, en definitiva, qué aspecto tiene el entorno obesogénico, esa bestia que, a pesar de sus dimensiones, logra camuflarse tan bien.

En este libro, Julio pone el dedo en la llaga y el ojo en los detalles, justo ahí, donde hay que mirar. Página a página, nos explica por qué vivimos en «una ciénaga de alimentos», qué son las «emboscadas alimentarias», cómo ha crecido el tamaño de las raciones, qué es la «alienación nutricional» o qué significa la inquietante expresión «cuota de estómago» que le quita el sueño a cierto sector de la industria alimentaria, a los fabricantes y a sus publicistas.

Nos habla, cómo no, de los productos ultraprocesados y su presencia creciente en nuestra dieta habitual. De las estrategias deshonestas del marketing alimentario, de sus burlas repetidas a la legislación en vigor y de las propias limitaciones de esas leyes que se han quedado obsoletas, cortas y pequeñas ante el tamaño de la bestia que pretenden controlar. De las medidas tibias y aisladas que ya no alcanzan (ni van a alcanzar jamás) para ponerle freno a la obesidad. Ridículas, como rastrillar la hojarasca con un tenedor de juguete.

En este libro, les saca los colores a los medios y los periodistas que no hacen bien su trabajo, que publican cosas como «Dos copas de vino adelgazan», a cambio de un puñado de clics. Periodistas y medios que copian y pegan, que no hacen las preguntas pertinentes y acaban convertidos en transmisores de notas de prensa sesgadas, que promueven el desconocimiento y la desinformación con titulares que serían risibles si no fueran directamente en contra de la salud pública.

En estas páginas, llenas de datos, referencias e información, Julio nos indica las causas y las consecuencias de nuestra escasa alfabetización nutricional. En corto: lo perdidísimos que estamos y lo carísimo que nos cuesta. Para intentar ponerle remedio, describe de forma metódica y precisa lo mucho que ha cambiado el mundo de la alimentación en pocos años sin que casi nos hayamos dado cuenta. Lo fuerte que se ha hecho esa bestia escondida mientras mirábamos hacia otra parte, encandilados por la publicidad y seducidos por la abundancia.

Colores estridentes, sabores potenciados, brillos que nos deslumbran, mensajes que nos confunden: sobre todas esas cosas también habla este libro. Y, por supuesto, sobre la publicidad; esa que nos ha convencido de que el desayuno es la comida más importante del día, que precisamos azúcar para el cerebro, yogures para defendernos, alcohol para relajarnos, redbules para estar despiertos. La que nos hace pensar en nutrientes más que en alimentos y nos anima a comer mierda decorándola con semillas de chía o sales del Himalaya.

Mierda con toppings, sí. Productos que han conseguido modificar nuestros umbrales de sabor y saciedad y, lo que es más grave, que han secuestrado el umbral de normalidad para redefinirlo y apropiárselo, para que nos escandalicemos si un niño sigue una dieta vegetariana pero nos parezca totalmente razonable que meriende cada día zumo y bollos. Esa apropiación de lo que entendemos por normalidad, por felicidad, por recompensa y alegría es, quizá, la principal victoria de estos productos y sus promotores.

«Come mierda: millones de moscas no pueden estar equivocadas», viene a decir esta industria. Y a nosotros, que ya estamos acostumbrados a escucharlo, el mensaje nos parece bien. Porque si algo queda claro después de leer este libro es que las grandes multinacionales de la alimentación han conseguido adueñarse del discurso y definir la normalidad mientras estábamos distraídos sin prestar atención a los detalles. Esos detalles que Julio nos va mostrando y que convierten a su libro en un viaje sin retorno. Si lo lees, te pasará como con los juegos de agudeza visual: una vez que has visto a la bestia escondida, no dejarás de verla jamás.

LAURA CAORSI

Periodista y editora especializada en alimentación, nutrición y salud

https://lauracaorsi.com

@lauracaorsi (Twitter)

Madrid, diciembre de 2021

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Capítulo 1

QUITÉMONOS LA VENDA

Lo que más nos diferencia de todas las otras épocas, de todas las otras culturas, lo que más me preocupa y lo que verdaderamente más puede transformar radicalmente la posición de la humanidad en el presente es la basura.

Basura, no solamente en forma de coches viejos que se hacinan y se amontonan en los cementerios, basura no solamente en forma de bolsas de plástico y de esos envases sin retorno que van a llenar España y el mundo entero.

Basura en forma de venenos disueltos en la propia sangre de los seres vivos que se van acumulando en nuestras vísceras.

Basura en forma de toda clase de sustancias químicas sin las cuales ya no podemos vivir, incluido el alcohol y otros estimulantes. No cabe la menor duda de que la nuestra puede muy bien llamarse la civilización de la basura.

FÉLIX RODRÍGUEZ DE LA FUENTE (1972)[1]

1. Un paraguas de mala calidad

Soy consciente d

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