NOTA DE EDICIÓN
Este volumen reúne el corpus poético esencial de Ramón Andrés, dividido en dos épocas que corresponden a edades intelectuales distintas. La poesía constituyó para el autor una primera forma de indagación y conocimiento que poco a poco fue abandonando a favor del ensayo y el aforismo para volver a ella en los últimos años. En ese sentido, este libro dibuja un trayecto intelectual —uno de los más radicales y hondos de la tradición española contemporánea— sin querer imponer un relato, ofreciendo tan sólo el testimonio de una inteligencia, una sensibilidad y un oído cuya primera expresión poética ha podido ser retomada ahora con una austeridad y un despojamiento que son, en parte y a nuestro juicio, consecuencia del cultivo del pensamiento aforístico.
Por todo ello, esta edición se abre con Siempre génesis, un libro inédito que recoge poemas escritos entre 2013 y 2015 y en los que se aprecia una dicción y una relación con el lenguaje netamente diferenciadas del tono y la expresión que el lector encontrará en Poemas anteriores, una antología, hecha por el propio Ramón Andrés, de sus primeros poemarios, en concreto de Imagen de mudanza (Pamiela, Pamplona, 1987), La línea de las cosas (Hiperión, Madrid, 1994) y La amplitud del límite (DVD, Barcelona, 2000), una secuencia poética con la que el autor ha querido tomar distancias —como admite en la nota previa que él mismo ha escrito— pero que para nosotros está llena de poemas memorables y, sobre todo, de preguntas y preocupaciones («ser el plural de lo que fue unidad») que se complican y se ensanchan —en virtud de una mayor desnudez del lenguaje y de una claridad del pensamiento— tanto en los poemas recientes como en los aforismos.
La obra aforística de Ramón Andrés se inició con Los extremos (Lumen, Barcelona, 2011), un libro lleno de sabiduría y escucha que expone un pensamiento sereno, limpio de agresividad e imposición, obra de quien ha sabido retirarse a pensar lejos del ruido pero sin perder de vista el presente. Siguiendo el criterio establecido para la poesía, abrimos la secuencia de los aforismos con Puntos de fuga, un libro inédito que reúne pensamientos escritos entre 2012 y 2015. Le sigue Malas raíces (2010-2015), otra serie de pensamientos originados a partir de etimologías en los que el autor trata de desanudar las palabras. Finalmente, Los extremos cierra este apartado y el volumen.
Visto con esta perspectiva, el libro adquiere en su totalidad una coherencia incontestable, ya que, gracias a esta clasificación, podemos apreciar con detalle tanto la evolución como la complejidad de un mundo intelectual —poético y meditativo— que busca «tener antepasados sin descender de nadie».
ANDREU JAUME
SIEMPRE GÉNESIS
(2013-2015)
DESPUÉS DE LEER A WHITMAN
Otra vez, de nuevo aquí,
contento porque a simple vista
reconozco
al menos treinta, cuarenta
árboles por su nombre.
Contento porque cruza un estornino
y ya no me pregunto
adónde le lleva su prisa,
en qué día cae la fiesta, cuándo la cena.
Si de todas las acequias bajara
un poco de agua
después de esta lluvia,
si de todas las canciones, un poco de su letra,
no preguntaríamos
si hoy
es suma, si nublado, lamento o tiempo.
Otra vez, de nuevo aquí,
con la oscuridad del mundo
que es su lumbre,
como dice Rilke,
sin haber dejado nada por el camino,
sin haber encontrado más que lo útil
para estar al cabo de las cosas
y no perder aquella luminosidad
que se escinde al llegar a las ramas.
Ya no pregunto
a qué hora termina este momento,
ni por qué al otro lado de aquellos bosques
—pongamos los de Ituren—
hay pescadores que empujan la barca
al mar como si fuera una verdad,
los que antes de la pesca
preparan la voz
para que resuene feliz en la lonja,
tan seguros están, y tan completos.
No piensan que los muelles
son una forma de morir,
porque también allí llega la fruta,
la cayena, la soja y el color
de los marinos que pasan de un meridiano
a otro como tú cambias de calle,
y beben
—no es un tópico—
lo comprado en la última isla,
y duermen en lo estrecho y húmedo,
y saben que el mar es para soñar
no más que los algodonales o las dunas
o el reflejo de los álamos
que bordean las carreteras,
y así les dan una prestancia
de ruta
como si condujeran a algún lugar del cielo.
PASEO
Cuando vas por el monte
y subes, subes
a veces
medio agachado para no pincharte
con la aguja del abeto,