Desinflámate

Marc Verges

Fragmento

cap-3

1
Qué es la inflamación y para qué sirve

La inflamación es una respuesta defensiva natural del organismo. Un simple golpe o una infección vírica o bacteriana pueden desencadenarla, y suele ir acompañada de dolor.

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La inflamación pone en marcha los procesos bioquímicos, los «protocolos», de reparación o curación de nuestro cuerpo. El primero de estos mecanismos es la dilatación de las autopistas que llevan a la zona afectada, que son las arterias.

La dilatación arterial proporciona una mayor afluencia de sangre cargada de células curativas, y este aumento del riego sanguíneo en la zona dañada acelera el proceso de curación, que es de lo que se trata. La supervivencia puede depender de lo rápido que se repare un tejido dañado. Quizá nos parezca una exageración, dado el estilo de vida que llevamos en la actualidad, pero si dependiéramos de nuestra capacidad física para obtener la comida o para desplazarnos a zonas más seguras, no poder valernos pondría en peligro nuestra supervivencia. Gracias a las resolvinas, contamos con un eficiente sistema de reparación.

Las resolvinas, mediadores que promueven la resolución de los procesos inflamatorios, derivan de los ácidos grasos eico-sapentaenoico (EPA) y docosahexaenoico (DHA), que forman parte del grupo de los omega-3.

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Como se aprecia en el gráfico anterior, las dos cascadas que desencadenan el EPA y el DHA acaban resolviendo la inflamación y devolviendo al organismo la homeostasis deseada, palabra que deriva del griego y significa «mantenimiento del equilibrio».

Más adelante hablaremos de la mejor manera de proporcionar a nuestro organismo esos omega-3 que harán que tengamos niveles adecuados de EPA y DHA.

Si no dispusiéramos de respuesta inflamatoria, el cuerpo no podría indicarle al sistema inmunológico que sane y repare el tejido dañado ni que se defienda de invasores extraños, como virus y bacterias. Sin la inflamación como respuesta fisiológica, las heridas se pudrirían y las infecciones podrían resultar mortales.

EL INFLAMASOMA

Es el responsable de la activación de la inflamación y varía en función de qué haya provocado dicha activación. Se ha demostrado que favorece la maduración de unas células que producen inflamación, las citocinas inflamatorias del tipo interleucinas.[1]

El inflamasoma se encarga de eliminar las células defectuosas, ya sea porque están dañadas, envejecidas o «desgastadas». Este mecanismo se conoce como piroptosis celular y se da cuando hay una inflamación activa. Existe otro tipo de muerte celular programada, la apoptosis celular, que se encarga de eliminar las células defectuosas que no están implicadas en un proceso inflamatorio.

El organismo tiene la capacidad de «eliminar» las células no funcionales. Esa muerte o eliminación celular se conoce como apoptosis si se trata de células en general o piroptosis si se trata de células de zonas inflamadas.

Para entenderlo un poco mejor, el inflamasoma sería una central de operaciones que decide el tipo de inflamación que hay que activar y a qué zona enviar el «transporte» con las sustancias que ayudarán a resolver el problema que se haya producido.

El inflamasoma coordina el tipo de intervención. En función de dónde se tenga que actuar o qué se transportará para corregir el problema, escogerá un medio de transporte u otro: autobús, coche de bomberos o tanque de guerra.

Al ser atacados por un patógeno, se activará un tipo de inflamasoma concreto. Por ejemplo, el inflamasoma NLRP3 activaría las defensas inmunitarias del huésped contra infecciones bacterianas, fúngicas y virales.

Este sería un ejemplo claro y actual de la activación del inflamasoma: el tipo NLRP3 se activaría con el coronavirus:

Si la persona sufre un proceso inflamatorio previo de cualquier tipo, la activación del NLRP3 por la infección del coronavirus agravaría la situación de inflamación previa, pues las nuevas moléculas inflamatorias en forma de interleucinas se sumarían a las preexistentes y provocaría lo que llamamos cascada inflamatoria. Esto inflamaría aún más el sistema respiratorio e impediría que la persona pueda respirar.

Pero la activación de NLRP3 también se relaciona con la inflamación que se produce en el alzhéimer, la diabetes, la gota, las enfermedades autoinmunes y la aterosclerosis.[2]

cap-4

2
Tipos de inflamación

Existen dos tipos de inflamación según el tiempo de duración: aguda y crónica.

La inflamación aguda empieza de forma rápida, casi inmediata al momento en que se produce el daño o agresión, y genera un edema que suele reducirse o desaparecer en pocas horas o en un par de días, a lo sumo. En la sangre esto se refleja en un aumento de las células inmunitarias neutrófilos.

En cambio, la inflamación crónica se caracteriza porque aparece progresivamente. Por eso se tarda en percibirla. No desaparece ni en horas ni en días y provoca la aparición de gran número de nuevas arteriolas para intentar resolver el problema. Los intentos de reparación del tejido dañado provocan con el tiempo un engrosamiento o fibrosis del tejido afectado que, en casos extremos, lleva a la necrosis o muerte del tejido.

A diferencia de la inflamación aguda, la inflamación crónica se refleja en la sangre con el aumento de otro tipo de células defensivas o inmunitarias, los macrófagos y los linfocitos.

En el gráfico siguiente se observan las principales diferencias de la evolución de la inflamación según sea aguda o crónica. Mientras que en la inflamación aguda se produce una resolución del proceso inflamatorio con la reparación o sustitución de las células dañadas, en la inflamación crónica, aunque acabe resolviéndose, se produce una pérdida de función del tejido dañado.

El grado de pérdida funcional del tejido dependerá del tiempo que ha estado inflamado.

Pongamos un ejemplo: la presencia de piedras (una colelitiasis biliar) ha causado pequeñas heridas en la vesícula biliar, seguidas de infecciones bacterianas que se han resuelto de forma natural o con ayuda médica, lo que ha derivado en varios episodios inflamatorios de la zona. La situación se ha repetido varias veces en el transcurso de los años. La consecuencia ha sido un engrosamiento de las paredes de la vesícula.

Una vesícula de paredes gr

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